Coronavirus: por qué nos equivocamos tanto

El inmunólogo suizo Beda Stadler enumeró los errores que se cometieron desde el inicio de la pandemia. En una entrevista con La Prensa habló de la responsabilidad de los epidemiólogos y de los medios de comunicación en la creación del pánico

«Aquellas personas jóvenes y sanas que actualmente caminan con un barbijo en sus caras estarían mejor si en cambio usan un casco, porque el riesgo de que les caiga algo en sus cabezas es mayor que el de contraer un caso grave de covid-19», aconseja el profesor y doctor Beda M. Stadler, ex director del Instituto Universitario de Inmunología del Hospital Insel, en Berna, Suiza, y profesor emérito de Inmunología de la Universidad de Berna.
En su columna publicada en la revista Weltwoche el 10 de junio último, bajo el título «¿Por qué todos estaban equivocados?», el especialista en inmunología analiza con tono provocativo las principales y completamente erróneas declaraciones públicas que se hicieron sobre el coronavirus.
«El virus se ha ido por ahora. Probablemente vuelva en invierno, pero no será una ‘segunda ola’, sino solo un resfrío», vaticina el experto al describir la situación actual en Suiza.
El inmunólogo recomienda la lectura de los últimos trabajos del investigador John P. A. Ioannidis en los que se destaca que, a nivel mundial, las personas menores de 65 años conforman solo entre el 0,6% y 2,6% de los casos fatales de covid y que para controlar la pandemia es necesaria una estrategia que solo se concentre en la protección de las personas de riesgo mayores de 65, lo cual hace impensada una segunda cuarentena.
«Podría abofetearme a mí mismo porque miré al Sars-CoV-2 demasiado tiempo con pánico. También estoy un poco molesto con muchos de mis colegas de inmunología que hasta ahora han dejado la discusión sobre el covid-19 a virólogos y epidemiólogos», escribe en el artículo en el que enumera las principales equivocaciones: «En primer lugar, fue un error aclamar que este virus era nuevo. En segundo lugar, fue todavía más equivocado decir que la población no tendría ya algún tipo de inmunidad frente al virus. Y, en tercer lugar, fue la coronación de la estupidez afirmar que alguien podría tener covid-19 sin ningún síntoma o incluso contagiar la enfermedad aunque no se mostraran síntomas», resume.

¿Virus nuevo?­
Al analizar qué tan novedoso era el Sars-CoV-2, Stadler razona: «Cuando se identificó la secuencia genética del virus y se le dio un nombre similar al Sars identificado en 2002, es decir Sars-Cov-2, ya deberíamos habernos preguntado a nosotros mismos cuán relacionado está este virus con otros coronavirus que pueden enfermar a los seres humanos».
«Ahora que estamos hablando de desarrollar una vacuna contra el virus, de pronto vemos estudios que muestran que este ‘nuevo’ virus está fuertemente relacionado con el Sars-1 y con otros beta-coronavirus que nos hacen sufrir cada año en forma de resfríos», prosigue para luego concluir: «Por lo tanto, el Sars-Cov-2 no es para nada nuevo, sino simplemente un virus del resfrío estacional que mutó y que desaparece en el verano, tal como ocurre con todos los virus del resfrío, que es lo que estamos observando a nivel global».

Falta de inmunidad
«Desde la Organización Mundial de la Salud hasta los virólogos de Facebook, todos afirmaron que este virus es particularmente peligroso porque no existía inmunidad contra él, al tratarse de un virus nuevo»
, recuerda el inmunólogo, quien admite que en un primer momento él también creyó en esto hasta que advirtió que el primer test comercial de anticuerpos disponible para Sars-CoV-2 se desarrolló a partir de un viejo test de anticuerpos para detectar Sars-1.
«También se supo que el Sars-CoV-2 tuvo un impacto significativamente menor en áreas de China donde ya había arreciado el Sars-1 previamente. Esta es una clara evidencia que sugiere con urgencia que nuestro sistema inmune considera al Sars-1 y al Sars-CoV-2 al menos parcialmente idénticos y que un virus puede probablemente protegernos del otro», detalla.

Fracaso de los modeladores
Stadler hace hincapié en que los epidemiólogos también cayeron en el mito de que no existía inmunidad en la población. «Tampoco querían creer que los coronavirus son virus del resfrío estacionales que desaparecerían en verano. De lo contrario sus modelos de curvas se hubieran visto diferentes. Cuando los peores escenarios pronosticados inicialmente no se hicieron realidad, ahora algunos todavía se aferran a modelos que predicen una segunda ola», escribe el inmunólogo para luego agregar con ironía: «Dejémosles sus esperanzas. Nunca había visto una rama científica que maniobrara tanto fuera de juego».
En diálogo con La Prensa, Stadler también se refirió a la pérdida de sentido común ante esta pandemia, la importancia de proteger a los grupos de riesgo sin dejarlos encerrados y a la difusión del miedo como estrategia de venta de los medios de comunicación.
– En su columna del 10 de junio usted enumeró una serie de grandes errores que se cometieron desde el comienzo del brote epidémico. ¿Cómo es posible que todo el mundo científico estuviera tan equivocado?
– No se trató del mundo científico por completo. La mayoría de los inmunólogos comparten mi visión, en especial los desarrolladores de vacunas o las compañías que están desarrollando tests de anticuerpos. Gran parte de los científicos no lee fuera de su propio campo, de lo contrario hubieran visto la literatura que me condujo a mis conclusiones. Por ejemplo, el artículo publicado bajo el título «T cells found in Covid-19 patients ‘bode well’ for long-term immunity» en la revista Science, el 14 de mayo último.
– ¿Por qué muchos políticos, profesionales de la salud y la sociedad perdieron el sentido común ante esta pandemia y se dejaron envolver por el miedo?­
– Los humanos tenemos básicamente un cerebro de mono, que funciona según patrones más que por el pensamiento sensato. Para los medios es más fácil obtener clics al difundir el miedo que la ciencia.
– ¿Por qué cree que los epidemiólogos al hacer sus proyecciones estuvieron tanto más interesados en el número de muertes que en el número de personas que podían salvarse?
– La epidemiología siempre fue un campo científico relativamente sin importancia, ya que estábamos acostumbrados a epidemias y pandemias que incluso se han olvidado. Al crear el pánico, muchos epidemiólogos probablemente creyeron que el gobierno los apoyaría con fondos para su investigación.
– ¿Qué opinión le merece la Organización Mundial de la Salud y su actuación frente a este virus?­
– Esta pandemia mostró claramente que cada país y cada región dependían de sí mismos y que la OMS no era de mucha ayuda para la mayoría de ellos.
– Los argentinos hemos soportado más de 100 días de cuarentena. ¿Qué deberían haber sabido los políticos argentinos sobre la eficacia de esta medida? A la luz de las estadísticas, ¿hubiera sido más efectivo proteger solo a los grupos de riesgo?
– Al final de esta pandemia habrá que hacer la misma pregunta en todo el mundo: ¿Alguna de las medidas, como el confinamiento, ha demostrado ser efectiva o habría sido suficiente proteger a las personas vulnerables, al grupo de riesgo?
– ¿Cuáles son las mejores medidas para proteger a los mayores de 65 años y aquellos con enfermedades preexistentes que los hacen más vulnerables frente al virus hasta tanto exista una vacuna?
– Cualquier estrategia que prevenga la infección. Esto significa protegerlos sin ponerlos en una jaula.
– Teniendo en cuenta la similitud del coronavirus con otros virus del resfrío, ¿la potencial vacuna debería indicarse solo para grupos de riesgo?­
– Las vacunaciones siempre deben ser un acto de solidaridad. El problema que podemos encontrar es que, de manera similar a lo que ocurre con la vacuna contra la gripe, la vacuna contra el Sars-CoV-2 podría no ser muy efectiva en personas inmunocomprometidas, como los ancianos.
– ¿Por qué cree que se ha fomentado el uso generalizado del barbijo y el distanciamiento social aunque no exista evidencia contundente sobre la eficacia de estas dos medidas?­
– El distanciamiento social puede haber funcionado, especialmente si se observan los países donde el distanciamiento social es un programa social, como en Japón o Corea. Por otro lado, los barbijos son probablemente un signo de impotencia para crear una impresión de liderazgo. Los Estados Unidos están demostrando actualmente lo inútiles que son los barbijos para combatir el virus.
– El concepto de inmunidad de rebaño vinculado con este virus despertó posiciones encontradas entre científicos. ¿Es posible que la inmunidad de rebaño sea la meta que deberíamos alcanzar? ¿Las cuarentenas obstaculizan de algún modo este proceso natural?­
– La inmunidad de rebaño es lo único que cuenta si uno quiere ganarle a un virus. En muchos países europeos probablemente ya se haya alcanzado la inmunidad parcial de rebaño, ya que la mayoría de las personas tienen una inmunidad básica contra otros virus Corona. Lo descubriremos tan pronto como estén disponibles mejores pruebas de anticuerpos que discriminen entre anticuerpos de reactividad cruzada, neutralizantes y de especificidad amplia. (La Prensa  – Por Agustina Sucri)