Mirta Alvarez, la concertista chascomunense que hace dos meses está varada en Japón

Coronavirus
«Varada en Tokio» bien podría ser una composición de su autoría, emulando aquel «Anclao en París» inmortalizado por Carlos Gardel. En su caso, no van para diez años ni se trata de Montmartre. Mirta Álvarez es guitarrista, compositora y cantante, una concertista exquisita que con su arte recorre las principales capitales del mundo interpretando su repertorio de música argentina. En medio de esa faena, en un tour por Japón que incluía varias presentaciones y clases magistrales, la encontró la pandemia del coronavirus, la consecuente cuarentena y la suspensión de vuelos. Aún hoy, continúa confinada en Tokio, ciudad a la que llegó el 18 de febrero, y hospedada en la casa de una familia que, solidariamente, le abrió sus puertas. «Mi gira terminaba el 29 de marzo con la última presentación en Ibaraki, ya que por mi agenda debía estar en abril brindando conciertos en Bariloche, Villa la Angostura y San Martín de Los Andes, y luego en Misiones», explica a La Nación Álvarez, quien también es docente y tiene a su cargo varias cátedras en la Escuela de Música Popular de Avellaneda.

En reciprocidad a la contención que le están ofreciendo los japoneses, retribuye el gesto desde su arte: «A modo de agradecimiento por tan generoso gesto, les estoy brindando clases semanales de guitarra y música argentina».
Sin fecha confirmada de regreso, la artista vive el aislamiento como una verdadera aventura de supervivencia, mientras evalúa las opciones de los vuelos de repatriación que le permitirían regresar al país, aunque, hasta ahora, los altos costos de los tickets le impiden volver. «Estoy muy agradecida a la familia que me aloja porque me evita pagar un alquiler elevado», reconoce la artista que apeló a la posibilidad de la tecnología para poder continuar con sus clases de guitarra de manera on line , tarea no sencilla teniendo en cuenta la diferencia horaria entre ella y sus alumnos en Argentina: «Vivo gracias a eso y a los honorarios de los conciertos ya ofrecidos».

Chascomús,
su ciudad natal
Especializada en guitarra tango y guitarra folklore, y discípula de nombres como los de Kelo Palacios y Aníbal Arias, Mirta Álvarez decidió, ni bien se recibió de Profesora Superior de Guitarra en Chascomús, su ciudad natal, que lo suyo sería no solo la docencia sino la posibilidad de ofrecer su talento desde los escenarios del mundo como cantante e intérprete de ese instrumento que ya es una extensión de su propio cuerpo. Esos sueños no incluían la posibilidad de quedar confinada a casi 20.000 kilómetros de distancia de su residencia porteña, luego de ofrecer sus conciertos en salas como el Munetsugu Hall en Nagoya o el Palacio de la Guitarra en Ibaraki.

-¿Con qué situación sanitaria te encontraste al llegar a Japón y cómo se desarrollaron los primeros conciertos de tu tour?
-La gira se desarrolló con normalidad y con la responsabilidad de los organizadores, que siempre cuidaron del público y de mí. El cuidado y medidas de higiene en las salas fueron muy atendidos, a veces limitando el número de público y todos siempre con barbijo. Desde que llegué a Japón, antes de la cuarentena, me sorprendió la limpieza en los trenes y subtes, en las calles y en los lugares públicos. Todavía Japón no tenía estado de emergencia, sino un distanciamiento sugerido.

-¿Tuviste que suspender presentaciones?
-Solo se cancelaron dos conciertos.
La concertista iba a realizar una segunda gira internacional desde mayo a julio, tocando en escenarios de Italia, Suiza, España, y Francia. Si bien Europa está iniciando un proceso de apertura, aún los espectáculos públicos permanecen suspendidos, razón por la cual, la gira de la guitarrista no se concretará en las fechas pautadas. Indudablemente, la pandemia ha trastocado las agendas. Pensar en certezas futuras es casi una utopía, lo cual conlleva, las consecuencias económicas. Mirta Álvarez debió pedir una extensa licencia en sus puestos docentes para poder concretar una gira que no está sucediendo: «Como muchos músicos y todo el sector artístico que padece esta realidad, toda mi actividad fue cancelada», explica la concertista que participa frecuentemente en el prestigioso festival Guitarras del Mundo.

-¿Cuándo tenías previsto regresar a Argentina?
-El 30 de marzo debía tomar el vuelo de regreso a Buenos Aires, pero, dada la situación que se vivía mundialmente, el mismo se canceló. Además, el cierre de fronteras de nuestro país imposibilitaba mi regreso. En ese momento, en Japón comenzaba el estado de emergencia. La cuarentena se decretó desde los primeros días de abril y todavía continua.

-Además de dictar clases, ¿cómo es tu vida diaria en Tokio?
-Salgo solo lo imprescindible para hacer alguna compra de comida. Sé que muchos argentinos fuera del país están sufriendo una realidad muy dura por la pandemia, así que me siento favorecida a la luz de la música, estudiando, componiendo, escribiendo arreglos, además de las clases on line, ya que debo seguir pagando todos mis gastos de Buenos Aires. Además, aquí la gente es muy amable y tranquila.

– ¿Cómo es el vínculo, a la distancia, con tus alumnos?
-Es una felicidad ver sus avances, son un abrazo enorme que me ayudan a sostenerme y contenerme en este momento.
En Japón, con la llegada de la primavera que expone la explosión de los cerezos en flor, todo un símbolo del país, el gobierno comenzó a flexibilizar restricciones, aunque no todas las zonas en las que se divide el país, llamadas prefecturas, gozan de las mismas libertades. Tokio, como todo gran centro urbano, aún mantiene un confinamiento más estricto, pero no total. Con frecuencia, Álvarez se dirige a la Embajada Argentina para conocer las nuevas posibilidades de vuelos económicamente accesibles. Por ahora, sin fecha de regreso, permanecerá en Tokio a la espera de una posibilidad viable.
Mirta Álvarez nació en el seno de una familia donde la música formaba parte del lenguaje cotidiano. «Se amaba el folklore y el tango. Mi bisabuela, según cuenta mi abuela, tocaba el acordeón. Mi tío es payador, mi hermana cantante y pianista». El ADN de la concertista es auténticamente artístico, razón por la cual sus padres Laura y Roberto la alentaron a seguir su prematuro sueño a los siete años. «Mi música es mi patria que cada día que me protege. Tengo una estampita de Osvaldo Pugliese que siempre me acompaña, seguramente será él, que es el santo de los músicos, el que me cuida», finaliza la concertista que encuentra en la composición de próceres como Atahualpa Yupanqui, Astor Piazzolla, Horacio Salgán, Osvaldo Pugliese y Anibal Troilo sonidos inspiradores. Esos mismos que hoy le permiten tener más cerca a sus afectos, aun cuando desde su ventana observe los cerezos en flor y se encuentre a pocos minutos del Santuario Meiji y de aquella monumental Torre de Tokio que es todo un símbolo de la ciudad. De esa ciudad que le ofreció el aplauso del público y la calidez de quienes hoy la cobijan y contienen ante la imposibilidad de poder regresar a su lugar en el mundo. Efectos de la peste moderna llamada Covid-19.
(Fuente: La Nación
Por Pablo Mascareño)