Francisco proclamó a diez nuevos santos, entre ellos a la Hermana Francisca Rubatto

La religiosa italiana María Francisca de Jesús Rubatto tuvo un importante desempeño en Sudamérica.

El papa Francisco proclamó a diez nuevos santos cuyas vidas “fueron un reflejo de Dios en la historia”, ante una plaza de San Pedro colmada de fieles.

Se trata de Titus Brandsma, Lázaro conocido como Devasahayam, César de Bus, Luigi Maria Palazzolo, Justin Maria Russolillo, Carlos de Foucauld, Marie Rivier, María Francisca de Jesús Rubatto, Maria di Gesù Santocanale y Maria Domenica Mantovani.

Francisco destacó que la santidad no es una meta inalcanzable, sino que debemos “buscarla y abrazarla en la cotidianidad, en el polvo del camino, en los afanes de la vida concreta”.

“El amor que recibimos del Señor es la fuerza que transforma nuestra vida, nos ensancha el corazón y nos predispone para amar. Por eso Jesús dice ‘así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros’. No es solamente una invitación a imitar el amor de Jesús, significa que sólo podemos amar porque Él nos ha amado, porque da a nuestros corazones su mismo Espíritu, Espíritu de santidad, amor que nos sana y nos transforma”, añadió.

María Francisca de Jesús Rubatto (iglesiacatolica.org.uy)

La religiosa italiana María Francisca de Jesús Rubatto -la hermana Francisca-, tuvo un importante desempeño en Sudamérica, y en Argentina, fundó escuelas en las localidades santafesinas de Rosario, Sastre, Las Rosas y María Juana.

Ana María Rubatto -la Hermana Francisca- nació en la localidad piamontesa de Carmagnola, en Italia, en 1844, y de joven visitaba enfermos y participaba activamente con los más desprotegidos en los oratorios salesianos de Turín.

En 1885, inspirada en el capuchino Angélico Lipani, fundó la Congregación Hermanas Capuchinas de Loano y dedicó su carisma a la atención de enfermos, especialmente de los niños y jóvenes vulnerables.

Años más tarde, viajó a América Latina con un grupo de monjas, donde ofrecieron su misión en el nordeste de Brasil, en Argentina y en Uruguay.

Monseñor Antonio Mariano Espinosa, arzobispo de Buenos Aires, invitó a la ahora “santa uruguaya” a abrir una casa en Argentina donde, con el paso de los años, lograron fundar varias escuelas, entre ellas las que se encuentran ubicadas en las ciudades santafesinas de Rosario, Las Rosas y Sastre y en la localidad de María Juana.

Actualmente la congregación tiene casas en nueve países: Italia, Camerún, Etiopía, Kenia, Malawi, Eritrea, Argentina, Brasil, Perú y Uruguay.

La Hermana Francisca falleció en Montevideo en 1904. En su testamento pidió ser enterrada “en medio de mis queridos pobres”.

El santuario donde descansan los restos de la Hermana Francisca.

Hoy sus restos descansan en el Santuario ubicado en el barrio de Belvedere, en Montevideo, donde se radicó a su llegada a Sudamérica.