La alternancia es un valor que las democracias deben perseguir

Alfredo Perona en el Día del Periodista

En el marco del acto oficial por el Día del Periodista, realizado el miércoles pasado en la Plazoleta del Cuarto Poder, Alfredo Perona hizo uso de la palabra en nombre del Círculo Periodístico expresando lo siguiente:
«Otro 7 de junio vuelve a convocarnos en este emblemático lugar que recuerda los inicios de la actividad periodística en nuestro país.
Y si bien es cierto que debemos honrar nuestro pasado manteniendo el legado en la memoria colectiva, no resulta menos cierto que también debemos, desde los valores del pasado, resignificar de modo permanente nuestro presente y, por ende, nuestra propia labor profesional.
Hace varios años me tocó la dicha de poder hablar en nombre de mis compañeros y colegas en esta misma fecha. En aquella oportunidad elegí hablar del particular momento que comenzaba a atravesar la labor periodística en nuestro país y, por qué no, en nuestra ciudad. En aquel entonces la labor periodística, el rol profesional, había pasado a un segundo plano. Nuestra producción laboral tampoco resultaba lo más significativa. Por el contrario, lo que había ganado protagonismo era saber ‘quién era’ el periodista, a qué intereses respondía supuestamente y qué supuesto lineamiento ideológico o político tenía como una suerte de ordenador disciplinario.
Buena parte de la sociedad dejó de prestar interés en saber si lo que se decía o expresaba era correcto o incorrecto, si era verdadero o falso. Así, se sostuvo un peligroso vicio que raya lo antidemocrático: el vicio de no denostar lo que se dice sino a quien lo dice. Esa actitud y decir ‘vos no tenés derecho a hablar’ están apenas separadas por una delgada línea.
Por estos días se avizora que como sociedad estamos comenzando a superar esa suerte de vicio, volviendo a discutir y debatir temas, no personas.
Sin embargo, todavía aún podemos incurrir en un vicio aún mucho más viejo y arraigado: querer tener la razón en desmedro de alcanzar la verdad.
No solo intereses espurios o la búsqueda de la manipulación ideológica del otro nos lleva a renegar de la verdad. También las convicciones, las adhesiones o las identificaciones a algún espacio político o movimiento social puede obnubilarnos con el fin de imponer nuestras razones antes que buscar la verdad.
La construcción del bien común debe ser el fin a perseguir en cualquier circunstancia, e incluso por sobre cualquier otro fin. Eso sí, no a cualquier costo. Porque si entendemos que el bien común se alcanza tolerando mentiras, corrupción o cualquier tipo de violencia, en definitiva no es bien común, o, en el mejor de los casos, puede llegar a ser el bien de una mayoría que se impone a cualquier costo.
Es así que, sobre todo nosotros los periodistas, no debemos perder el horizonte de que nuestra razón de existencia primera es la búsqueda de la verdad y, una vez hallada, transmitir lo más imparcialmente posible esa verdad. Esa debe ser en definitiva nuestra producción periodística, el bien que muchas personas deciden consumir para su información, formación o entretenimiento.
A lo largo de la historia, reflejada en sin fines de artículos o transmisiones periodísticas, los argentinos nos hemos enfrentado por tener la razón, dejando de lado el hecho de que alcanzar la verdad o el consenso supone que en primer término debemos estar abiertos al hecho de que parte de la verdad siempre la voy a encontrar en el otro, aunque ese otro signifique una postura antagónica.
Creer que ‘solo la verdad nos hará libre’, significa que la mentira, la manipulación o cualquier fanatismo no nos permitirán tomar las decisiones correctas, y la única manera de tomar decisiones correctas es garantizando que estas sean tomadas en un marco total de libertad. Y si solo la verdad nos hará libres, entonces la verdad, aunque nos duela, es lo que debemos perseguir.
La verdad nos permite crecer, tener la razón solo nos permite ganar. Y ganar, en términos capitalistas, se vuelve el fin. Y también, en términos capitalistas, el fin se persigue a cualquier precio.
Para terminar, y a modo de ejemplo, se ha sostenido desde las ciencias políticas, desde la propia filosofía política e incluso desde las ciencias históricas, que la alternancia es un valor que las democracias deben perseguir. Y eso constituye para amplias mayorías desapasionadas un concepto muy cercano a la verdad. Hoy tanto la ciudad, como la Provincia como la Nación viven procesos de gobierno que ejemplifican que la alternancia debe darse.
Bajo ningún punto de vista la alternancia puede tomarse como una solución a los problemas ni como algo superador de lo que estaba. Porque, en todo caso, todos somos partícipes de los procesos políticos, des sus logros y yerros.
Pero si la alternancia nos genera pavor, flaco favor hacemos a la construcción de la verdad. Hoy debemos ser críticos del poder, y en el marco del respeto incomodarlo cada vez que podamos. Pero creyendo que la alternancia es un valor, y que lo consideramos valor porque es parte de esa verdad que buscamos.
No tengo el ánimo en estas palabras de tener razón. Solo tengo el deseo de que ojalá nos motiven o nos sigan motivando a continuar la búsqueda de la verdad, no convenga o no, nos guste o no, nos duela o no.

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