Coronavirus en la Argentina: tres indicadores clave para seguir la evolución de la pandemia

Las cifras de muertes y de nuevos contagios y el porcentaje de ocupación de camas de terapia intensiva son cruciales a la hora de impulsar políticas sanitarias 

Un capítulo particularmente destacado del vasto léxico que introdujo la pandemia en nuestra habla cotidiana es el que componen los indicadores numéricos que permiten auscultar la progresión de los casos en las distintas jurisdicciones o áreas geográficas.

«Solo, ninguno alcanza para hacerse una idea ajustada de la situación y todos deben ser interpretados globalmente», explica el matemático Guillermo Durán, director del Instituto de Cálculo de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. Pero si hubiera que elegir, ¿cuáles son los más sensibles para hacer sonar las alertas?

Para Nicolás Kreplak , viceministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, «El fundamental es cuántas camas quedan operativas de terapia intensiva, porque es un indicador consecuente de la situación: cuando hay más ocupadas, también hay más demanda en las guardias, en los sistemas de traslado, logística, derivación de pacientes.». Y agrega: «El otro número muy importante no podemos no verlo: es el de los fallecidos, porque nos está mostrando la gravedad de lo que está pasando, ya que son cifras con tres dígitos todos los días».

Por su parte, Fernán Quirós , ministro de Salud de la Ciudad de Buenos Aires, destaca que toman en cuenta «cinco componentes centrales: en primer lugar, la cantidad de casos diarios, que depende, en parte, de la estrategia de testeo. En segundo lugar, la velocidad de progresión de la curva sobre la base de tres indicadores claves: el índice básico de reproducción del virus, el llamado ‘R’; el tiempo de duplicación de casos y el promedio diario de los últimos cinco días. En tercer lugar, la disponibilidad de camas en los subsectores público, privado y de la seguridad social. En cuarto lugar, una proyección del uso de las terapias intensivas; es decir, del tiempo estimado a un potencial momento de estrés del sistema de salud. Y en quinto lugar, estudiamos el comportamiento social, que es un indicador combinado que incluye la circulación pública y las encuestas que realizamos para entender el acompañamiento de las medidas tomadas y el humor social».

Una consulta entre otros especialistas arrojó los siguientes resultados.

Fallecidos
En efecto, uno de los indicadores claves del rumbo que toma la pandemia en el país es el número de fallecidos. «Es el más fidedigno -dice Durán-. Y se ve una duplicación cada 24 días desde hace más de tres meses. Esto nos lleva a presumir que, sin no mediaran cambios, seguirá elevándose al mismo ritmo. Hacia el 20 o 22 de este mes podríamos llegar a los 6000, y para Navidad, podríamos superar los 120.000″.
Santiago Olszevicki, también bioinformático, agrega que «si hoy tuviéramos una meseta y el número de nuevos casos se estabilizara en 7000 por día, ¿es tolerable que mueran 100 personas por día por Covid? Con los niveles que estamos teniendo, a este ritmo es una tragedia sanitaria, aunque los casos se mantuvieran constantes». Por otra parte, subraya Soledad Retamar, investigadora de la Universidad Tecnológica Nacional en Entre Ríos, hay que monitorear de cerca la letalidad: «es el más doloroso y un aumento podría significar que el sistema no está dando abasto para tratar adecuadamente los casos más graves».

Nuevos casos
Para Soledad Retamar, investigadora de la Universidad Tecnológica Nacional en Entre Ríos también hay que vigilar la tasa de crecimiento de casos diarios. «Nos permite saber si estamos todavía en una situación de avance, meseta o de control/remisión», afirma.
Juan Fraire, investigador del Conicet y profesor de la Facultad de Matemática, Astronomía y Física de la Universidad Nacional de Córdoba, también lo está siguiendo para compararlo con lo que ocurrió en España e Italia. «Este último país llegó a tener algo más de 5000 casos por día -dice Fraire-. Me está empezando a preocupar que nosotros ya superamos bastante a Italia; hoy, ya estamos como 2000 casos por día por encima y no parece que el aumento se vaya a detener. España sí estuvo alrededor de 7000, pero fue el máximo que tuvieron en un día».
Martín Barrionuevo, legislador de Corrientes y minucioso cartógrafo de todo tipo de datos, elige la variación de nuevos casos diarios. «Es una comparación porcentual de los últimos siete días contra los siete días anteriores. Eso nos permite ver si estamos creciendo en nuevos casos o no», explica. También analiza los casos por millón de habitantes de los últimos siete días en distintas jurisdicciones. «Allí podemos ver, por ejemplo, que CABA tiene un acumulado de activos superior al del Conurbano, pero sobre la base de este indicador, en los últimos siete días ya hay tres o cuatro municipios (Avellaneda, Quilmes, Tres de Febrero y San Isidro) que están con más casos que la Ciudad. CABA y la Provincia de Buenos Aires pareciera que están con un nivel de crecimiento sostenido en torno del 10 o 15% semanal, en niveles muy altos. Pero lo que está en una curva acelerada de crecimiento es el resto del país, que ya está en torno de los 1000 casos semanales y creciendo casi un 50% semanal».

Camas de cuidados intensivos
Para Enio García, jefe de asesores de la Provincia de Buenos Aires, «Sin duda, lo más importante hoy es la ocupación de camas de cuidados intensivos. Todas las proyecciones que hacemos apuntan a estimar esto».

La ocupación de camas es fundamental porque si se saturan hay un salto en la letalidad. «Ese número hay que analizarlo -destaca Olszevicki-. Entre otras cosas, hay que ver cuántas camas tenemos disponibles al mismo tiempo. Las camas operativas podrían ser menos que las totales. En CABA, por ejemplo, tenemos 450 camas de terapia intensiva en el sistema público. Pero porque no hay personal suficiente o por otras razones podrían no estar disponibles para usarse todas en simultáneo. Entonces, supongamos que tenemos 350 operativas, con un 75% de ocupación total saturaríamos nuestras camas operativas. Además, sabemos que de todos los casos que tenemos, un 7% son en personal de salud (en CABA, entre el 8 y el 10%). Quiere decir que en el plano nacional, con 7000 casos diarios, hay unas 600 personas del equipo de salud y sus contactos estrechos que ya no pueden trabajar por 14 días».

Tomando todo esto en cuenta, algunas estimaciones calculan que en algún momento de este mes podrían saturarse las camas de la Ciudad y de algunos lugares del primer cordón del Conurbano. «A lo mejor, eso nos hace reaccionar, cuidarnos más y que empiecen a bajar los casos», agrega el bioinformático del Conicet en la Universidad Nacional de Córdoba Rodrigo Quiroga.

El problema de los «sospechosos»
Para construir estos indicadores, es fundamental que el registro de casos sea fidedigno. Sin embargo, según los análisis que realiza desde el comienzo de la pandemia el físico Jorge Aliaga, ex decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA y actual Secretario de Planeamiento y Evaluación Institucional de la Universidad de Hurlingham, hay un cúmulo de casos sospechosos sin resolver que pueden estar sesgando las estimaciones.

«A medida que las cifras crecen, uno tiene que tener más cuidado para entender los posibles ‘errores’: no tanto qué dicen, sino también lo que pueden no estar diciendo esos números», explica.

Para sus análisis, Aliaga usa los datos que figuran en la base pública del Ministerio de Salud de la Nación, donde se registra caso por caso desagregado por fecha de síntoma, sexo, edad, provincia en la que reside, en qué provincia se cargó, diagnóstico. «Utilizamos la fecha de síntomas y de esa manera podemos eliminar la demora en la carga -cuenta-. Si uno mira la curva de Jujuy, prácticamente no hay datos de los últimos cinco días. Es decir, que lo que están cargando es todo antiguo. Estudiando ese problema, encontré que si tomo la curva que se anuncia diariamente y la atraso cinco días, termina siendo la real por síntoma. Y eso es porque la media de atraso de carga son cinco días; se compensa estadísticamente. Entonces, yo puedo decir con los datos de ayer, cuántos van a ser los casos por síntoma de cinco días atrás, lo cual me ayuda a tener una idea de si los casos están bajando o no».

Cuál no sería su sorpresa cuando en julio ese predictor dejó de funcionar, por lo menos en la Ciudad. Aliaga estuvo días y días analizando qué podía haber sucedido hasta que se dio cuenta de que, entre otras cosas, había aumentado la cantidad de casos que quedan como sospechosos indefinidamente; en especial, en establecimientos privados.

Así, descubrió que desde la semana 30 hasta la 20 (desde el 20 de julio hasta el 10 de mayo) hay 34.000 casos sospechosos sin resolución. «Veo que en la semana 27, que es la última de junio, hay algo raro, faltan fallecidos -explica-, y al mismo tiempo sube el porcentaje de sospechosos que quedan sin resolver en privados. Esa semana, hay 2534 cargados como ‘sospechosos’ sin resolver. De esos, 21 están cargados como muertos. Entre centros privados y públicos, en esa semana son 29. En la siguiente son 35. Si van quedando fallecidos sin resolver, ¿hasta dónde se puede asegurar que los casos descienden, por ejemplo?»

Según las cuentas de Aliaga, entre la semana 20 y la 26, un 12% de los casos quedaron sin resolver (hubo 1387 confirmados y 170 todavía figuran como sospechosos). En la semana 27 salta al 17%; es decir, que de 5889 casos, 1016 al día de hoy están pendientes. (La Nación – Por Nora Bär)