Fernán Quirós: “A un año de semejante trauma la gente todavía no procesó la angustia”

El ministro de Salud porteño es respetado tanto dentro su espacio político como entre los opositores. En un ping pong político dio su definición sobre los protagonistas de la actualidad

Cuando asumió como ministro de Salud porteño, Fernán Quirós nunca imaginó el grado de exposición que tendría durante su primer año de gestión. El especialista en informática de salud había dejado el Hospital Italiano después de 30 años de carrera para incursionar en la política de la mano de Horacio Rodríguez Larreta. Su objetivo -asegura- era transformar el sistema de salud público de la ciudad de Buenos Aires, pero como todos, vio sus planes alterados por la pandemia de coronavirus.

En un año electoral, el funcionario tiene alto nivel de conocimiento y buena imagen. A pesar de eso, evita involucrarse públicamente en los debates sobre candidaturas y se concentra en hablar de la situación sanitaria.

En una entrevista íntima con Infobae, el ministro habló de todo. De su infancia, de su madre enfermera y del maratonista que quedó en pausa.

Además, opinó sobre los principales referentes de la política; también sobre el plan de vacunación y sus polémicas: “Si vos me preguntás: ¿es razonable que el Presidente o la Vicepresidenta se vacunen? A mí me parece que sí. Estamos hablando sólo de dos vacunas y es un mensaje muy fuerte que ellos lo hagan y lo muestren a la Nación”.

—¿Cuál era su plan inicial cuando asumió como ministro de Salud?

—Bueno, antes de venir habíamos tenido muchas reuniones de trabajo con Horacio y todo el equipo, sobre la posibilidad de desarrollar un plan transformador que eleve al sistema público de salud de la ciudad de Buenos Aires sobre una base de una altísima capacidad técnica y científica. Así que estuvimos trabajando muchos meses en ese plan. Yo dejé mi tarea de 30 años en el Hospital Italiano, con la convicción de que hay una decisión política muy fuerte de transformar el sistema público de salud de la Ciudad y que se cree que todavía puede mejorarse. A los dos meses de estar haciendo las reuniones de trabajo, ocurrió lo que ocurrió con la pandemia, con lo cual tuvimos que refocalizar. Pero no perdimos el tiempo, porque la verdad es que todo este tiempo que estuvimos trabajando en la pandemia, al mismo tiempo construimos una dinámica de equipo, de cooperación con el sistema público que va a ser fundamental para retomar el esfuerzo transformador que vamos a hacer de aquí a terminar la gestión.

—¿Qué hacía antes de ser funcionario?

—Yo me recibí en la Universidad de Buenos Aires. Ejercí allí como profesor en Fisiología Humana, sobre todo, estuve a cargo de Fisiología Respiratoria durante muchísimo tiempo. Y luego empecé mi residencia de clínica, medicina interna, en el Hospital Italiano. A partir de ese momento, me quedé en el hospital. Entré en el año 1988. Desarrollé una carrera como internista y como terapista. Después de ello empecé a trabajar en la gestión sanitaria y trabajamos mucho en el desarrollo del plan de salud del hospital. Luego, pusimos mucho foco en la gestión de la información, la investigación clínica y la gestión de datos. Desarrollamos un departamento de informática en salud que es bastante modelo. Hemos desarrollado historia clínica electrónica, un conjunto de piezas de software muy importantes para la salud. Por último, estuve a cargo de desarrollo estratégico del hospital como vicedirector de planeamiento estratégico desde el año 2012, si mal no recuerdo, hasta el año pasado que vine para aquí. Completé mi formación con una maestría, en Barcelona, de Gobierno y Dirección de Sistemas de Salud. Con toda esa trayectoria me pareció que era momento de devolverle a la sociedad mi capacidad de desarrollarme en términos personales, profesionales y económicos, y por eso me parece que esta etapa de mi vida tiene sentido venir al espacio público y entregar lo que puedo.

—¿Cómo fue su infancia y por qué decidió ser médico?

—Bueno, mi padre era médico cardiólogo pediatra, especializado en hemodinamia pediátrica en el Hospital de Niños, que entiendo fue el primer servicio de hemodinamia pediátrica de Latinoamérica, con todo un equipo que desarrolló la cardiología pediátrica allá por la década del 50 o 60. Mi madre era enfermera. Yo soy el noveno hijo. En mi familia hay todo tipo de profesiones. Algunos de ellos médicos y otros de otras profesiones. Pero desde muy chico me gustó la medicina, siempre tuve el foco puesto en la biología en la escuela, así que siempre tuve la idea de hacerme médico.

—¿Qué le dirían sus padres hoy si estuvieran con vida?

—No sé si algo muy distinto de lo que pensaban antes, porque soy más o menos el mismo. Tengo más visibilidad, tengo más popularidad, pero no soy nada diferente a lo que ellos me facilitaron hacer y me permitieron desarrollar. Así que no se me ocurre que dirían nada muy distinto a lo que ya hayan dicho.

 
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—¿Cómo le cambió la vida estar todos los días en los medios?

—Bueno, fue muy exigente. Yo vine al espacio público a dar, a devolverle a la sociedad lo que pude construir, y me encontré con que el bagaje que yo traía no era suficiente; así que no solamente no estaba en condiciones de dar, sino que tenía que aprender. Así es como puse mucho foco en tratar de aprender las habilidades, competencias y conocimientos que tenía que aprender para poder gestionar esta tamaña dificultad, tamaña complejidad, y una de ellas es la que vos preguntás: la comunicación pública. ¿Y por qué? Porque a mí me gusta insistir que en las pandemias el 70% del resultado, en una sociedad, depende de las decisiones individuales que las personas tomen. Por lo cual la comunicación social, el diálogo con la ciudadanía y la construcción de un acuerdo ciudadano con el gobierno son elementos esenciales en la gestión de la pandemia. Y por eso dedico tanto tiempo a comunicar, a dialogar, a explicar, a transparentar, a responder sobre todas las cosas que hacen a mi responsabilidad y no involucrarme en debates que me desvíen de mi responsabilidad primaria.

—¿Qué cree que la gente necesita hoy o quiere escuchar?

—A mí me parece que hay una cosa que es muy importante, hay que entender lo que llamaríamos psicología social, es decir, qué le pasa a una sociedad y a cada uno de sus individuos cuando vos los exponés a un trauma social de tamaña magnitud y de tamaña duración. Lo llamo: trauma social crónico. Hay que saber muy bien que uno, como responsable del ámbito sanitario, también tiene que gestionar las emociones, las situaciones y los momentos que vive la sociedad. Yo creo que, después de casi un año de semejante trauma, la gente tiene una combinación de angustia, pero una angustia que no está del todo procesada, una necesidad de seguir buscando al culpable. El escenario de la culpabilidad. El escenario de la explicación del porqué, un porqué que es difícil de dar. Y, por otro lado, necesitan una respuesta relativamente inmediata a poder tener una expectativa clara de solución. Creo que lo peor que podríamos hacer es darle a la gente una solución, entre comillas, mágica, decir “esta es la solución, quédense tranquilos que ya está”, porque eso significaría un rebrote de esa angustia, si luego no se cumple.

—¿Hay algo que se comunicó mal en esta pandemia?

—Me parece que por ahí se hizo cierto hincapié en el miedo, considerando que si las personas se daban cuenta del peligro podían tomar decisiones más inteligentes, más alineadas a cuidarse a sí mismos y a los demás. A mí me parece que esa no es una buena estrategia, porque el miedo saca de nosotros siempre la necesidad de buscar un culpable y de retirarnos de la escena, y nosotros necesitamos que todos suban a la escena a aportar algo.

—Llegó el 2021 y seguimos en pandemia, pero ya con la existencia de vacunas. ¿Cómo hay que continuar con la vida diaria?

—Aquí es muy importante poner cada cosa en su lugar y en su magnitud. La pandemia tiene tres instrumentos muy poderosos para gestionarla. El primero es muy importante, es la intensificación del rastreo, el testeo y el aislamiento de los enfermos. Si vos no podés rastrear, testear y aislar es muy difícil entender cómo va corriendo la pandemia y cómo tenés que cuidarte. El segundo, la construcción de ciudadanía. Un ciudadano que no solamente tiene información precisa y apropiada, sino que aparte está dispuesto a hacer algo, a aportar algo, en lugar de solamente observar la realidad. Y el tercer componente esencial es la vacuna. La vacunación en todo, y en la Argentina seguramente también, va a ser progresiva. Es decir, primero es una vacunación orientada a los grupos de riesgo y eso es muy importante aclararlo, hay que vacunar a todos los grupos de riesgo, tanto a los trabajadores de la salud, a los mayores de 60 años, a los institucionalizados, a los estratégicos y a los de 18 a 59 con alguna enfermedad acompañante. Ahora, esa vacunación va a durar, seguramente en la Argentina, hasta el mes de abril y mayo, va a seguir, y para el mes de junio, probablemente, hayamos terminado con todos los grupos de riesgo. Ese proceso de vacunación es esencial, porque si el virus corre y los grupos de riesgo están vacunados lo que va a haber es gente con enfermedades leves, pero no va a haber daño social. Es decir, habrá una segunda ola, habrá circulación viral, pero no va a haber daño severo en la sociedad. Y eso es lo que tenemos que lograr.

—¿Qué opina de las vacunas que se dan por debajo de la mesa?

—Bueno, todos tenemos que trabajar mucho. Nosotros, en nuestra jurisdicción, trabajamos muchísimo en eso. Pero, en parte, es lo que hablábamos recién, porque cuando vos decís “estamos en la etapa de vacunar solo a los trabajadores de la salud”, quiere decir que solo los trabajadores de la salud se pueden vacunar. Y no hay ninguna duda de ello. Ese me parece que es un primer componente. Y lo otro es hacer supervisión permanente, por supuesto que hay que cuidar muchísimo estos temas, por una cuestión de equidad.

—¿Qué opina de la vacuna rusa?

—A mí me parece que, al ser una de las primeras vacunas que han avanzado, como las otras que han avanzado primero, tienen características relativamente comunes. Estas han demostrado tener una alta capacidad de evitar la enfermedad, de eficacia. Y, sobre todo, algo que es muy, muy importante, todas ellas evitan de una manera muy contundente la enfermedad grave, la internación en terapia intensiva y la enfermedad mortal, porque si vos y yo tenemos un resfrío común no va a ser un problema, ahora, si eso se transforma en una internación en terapia intensiva y en un daño fatal sería dramático. Todas las vacunas han demostrado en el corto y en el mediano plazo ser suficientemente seguras, y la vacuna Sputnik V también. Uno de los aprendizajes que hay que tener en esta pandemia: el mundo no está preparado para gestionar catástrofes universales.

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—¿Usted se vacunó?

— No, no, todavía no me vacuné.

—¿Por qué?

— ¿Qué decimos nosotros?, que el grupo que se está vacunando ahora es el de los trabajadores de la salud. Nadie que no sea un trabajador de la salud se tiene que vacunar. Porque el mensaje tiene que ser bien claro, vamos a ir por este orden.

—¿Qué opina de los intendentes que se vacunaron, de los gobernadores que también se vacunan?

—Hay dos argumentos, uno es lo que yo acabo de describir, y el segundo argumento es bueno también: tenemos que convencer a la gente demostrando que, si ellos se vacunan, la gente se sentirá segura de hacerlo. Las dos cosas son valederas en términos conceptuales.

A mí me parece que en un escenario de pocas vacunas, lo que hay que hacer es dedicar las vacunas para los que se tienen que vacunar

Ahora, si vos me preguntás: ¿es razonable que el Presidente o la Vicepresidenta se vacunen? A mí me parece que sí. Estamos hablando sólo de dos vacunas y es un mensaje muy fuerte que ellos lo hagan y lo muestren a la Nación. Sin embargo, llevar eso a escalas infinitas me parece que no agrega demasiado. Hay ya suficiente gente que se quiere vacunar, y lo único que hace es dar una imagen relativamente confusa de cuál es el orden de prioridades que la Nación dispuso en su plan estratégico.

—Usted sabe que cada vez que está de invitado en un programa de televisión, el rating sube. Ese dato no es menor a la hora de medir y elegir a un potencial candidato. ¿Usted se siente político?

—Sí, pero vos fijate por qué razón a la gente le gusta escucharme. Primero, porque trato de ser lo más honesto, transparente y profesional que puedo en la comunicación. Pero además porque lo que he propuesto desde el primer día es utilizar esta interfaz, que es el periodismo y las cámaras, para poder encontrar un nivel de diálogo en donde nos pongamos de acuerdo en cómo nos vamos a cuidar. Desde el primer día fue así y nunca he cambiado esa mirada. Entonces, yo creo que en buena parte la gente me sigue porque siente que, de alguna manera, propongo una forma de cuidarnos, y esa parte importante de la sociedad lo puede comprender, lo valora y lo respeta. Eso es lo que tengo que hacer y para mí eso no es política, es cumplir con la responsabilidad que tiene un funcionario público que está al servicio de la sociedad.

—¿Aceptaría ser candidato en las próximas elecciones?

—Me llevás a un lugar donde no es que no quiera, es que realmente no me parece importante. Y no me parece importante tampoco dedicar mucho tiempo de la comunicación con la gente a eso. Con lo cual te diría, al día de hoy, yo soy un médico que se vino al pabellón público para hacer salud pública, porque Horacio mostró la decisión política de transformar el sistema público de salud y lo está demostrando en esta pandemia. Todo lo demás vendrá después. Incluso la autocrítica o la revisión de qué cosas podríamos hacer mejor. Son todas cuestiones que se hacen después de salir de un lugar donde la gente está sufriendo y la está pasando mal.

—¿Qué opina de la suspensión de las PASO?

—Lo primero que tengo para decirte es que yo tengo el 100% de mi energía y mi foco en el cuidado de la ciudadanía en esta pandemia; pero decididamente hay una cuestión que creo que está en el debate y somos los argentinos, a mi juicio, los que tenemos que seguir insistiendo en seguir haciéndolo cada vez mejor. Dos aspectos que para mí son muy importantes, el respeto a las instituciones como primera medida; y el segundo aspecto es el respeto por las reglas. Es decir,me parece que cambiar las reglas a último momento no es una buena estrategia, más allá de que algunos argumentos que se esgrimen son razonables. Pero me parece que si nosotros seguimos aprendiendo a cuidar y a respetar las instituciones de un lado, y a cuidar y respetar las reglas de los acuerdos del otro, seguramente, vamos a evolucionar como nación y como sociedad.

—¿Como ciudadano hay algo que le avergüence de la política argentina?

—A mí me da mucha pena que dada esta dinámica política que se ha generado en los últimos años, o un par de décadas, estemos perdiendo la capacidad de aprender de nuestras experiencias, de la diversidad de pensamientos y de miradas. Yo creo que es muy importante volver a reflexionar sobre este aspecto. No somos ni buenos ni malos, todos tenemos algún componente que puede no gustarnos y algún otro que nos puede gustar mucho. A la sociedad no la van a sacar adelante los políticos ni las autoridades de turno, a la sociedad la va a llevar adelante la convicción ciudadana de que este es el camino que hay que llevar.

Ping pong político

 
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Ping Pong a Fernán Quirós

—¿Horacio Rodríguez Larreta?

—Yo creo que es un gran político argentino y un gran líder.

—¿María Eugenia Vidal?

—Una mujer con una sensibilidad, una empatía y una capacidad de construcción muy importante.

—¿Mauricio Macri?

—Un líder que ha visto la necesidad de una construcción política diferente y ha sido capaz de construirla.

—¿Patricia Bullrich?

—Una mujer con enormes convicciones y capacidad de ejecutar aquellas cosas que se compromete a hacer.

—¿Alberto Fernández?

—Un presidente que ha tratado de aprender y coordinar una situación absolutamente inédita y difícil para la Argentina, con sus criterios y con su mirada, que a veces es diferente a la mía, pero siempre haciendo el mayor esfuerzo posible.

—Cuándo dice diferente a la mía, ¿a qué se refiere?

—Bueno, porque tenemos miradas diferentes en los espacios políticos. Pero yo diría que los argentinos tenemos una larga trayectoria de dedicarnos a ver cómo horadamos la credibilidad de otro para parecer más creíbles nosotros. Y así no se evoluciona, se evoluciona respetando los talentos del otro y mostrando que uno tiene talentos diferenciales. Entonces, en ese escenario, siempre trato de encontrar en el otro qué parte de talento se puede mirar para aprender.

—¿Ginés González García?

—Una persona que tiene una enorme trayectoria en la salud pública. Que es un gran constructor de equipos, al cual respeto mucho. Tengo, a veces, nuevamente, miradas diversas de cómo se resuelven algunas cuestiones técnicas, pero le tengo mucho respeto por lo que es y por lo que es capaz de construir.

—¿Daniel Gollán?

—Un ministro que le ha tocado una situación muy difícil y con el cual he coordinado de manera apropiada las tareas operativas regionales y que tenemos estilos diferentes.

—¿Máximo Kirchner?

—Bueno, Máximo es un representante de un espacio político muy relevante. La arena de la política no es mi expertise, pero lo que puedo decir es que es una persona que todo el mundo valora, porque es capaz de dialogar y acordar, y es un representante importantísimo de un espacio político.

—¿Cristina Fernández de Kirchner?

—Una líder, digamos, muy representativa de la historia reciente argentina, que tiene algunas convicciones que yo puedo compartir y que tiene algunas formas de construir o de llevar la política que a veces siento que debe ser diferente.

— Si tuviera que elegir una cena entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, ¿con quién elegiría cenar?

—Con ambos. Vuelvo a mi planteo, se ha puesto de moda esto de la grieta, en la que las personas que piensan diferente tienen una categoría despectiva y negativa, y con el cual no hay nada con qué vincularse, solamente hay que castigarlo. Luego, hay una cosa más intermedia: que al que piensa diferente hay que convencerlo de que piense como uno. Yo no creo en la negación y el maltrato al otro porque piense diferente, ni tratar de convencer a la gente porque cada uno es adulto. Lo que hay que construir son diálogos de reflexión y cada uno, al revés de querer convencer al otro, lo que yo hago cuando hablo con gente que piensa diferente o actúa diferente, trato de ver qué puedo aprender de eso que yo pueda compartir. Porque eso me hace mejor a mí después del diálogo.

Algo personal

Ferán Quirós durante la charla con InfobaeFerán Quirós durante la charla con Infobae

—¿Cómo convive su familia con su presente?

—Bueno, la compañera de mi vida es epidemióloga, así que está totalmente dedicada a esto también. Compartimos mucho y aprendemos mucho juntos. A mis hijos les gustaría estar más tiempo con su padre, hago lo que puedo para estar con ellos.

—¿Cuántos hijos tiene?

—Tengo uno de 24, uno de 16 y una de 12 años, bastante distribuidos en edades. Y la verdad que ellos, por supuesto, que lo que quisieran es que compartamos más cosas. Igual tenemos un lindo vínculo, siempre nos hacemos nuestro ratito. Así que mantenemos ese diálogo. Y sobre todo algo que, para mí, para nosotros diría, algo muy importante es acompañar a los chicos en encontrar quiénes son y qué quieren ser. Esa tarea hay que hacerla también con presencia física.

—¿En qué momento del día se desconecta del trabajo y qué hace?

—Te diría que no sabría decirte cuándo fue el último año que pasó. Hemos tenido demasiado el foco. A lo mejor me gusta entrenar corriendo, he corrido toda mi vida, soy maratonista digamos. Ahora soy lo que quedó de un maratonista.

—¿A qué hora se despierta?

—Me levanto temprano, a las seis o seis y algo, siempre. Y, lamentablemente, por esta cuestión de la comunicación y por los horarios de los programas a veces me acuesto muy tarde. Así que se hace difícil.

—¿Cómo se lleva con su teléfono?

—Bueno, el teléfono en todo hueco que tengo lo tomo y voy, como hacemos todos, limpiando los mensajes. Me dedico, a veces, cuando tengo un viaje de diez o quince minutos en el auto. Hago lo que puedo con el teléfono, lo voy atendiendo en los períodos que puedo. Hablar por teléfono hablo muy poco.

—¿Qué va a hacer cuando se termine la pandemia?

—Cuando termine la angustia y la pandemia lo primero que voy a hacer es dedicarme a curar mis propias emociones. Cuando pase eso me voy a dedicar a llorar, como una representación de poder empezar a curar mi propio derrotero de este año. Además, si vos me preguntás a mí “¿qué te gustaría que pase cuando termine la pandemia?”, te diría que los ciudadanos del mundo, pero particularmente de la Argentina y de la ciudad de Buenos Aires, seamos capaces de reflexionar qué nos pasó y por qué llegamos aquí. Y si no tenemos la oportunidad de hacerlo, va a ser una pérdida histórica que solamente nos va a llevar a repetir la historia.

 

(Fuente:Infoabe)