Un bodeguero uruguayo-argentino fue imputado por el envío de USD 200 millones de cocaína a Europa

El ambiente empresarial y político uruguayo se vio conmocionado al conocerse que Martín Mutio Ballester Molina (32 años), un joven empresario vinculado a una reconocida familia de bodegueros de Uruguay, fue imputado por un delito de asistencia de actividades ilícitas del narcotráfico en el marco de una causa por el envío hacia Alemania de 4,5 toneladas de cocaína, valuadas en unos USD 200 millones.
Todo el caso comenzó sobre mediados de julio, cuando en un contenedor que salió desde Uruguay con soja se detectaron en el puerto de Hamburgo, que junto con la mercancía declarada había 211 bolsos deportivos. Tras la apertura de estos se encontraron 4.200 paquetes con cocaína, pesando en total 4,5 toneladas cuyo destino era Amberes (Bélgica) como primera parada y Milán (Italia) como destino final. El manifiesto de carga señalaba que había otros dos contenedores también con soja, los cuales fueron abiertos pero dentro de ellos solo se encontró la leguminosa.
Desde un principio quedó claro que los precintos del contenedor no habían sido violados durante el trayecto, por lo cual todo apuntaba a que la droga había sido cargada en Uruguay. La fiscal Mónica Ferrero comenzó entonces una detallada investigación sobre cómo había llegado la cocaína al contenedor.
Todas las miradas apuntaron desde un comienzo al exportador, la empresa CSA y fueron detenidos sus titulares. Estos dijeron que en realidad eran testaferros de real propietario, Martín Mutio.
Cuando Mutio fue indagado sostuvo que utilizaba testaferros porque todos los bancos lo tenían embargado, por lo cual no podía realizar ninguna actividad comercial. Pero el ahora procesado resultó que tenía a su nombre cinco empresas en Uruguay, y cuentas bancarias en España y Estados Unidos.
Según se reconstruyeron los hechos por parte de la justicia uruguaya, dos de los contenedores con soja se cargaron en la localidad de Los Cerrillos (departamento de Canelones), pero el tercero donde estaba la cocaína se cargó en un silo del departamento de San José. Ahí fue donde por encima de los portos de soja, se intentaron ocultar los bolsos.
Los tres contenedores cargados terminaron en el puerto de Montevideo y el 14 de junio se subieron al buque Grande Benin. Su ubicación llamó la atención: se pidió que el contenedor tercero (con la cocaína) fuera puesto entre los otros dos de tal manera que era imposible abrir sus puertas hasta que no llegara a puerto. La fiscal señaló que «la operativa llevada a cabo devela ciertas inconsistencias, así como irregularidades que no se explican si no es en el marco del encubrimiento de una maniobra ilícita».
Todo hace indicar que desde que salió de Montevideo el cargamento era seguido de cerca por las autoridades alemanas. Cuando el buque llegó a Hamburgo, y si bien el destino final no era ese puerto, se procedió a la apertura de los contenedores, donde se localizó la droga.
En un principio se manejó la posibilidad de que la carga de la droga se realizó en el puerto de Santos (Brasil) donde el Grande Benin efectuó una escala. Pero esto fue descartado porque los sellos de aduanas de Uruguay y del Ministerio de Ganadería y Agricultura estaban intactos, lo que demostraba que nunca los contenedores habían sido abiertos.
De esta manera toda la investigación se centró en Uruguay y en la empresa exportadora y de ahí a Martín Mutio. Ahora el empresario tiene prisión preventiva por 120 días, imputado por un delito de asistencia a las actividades ilícitas del narcotráfico. También se informó que se lo investiga por libramiento de cheques sin fondos.