Ante el derrumbe de los bonos, se complica más la capacidad de pagar la deuda reestructurada

El riesgo país rozó los 1.550 puntos, su nivel máximo desde la renegociación. El anuncio de una postergación del acuerdo con el FMI y la falta de ajuste fiscal pusieron en alerta a los inversores

Los bonos sufrieron un nuevo derrumbe y volvieron a sus niveles más bajos desde la renegociación de la deuda del año pasado, lo que se reflejó en un aumento del riesgo país hasta los 1.544 puntos básicos. Esta debilidad extrema de los títulos argentinos aumenta las dudas que ya existían entre los inversores. Y hay una pregunta que circula cada vez más y que pocos se animan a responder: ¿cómo hará la Argentina para hacer frente a los futuros vencimientos de deuda si la tasa de refinanciación supera el 18% anual en dólares?

La reestructuración que terminó en septiembre del año pasado sólo le dio un respiro temporal al Gobierno. La clave para conseguir una aceptación superior al 99% fue que no hubo prácticamente quitas de capital, pero sí se redujeron drásticamente los cupones de intereses y se alargaron los plazos. En el nuevo esquema, después de un “descanso” entre 2021 y 2023 los pagos de deuda a bonistas vuelven a subir en 2024 y se vuelven mucho más intensos en 2025.

Para el 2025, los vencimientos de deuda en manos del sector privado vuelven a niveles de USD 6.000 millones, a lo que se deben sumar otros USD 2.500 millones de intereses. Sin acceso a los mercados, es casi imposible enfrentar semejantes pagos.

Para ese momento no hay demasiadas opciones. La clave es que la Argentina recupere la capacidad de pago en dólares, ya sea por ingreso genuino de divisas vía comercio exterior, turismo o inversiones. Otra posibilidad es obtener un amplio superávit fiscal y aplicar esos recursos excedentes para pagar la deuda.

La otra posibilidad, que es la que utilizan la mayoría de los países, sería conseguir la refinanciación a través de colocación de deuda nueva a tasas de interés más bajas. Pero en este contexto es una alternativa cada vez más lejana. El discurso de Alberto Fernández en la asamblea legislativa no ayudó. El Presidente dejó en claro que no está preocupado en hacer el ajuste de las cuentas públicas y además pateó para adelante un posible acuerdo con el FMI, algo que si bien estaba dentro de lo esperado igual tuvo un impacto negativo en los mercados.

El riesgo país terminó en su máximo anual y los bonos tuvieron pesadas caídas a lo largo de toda la jornada. Es cierto que fue una jornada complicada en general para los mercados, pero la caída de los títulos argentinos fue muy superior al resto. El bono al 2030 fue el más afectado, perdió 2,3% y ya cotiza a USD 35,7 en los mercados internacionales, muy cerca del precio previo a la reestructuración. Cuando Martín Guzmán cerró el canje, este título cotizó arriba de los USD 50 y la expectativa era que con el paso de los meses llegara a USD 55. Ocurrió todo lo contrario.

Pero un fenómeno particular es que los bonos más cortos emitidos por el Gobierno (al 2029 y 2030) hoy rinden arriba de 18%, mientras que los más largos están entre el 15% y el 16%. Es decir que la curva de rendimientos vuelve a estar invertida, algo que ocurre cuando aumenta la percepción de un nuevo default. En un escenario de cesación de pagos, los que más salen perdiendo son los títulos de corto plazo.

En este contexto, las chances de una recuperación sostenida de la deuda argentina, aprovechado que los precios se destruyeron, no luce factible ni en el corto ni en el mediano plazo. A un rendimiento del 18% anual en dólares, no sólo el Gobierno queda al margen del financiamiento en los mercados, tampoco las empresas consiguen fondos frescos, lo que limita sustancialmente la posibilidad de conseguir nuevas inversiones.

La deuda argentina a un rendimiento del 18% está entre las más castigadas del mundo. Salvo Venezuela, que está en default, aún los países más riesgosos pagan tasas menores por su deuda al 2030 y casi nadie tiene un costo de dos dígitos. Sólo los bonos de Ecuador, que renegoció el año pasado y están al 15,3%, mientras que Sri Lanka se ubica arriba del 16%. Luego aparecen países como Angola, Ghana y Ucrania, con rendimientos de entre 6% y 8%. Esto marca el deterioro de la deuda argentina y resulta imposible ignorar lo que es obvio: los inversores le siguen dando totalmente la espalda a los activos argentinos y nada parece que vaya a cambiar esta percepción fuertemente negativa. (Fuente: Infobae)