Panorama político bonaerense: Los nudos que atan y desatan las PASO

El impacto bonaerense de la pelea que otra vez quieren dar los gobernadores. Un problema para Kicillof pero también un desafío para Juntos por el Cambio.

El guiño presidencial que, en forma de decreto, podría habilitar la discusión de la suspensión de las PASO en el Congreso, introduce un elemento de stress inesperado en el sistema político bonaerense, que ya daba por caída esa posibilidad. Quien más lo sufre es el gobernador Axel Kicillof, que queda expuesto a dar una batalla contra la indicación básica del arte de la guerra: casi no tiene chance de ganarla. Pero también es un desafío para una oposición en proceso de cambio.

Solo una salvedad impide leer el decreto 38/21, el que permite incluir el expediente PASO en las sesiones extraordinarias, como una –otra-marcha atrás de Alberto Fernández: él nunca le había subido ni bajado el pulgar en público a la idea. Es cierto que la suspensión sonaba a hecho consumado en diciembre y después se desinfló hasta el punto que de parecía archivada. Ahora resucitó, pero los vaivenes no pueden achacarse del todo al  Presidente, que siempre dijo que dará el OK solo si hay acuerdo pleno de la oposición.

El grupo de gobernadores que impulsa la suspensión mostró, en un encuentro en Chilecito, La Rioja, una foto que incluyó a dos opositores dando el sí al plan: Morales y Valdés. Es dudoso, sin embargo, que ese scrum aporte el nivel de acuerdo que pide el Presidente. En principio, hay otros opositores, como Rodríguez Larreta y Suárez, que no se suman. La opción que tomó el salteño Saenz, adelantar los comicios locales para asegurarlos y respaldar a la vez la suspensión nacional, tampoco parece resolver nada.

Los interrogantes principales, sin embargo, llegan de Buenos Aires. El principal: Todavía no está claro si Máximo Kirchner, a quien se atribuye la reticencia que  casi dio por tierra con el plan suspensivo original, ahora lo acepta. Cerca del líder de La Cámpora dicen que las internas innegociables son las de 2023, no las de este año. Hay que entender esa posición a la luz de la posibilidad de que finalmente no se dé lo que todos los intendentes dan por hecho a esta altura: que se suspenda la ley que les impide reelegir una vez más.

La otra incógnita tiene que ver con la viabilidad de fondo de la iniciativa. La provincia no adhirió, como otras jurisdicciones, a  la ley de PASO nacional: tiene una propia. Por eso, para que no haya internas en las categorías bonaerenses de la elección de octubre, debería sancionarse una norma en la Legislatura que las suspenda. Como un rayo, ese detalle reenvía la cuestión a la mayoría que tiene Juntos por el Cambio en el Senado bonaerense, que le permite bloquear la iniciativa que quiera, al menos desde los números.

Esa es la razón de la reticencia de Kicillof, que no se suma al pedido de sus compañeros gobernadores y trata el tema con el Presidente y Cristina. “No quiere en una pelea que difícilmente pueda ganar”, dicen en su entorno. Traducido: solo se sumará a una presión sobre la oposición si no queda otro remedio. JpC ya le había avisado en diciembre y ahora le reiteró: No tiene intenciones de facilitarle la suspensión, aunque aceptaría  un esquema que quite la obligatoriedad de la elección en los casos en que no haya más de un candidato.

El planteo es políticamente poco viable, pero tiene una virtud: revela que, aunque se esgrimen motivos como la situación sanitaria y el gasto que insume una PASO, sobre todo cuando hay lista única, lo que hay de fondo es un cálculo político. Al oficialismo no le molestan las internas porque, en el poder, está más ordenado. La oposición las quiere, porque en el llano, sin el Estado para compensar a quienes resultan derrotados y quedan fuera de las listas, se expone a una fractura.

Este tema, además, expone una paradoja básica de JpC bonaerense hoy: Los candidatos se multiplican pero para 2023. Pocos quieren representar el espacio este año, porque ante un Frente de Todos que permanece unido, el triunfo es difícil. Es cierto que podría haber un premio a la valentía: si quien encabece la boleta de diputados logra mejorar sustancialmente la perfomance de 2019, quedará instalado para perear la gobernación. La posibilidad no parece convencer a María Eugenia Vidal, que sigue postergando para marzo una definición sobre su futuro.

De hecho, la controversia por las PASO le pone más presión al retiro de la Exgobernadora: si contribuye a postergar un debate sobre las internas para impacientar a Kicillof, es probable que deba decidir si se queda en Provincia o se muda a CABA sin conocer el mecanismo para definir las postulaciones bonaerenses. ¿Y qué pensará Carrió al respecto? Ella parece más decidida a jugar una candidatura. O al menos eso dicen en su entorno:. En otros sectores de JpC creen que su irrupción solo responde al objetivo de “subirse el precio” para preservar a su tropa en las listas. (DIB)