Panorama político bonaerense: El difícil equilibrio posible

El juego de simetrías opuesta de Kicillof y Larreta ante la opción que tomó Fernández de prorrogar la pandemia. El paquete de ayuda social, entre la diferenciación de hecho y el realismo conurbanero. Bullrich y los Macri, juego interno al palo en PRO.

La prórroga de las medidas de cuidado que decretó el presidente Alberto Fernández expresa un doble punto de equilibrio posible a esta altura de la pandemia. Es un balance entre la delicadísima situación sanitaria que golpea al AMBA y la no menos compleja crisis económica que impacto sobre todo al Conurbano. Y a la vez, balancea las necesidades y los reclamos políticos de los dos actores que gobiernan ese basto entramado urbano, Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta.

La batalla que aún sostiene por la presencialidad escolar exime de mayor comentario respecto de que el jefe de Gobierno porteño quería que la nueva etapa fuese un poco más “aperturista” de lo que terminó siendo. El Gobernador, por su parte, buscaba un cierre mayor del que se dispuso, como él mismo dejó en claro cuando anunció las medidas que se aplicarán en la Provincia, en un tramo de discurso que además buscó respaldar a sus funcionarios (Gollan, Kreplak y Berni) que había pedido en público 15 días de fase 1 dura. Desde ese punto de vista, la decisión de Fernández fue un camino intermedio.

Está claro que esa simetría de opuestos no puede extremarse, porque Larreta es un jefe opositor y Kicillof juega en tándem cerrado con el Presidente. Pero la pandemia a veces desquicia el juego político y obliga a definiciones al límite. Ejemplos: El Gobernador respiró cuando confirmó, muy tarde el jueves, que no se iba a aplicar la idea del ministro de Educación, Nicolás Trotta, de una “presencialidad administrada” en los colegios. “Hubiese sido un triunfo de Larreta, temimos que ocurra”, se sinceraron en su entorno. Para el Jefe de Gobierno, en tanto, fue la oportunidad de prolongar una batalla que lo devolvió a la centralidad en Juntos por el Cambio. Pero al precio de hacer emerger la interna con el sector duro de PRO que en público representa Patricia Bullrich. En el reproche de tibieza por haber cerrado una parte de los aulas de los colegios secundarios –algo que de hecho ya venía haciendo- late, además, la sombra de Mauricio Macri.

Es verdad que el modo en que fue presentada por el Presidente le dio un aire de resolución inesperada, pero el Gobernador la barajaba como la alternativa más probable desde al menos una semana antes. Aquí mismo se consignó ese escenario el domingo pasado, a raíz de la lectura que se hacía en La Plata de la  ecuación entre curva de casos, camas disponibles y la dificultosa llegada de vacunas. Por eso, Kicillof se enfocó en su propia sorpresa: Conjurar el otro estallido posible, el de una situación social muy compleja en el Conurbano que se retroalimenta en un espiral negativo con los cierres que impone el virus. De ahí el paquete de ayuda productiva y social de $70 mil millones que lanzó. En los hechos, sonó a diferenciación de un Fernández que venía de anunciar el refuerzo de la AUH pero que se zambulló en la nueva etapa sin novedades en el campo de la contención social. Como fuere, calibrar las medidas en ese territorio es el mayor desafío para el Gobernador. El caso de las ferias barriales es un ejemplo. Epicentro de una economía de subsistencia, funcionan por fuera de cualquier protocolo o control. Varios intendentes, preocupados, le pidieron que las ponga en caja (también que el comercio cierre a las 18), pero ninguno de ellos pudo asegurar los controles necesarios para que la medida no gire en el vacío. Esas dificultades también impactan en el interior: Guillermo Montenegro sostuvo el pedido  a Carla Vizzotti para que saque a Mar del Plata de la zona de “Alarma” con argumentos médicos. Pero el quiebre económico late detrás.

 Señales

La irrupción interna de Bullrich no se dio en el vacío. Unas horas antes, Jorge Macri, el jefe de PRO bonaerense, había dado una definición fuerte. Dijo que en medio de la pandemia nadie que tenga cargos ejecutivos debería ser candidato este año. Aunque alguien pueda pensar que se autoexcluyó, el destinatario real es otro: Diego Santilli, el dos de Larrreta, que no descarta pelear por la cabeza de la lista de diputados nacionales por la Provincia, convencido de que el juego electoral de María Eugenia Vidal, si se da, será porteño y no bonaerense.

Es, claro, una pelea atada a mil condicionalidades. Una no menor es la realización o no de las PASO, algo que parecía acordado pero ahora entró en duda. La propia Bullrich torpedeó ese principio de entendimiento con el Frente de Todos. Dicen que porque sospecha de un acuerdo entre Larreta y el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro para bajar las internas. Si fuese cierto, sería todo un dato para provincia, donde se necesita una ley para dar ese paso, que Kicillof no está en condiciones de garantizar. (Por Andrés Lavaselli – DIB )