Estudiar en pandemia: lo virtual no sustituye al aula presencial

Distintos actores del sistema educativo reflexionaron sobre lo vivido en estos seis meses y pensaron escenarios de cara a la pospandemia.

El sistema educativo fue uno de los sectores que más tuvo que reinventarse debido a la pandemia y se vio obligado a improvisar una nueva modalidad, mediada por lo virtual.

Con intención de analizar esta transformación, estudiantes y trabajadores de la educación reflexionaron sobre lo vivido en estos meses y pensaron escenarios de cara al futuro. Lo que se rescata de los relatos es que, más allá de su utilidad, lo virtual no puede sustituir a la presencialidad.

Francisco tiene 18 años y estudia en el Colegio Nacional de La Plata. El cambio que le generó la pandemia radicó, según dijo, en “pasar de ver a mis amigos todos los días a estar en mi casa todo el día, sin verlos, sin disfrutarlos tanto”, y enfatizó que en cuanto al aprendizaje, “en el aula con la explicación de los profesores alcanzaba y ahora es más complicado, hay más tareas”. En la misma línea, Juan Ignacio, de 16 años, quien cursa quinto año en un colegio platense, lamentó que “con mis amigos casi no me veo, no me junto, no salgo a fiestas” y resaltó que en un futuro seguramente se incluyan medidas de higiene en las escuelas y “se hagan más actividades virtuales”.

En el ámbito universitario, los estudiantes también encontraron dificultades para sostener sus trayectorias. Arturo Nievas cursa la carrera de Geofísica en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). “Las materias aumentaron la exigencia por las clases virtuales al no saber cómo adaptarse, lo que generó deserción o que muchos pierdan la regularidad”, indicó, y resaltó que los problemas económicos también impactaron, “por la pérdida de empleo, el cierre del comedor universitario y la falta de dispositivos para conectarse”.

Agustín Callegari estudia Ingeniería Civil en la UNLP y tuvo que volver a su ciudad, Las Flores, y sostener este año académico desde allá. “En mi carrera se dificultaron las prácticas, pero los profesores hicieron lo posible para que podamos aprender cada materia”, indicó. Hernán Cantet, también estudiante Ingeniería Civil en la UNLP, destacó que “no es lo mismo que te expliquen por una compu que en persona, donde la interacción entre el profesor alumno es distinta que de manera virtual”.

Daiana Toñanez, estudiante de Música Popular en la UNLP, expresó que “la pandemia impactó en la forma de dar clases, cuesta mantener el ritmo y estar ahí, aunque de todas formas es muy bueno ver el esfuerzo de profesores y profesoras, pero no es lo mismo, no se aprende con tanta profundidad”.

En tanto, los docentes aportaron otra mirada al fenómeno de las clases no presenciales. Elisa Marchese trabaja en la Facultad de Humanidades de la UNLP en la carrera de Ciencias de la Educación. “La pandemia impactó muchísimo en la propuesta de enseñanza y en las condiciones de aprendizaje, nos hizo reformular la estrategia en un cortísimo plazo”, analizó, y apuntó: “Aumentó la densidad de trabajo de los docentes, la demanda que hacemos a los estudiantes, la virtualidad hizo que se expanda el aula y que lo que trabajábamos en un día por semana lo trabajemos de lunes a lunes, intercambiando a través de distintas estrategias”. Sobre el futuro, reflexionó: “Va a cambiar mucho el aula presencial, nada reemplaza a la presencialidad, pero en las universidades van a haber nuevas propuestas de enseñanza, va a haber otro diálogo entre la virtualidad y la presencialidad”.

Por su parte, Karina Comas, Profesora en Comunicación Social en escuelas secundarias y en la UNLP, sostuvo que el impacto de la pandemia fue “de manera contundente, imprevista y de forma inédita”, por lo que “tuvimos que ir viendo qué tipo de recursos y herramientas teníamos como para poder seguir con una continuidad pedagógica”. Comas remarcó que será necesario trabajar  “en una educación igualitaria”, ya que “no todos tienen las mismas oportunidades” y apuntó a “entender que todos y todas tienen derecho a la educación”.

Las brechas sociales, en evidencia

El impacto económico de la pandemia fue muy fuerte en los sectores más postergados de la sociedad y esta situación tuvo su reflejo en los espacios de enseñanza.

Camila Reisner es Profesora de Historia en el  Bachillerato Popular “Letra Libre” de La Plata. “Trabajamos en barrios populares con altísima vulnerabilidad social, por lo que no todas y todos tenían accesibilidad a Internet o datos móviles”, expresó, y puntualizó: “Se hizo muy difícil trabajar contenidos, lo que hicimos fue llevar adelante otras estrategias pedagógicas para acompañar a estudiantes que son madres y padres y tienen que sostener su formación en esas circunstancias, se le puso mucho empeño a mantener los lazos pedagógicos, pensando en lo vincular y lo emocional”.

Emilio Lacambra es Profesor de Química en escuelas secundarias de gestión pública y privada y también da clases en la UNLP. Sobre el impacto de la pandemia, hizo hincapié en la intensificación del trabajo que tuvieron los docentes y remarcó que la virtualidad “aumentó esa brecha entre quienes más tienen, material y simbólicamente, y entre quienes menos tienen y eso influyó en nuestro trabajo”. Asimismo, puso el foco en un fenómeno inesperado: “Creo que el cuerpo docente aprendió mucho más rápido a usar la tecnología que los propios alumnos, que supuestamente son nativos digitales, ya que en algunos casos, no sabían enviar un archivo”.

En esa línea, Macarena Basterra, preceptora en dos escuelas de la ciudad de Bahía Blanca, sostuvo que notó “que la gran mayoría de los alumnos no sabía ni siquiera mandar un mail”, por lo que fue un gran trabajo “conseguir que puedan conectarse y mantener ese contacto con los profesores a través del tiempo”. A su vez, consideró que “la pandemia ha tenido un gran impacto en esto de tener la escuela en casa, que no es como cualquier otro home office”, y reflexionó: “Tengo grupos de WhatsApp con todos los profesores, todos los alumnos, todos los padres, con directivos y con compañeros de trabajo, constantemente tenemos mensajes, a cualquier hora, de madrugada, los domingos, es un gran desafío”. (DIB) AR