Coronavirus: cómo funciona el tratamiento con plasma, una esperanza en la lucha contra el COVID-19

Una terapia de los 50

Un hospital del GBA fue pionero en las transfusiones de recuperados para pacientes críticos. Ahora se multiplican las campañas de donación e impulsan una ley

 

En pocos meses, el coronavirus pasó de ser una desconocida enfermedad que azotaba la vida cotidiana y los hospitales de China para convertirse en uno de los mayores desafíos para la ciencia mundial.

Con más de 460 mil muertes alrededor del planeta, el llamado enemigo silencioso hizo recordar a las más terribles de las pandemias, como la viruela, el VIH y el cólera, mientras médicos y especialistas trabajan contrarreloj para detenerlo. 

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En miles de labortorios, proyectos de vacunas, tratamientos con medicamentos y ensayos clínicos buscan frenar al Covid-19. Y una terapia antigua se convirtió en los últimos dos meses en una potente esperanza para los pacientes más graves: las transfusiones de plasma de convalecientes.

En Argentina, este viejo tratamiento resurgió como punta de lanza tras la impactante recuperación de un paciente inyectado con plasma en un centro de salud del Conurbano Bonaerense.

Desde que el Hospital de Trauma y Emergencias Doctor Federico Abete, de Malvinas Argentinas, empezó a experimentar hasta que el intendente Martín Insaurralde (Lomas de Zamora) fuera tratado con plasma, en los pasillos del edificio de Pablo Nogués redoblaron los esfuerzos para comprobar si la terapia es efectiva para el coronavirus. Las investigaciones se multiplican en todo el país, y sólo en la Provincia de Buenos Aires ya se registran unos 150 recuperados que fueron inyectados con plasma extraído a otros pacientes que superaron la enfermedad.

El método no es nuevo. Fue en la década de 1950, cuando la epidemia de la fiebre hemorrágica golpeaba a la sociedad argentina, que se descubrió que el plasma (que podría describirse sencillamente como la parte líquida de la sangre) de convalecientes podía aplicarse en pacientes infectados para ayudar a sus anticuerpos a resistir la enfermedad.

Más de medio siglo después, el sistema de salud de nuestro país reactivó este tratamiento basado en la premisa que indica que nadie se salva solo: aquellos que vencieron al coronavirus con sus propios anticuerpos pueden donar plasma para ayudar a los que no.

“Cuando alguien sobrevive a una virosis, sin querer se transforma en la única herramienta para aquellos que están infectados”, sintetiza la doctora Patricia Méndez, Jefa de Hemoterapia del Hospital de Trauma de Malvinas, el primero en utilizar esta terapia en el GBA.

El método consiste en inyectar plasma rico en anticuerpos, donado por pacientes que tuvieron coronavirus, a aquellos casos más graves que aguardan en terapia intensiva o cuyos cuadros clínicos se complican, como fue el caso de Insaurralde. 

Esperanza sí, cura no
“El 18 de mayo uno de nuestros pacientes con coronavirus presentó un cuadro extremadamente crítico, y decidimos pedir permiso al Ministerio de Salud para tratarlo con plasma”, cuenta Patricia Méndez.

“Para ese momento restaba confirmar algunos protocolos del Plan Provincial de Hemoterapia, pero nos dieron la autorización para hacerlo. A las 48 horas ya estaba evolucionando, y algunas semanas después fue dado de alta”, agrega la doctora. Hoy, en el hospital ubicado en las calles Miraflores y Bailen, a 5 kilómetros de la bajada de ruta 197 en la Panamericana, ya se recuperaron 12 pacientes de 16 tratados.

Al ser efectiva en la mayoría de los pacientes tratados, muchos confunden la terapia con plasma con una cura. Los especialistas aclaran que se trata de una “inmunización pasiva”, lo que significa que el plasma no produce anticuerpos, sino que ayuda al organismo del paciente infectado a crearlos.

En Estados Unidos, por ejemplo, un proyecto de la universidad Johns Hopkins reunió a 34 hospitales y universidades de 17 estados para hacer pruebas clínicas de plasma en pacientes de Covid-19. Colombia y el Reino Unido son otros países donde impulsan planes para estudiar la efectividad.

La campaña de donación
En muchos aspectos, el proceso de donación de plasma es similar al de la sangre: hay que tener entre 18 y 70 años, y pesar 50 kilos como mínimo. Además, el donante debe tener un buen estado de salud.

A mediados de abril, el CUCAIBA (Centro Único Coordinador de Ablación e Implante de la Provincia de Buenos Aires) comenzó a recibir personas recuperadas de Covid-19 dispuestas a donar plasma rico en anticuerpos. Desde su sede en Capital Federal, el Centro Coordinador administra y reparte las dosis a aquellos hospitales necesitados de plasma.

“El paciente tiene que estar recuperado, poseer los estudios sanguíneos aprobados y un mínimo de 14 días de alta. Antes de donar se chequea que tenga la cantidad óptima de anticuerpos. Hay un 30% de pacientes recuperados que no los desarrollan”, detalla Daniel Fontana, coordinador de la Dirección de Sangre y Medicina Transfusional del Ministerio de Salud de la Nación.

Una intensa campaña para atraer donantes de plasma se instaló en toda la Provincia de Buenos Aires. Además de Malvinas Argentinas, Escobar, Florencio Varela y Almirante Brown son algunos de los distritos que armaron movidas bajo el lema “donar plasma salva vidas”. También la Facultad de Medicina de la UBA se sumó a la convocatoria.

En Malvinas y Escobar, por ejemplo, lograron agilizar el proceso de donación. Antes, el paciente debía acudir al CUCAIBA para realizarse los estudios correspondientes, confirmar que estaba apto y luego donar. Ahora, los departamentos de Hemoterapia del Hospital de Trauma y el Hospital Néstor Kirchner, en Maquinista Savio, pueden realizar todos los estudios previos en sus instalaciones y luego acompañar al paciente al CUCAIBA para que done.

En Almirante Brown, por otro lado, implementaron un sistema de llamados: se comunican telefónicamente con cada paciente recuperado y lo invitan a donar.

Una vez que se aprueba la edad, salud y antecedente médico del voluntario, este es derivado al Hospital El Cruce de Florencio Varela, donde se administra el plasma que ayuda a los vecinos de las zonas aledañas. El plasma con el que trataron al jefe comunal de Lomas de Zamora, Insaurralde, fue derivado desde ahí.

El primer donante, un doctor de Banfield
Fernando Fernández es médico, y trabaja en Avellaneda y en Recoleta. Cuando se contagió de coronavirus, estaba de viaje por Europa: una travesía con la que había soñado durante años.

En marzo, con el decreto de la cuarentena por la pandemia y el mundo atemorizado, volvió a su Banfield natal. Recién entonces supo que estaba enfermo. 

Con un poco de dolor de garganta, decidió acudir a su lugar de trabajo, el Sanatorio Finochietto, para que lo revisaran. “Me diagnosticaron neumonía. Pero dos días más tarde tuve el resultado del hisopado: positivo en coronavirus”, cuenta.

Fernando se recuperó del Covid-19 por su cuenta. Y cuando pocos hablaban de la transfusión de plasma, se convirtió en el primer donante de nuestro país.

“Cuando volví al trabajo me dijeron que en el centro de Hemoterapia empezaban a recibir plasma. Fue a mediados de abril, recién empezaban las pruebas”, cuenta el médico, que al enterarse de la campaña se acercó como voluntario. “Tuve la noticia de que dos personas que recibieron mi plasma habían estado con un cuadro más grave y se recuperaron. Fue una satisfacción enorme”, dice.

«El virus lo estaba comiendo por dentro»
Julio Fabián tiene 59 años, vive en Grand Bourg y, según su familia, “nunca sufrió nada peor que una gripe”. Por su limpio historial clínico y su acatamiento del aislamiento social obligatorio, resultó una sorpresa poco grata enterarse que tenía coronavirus.

“Tuvo un poco de temperatura los primeros días de mayo, pero pensamos que era una gripe pasajera, de esas que llegan con el invierno”, explica su hijo, Carlos, que se contagió por su papá y luego le «pasó» el virus a sus dos hermanos.

Durante varias semanas, Julio estuvo internado en terapia intensiva y, en más de una oportunidad “parecía que nos abandonaba”, explican los empleados de terapia intensiva del Hospital Trauma de Malvinas, donde lo internaron. Su propio hijo describe: «El virus lo estaba comiendo por dentro».

Luego de 40 días en estado crítico, los médicos decidieron que su fortaleza merecía un último intento: le administraron plasma de convalecientes. Fue el primero en un hospital público de la Provincia.

A las 48 horas, comenzó a responder y a los pocos días, sus anticuerpos habían vencido al virus. Por una infección intrahospitalaria, la estadía de Julio en el Trauma se prolongó, pero su cuerpo ya estaba limpio de Covid-19.

A partir de la exitosa terapia de Julio, más pacientes del hospital de Malvinas Argentinas fueron tratados con plasma, entre ellos su hijo Carlos. Ahora, recuperado y agradecido a su donante, Julio espera desde Grand Bourg que se cumplan los días necesarios para poder acercarse a donar y contribuir con el sistema que le salvó la vida.

Se conocieron en terapia y se recuperaron juntos
El hijo de Julio Fabián, Carlos Arapa (40), también se contagió Covid-19 y llegó a estar grave. Fue en la terapia del hospital de Malvinas donde conoció a José Iturbe (43), trabajador de la construcción igual que él, y víctima de la pandemia. 

Ambos se internaron en los primeros días de mayo, y estuvieron 15 días en el área de pacientes infectados del centro de salud. Con síntomas similares y cuadros que empeoraban con el correr de los días, a Carlos y a José se les ofreció, al igual que a Julio Fabián, el tratamiento con plasma.

 “Me encontraba en un estado espantoso, no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Yo estaba sin fuerzas, casi entregado, hasta que uno de los médicos me pidió autorización para hacerme un tratamiento con plasma de convalecientes. Obvio que le dije que sí, y por suerte mi organismo no lo rechazó”, relata Carlos.

“Yo compartía la terapia con otras personas que quedaron en el camino. A mí me dieron una oportunidad. No soy creyente, pero creo que el de arriba algo hizo por mí”, se sincera José. Es que a las 48 horas de la transfusión, los vecinos de Malvinas mejoraron. “El virus retrocedió”, dicen.

Para el 24 de abril, los colegas de profesión y compañeros de terapia intensiva ya estaban afuera. Ahora, agradecidos y desde sus casas, chatean por WhatsApp sobre la experiencia que les tocó vivir y coinciden: “Para nosotros fue milagroso”.

El avance de la Ley de donación obligatoria
Hace dos semanas, cuando los primeros tratamientos con plasma comenzaban a mostrar resultados favorables, desde Malvinas Argentinas empezaron a impulsar un proyecto de ley para visibilizar el tratamiento, incrementar la investigación y lograr que todos los recuperados de coronavirus donen su plasma.

Lo presentó Luis Vivona, senador bonaerense del Frente Para Todos y dirigente político aliado al intendente Leonardo Nardini ​en el distrito. Y ya logró la aprobación en el Senado bonaerense, así como apoyo de la Legislatura porteña y de varios municipios del AMBA.

 “El objetivo es darle difusión a los temas relacionados al plasma y poner a disposición del gobernador y del Poder Ejecutivo la importancia que tiene el plasma de pacientes recuperados de Covid-19”, explica el legislador.

Al ser una temática de carácter urgente, la Comisión de Salud del Senado Bonaerense ya trató el proyecto de ley, y hubo aprobación unánime de los senadores. El presidente de la Comisión de Salud, Gustavo Traverso, incluso, se refirió al tratamiento como un “importante recurso para el sistema de salud”. Ahora, falta el aval de la cámara Alta de la legislatura, cuando vuelva a sesionar.

“La situación de Malvinas es un ejemplo: de las 16 personas tratadas con plasma, 6 fueron dadas de alta, 4 se encuentran en terapia intensiva y 6 en clínica médica. Es decir, que 12 personas de 16 respondieron bien al tratamiento”, detalla Vivona. “La ley reglamenta, pero lo que sirve es la difusión y los Municipios de la Provincia ya llevan adelante campañas de concientización”. (Clarín  – Por Fiona González March)