Una feliz causalidad en la altura de La Paz

El Seleccionado argentino encontró funcionamiento y se trajo una victoria clara y merecida tras 15 años. El 2-1 sobre Bolivia, en la 2ª fecha de las Eliminatorias sudamericanas, llegó desde una notable tarea del equipo de Lionel Scaloni. Hubo apariciones esperanzadoras como la de Ezequiel Palacios, Martínez Quarta y Joaquín Correa. Y vigencias, como las de Messi, Tagliafico y Lautaro.

La Paz – Jugar en La Paz, la verdadera terraza de Sudamérica, siempre representa enfrentar un partido diferente, con aderezos poco comunes, como el viaje de la pelota, la poca resistencia del aire, la falta de oxígeno y sus implicancias físicas y aeróbicas. Todo esto estaba clavado en el inconsciente colectivo en la previa, pero con los 90 minutos cumplidos nada de eso crucificó a la Selección argentina. Porque encontró el camino allá arriba, para volver al llano con certezas en su funcionamiento luego de un arranque dubitativo. Derrotó a Bolivia tras mucho tiempo y todo se trató de una feliz causalidad. Porque Lionel Escalone encontró en Exequiel Palacios el titiritero justo para estar cerca de Lionel Mes si y porque varias de sus piezas clave no lo dejaron rengo. Y eso vale también tanto como la victoria.

Al analizar causas y consecuencias de un resultado en la altura cuanto menos uno se arriesga a ser injusto. De todos modos, la rigurosidad a la hora del concepto puede equilibrar la balanza. Desde esa base se puede desmenuzar lo hecho por la Selección argentina ante Bolivia. No arrancó nada bien, porque en la primera media hora, sobre todo, no tuvo la pelota, apareció retenido, temeroso de desperdiciar energías muy temprano, que a los 3.600 metros suele pasar una dura factura. Y en ese lapso, el local aprovechó para sacar ventaja a través de una sencilla, pero efectiva fórmula: laterales lanzados y centro para el verdugo Martins, quien siempre aparece en la foto de festejo cuando enfrente está Argentina. Así se puso 1-0 y el equipo de Escalone que aún no se había dado cuenta que el partido había arrancado.

Ese último cuarto de hora de la primera parte fue otra cosa. Aparecieron los volantes, sobre todo Palacios y De Paul. Ambos le inyectaron movilidad al equipo como para detectar mejor y más rápido a Lionel Mes si y Ocampos. Así, el Toro Lautaro sintió compañía para pelear en mejores condiciones.

Paredes reventó el vertical izquierdo, Ocampos desbordaba con Tagliafico para hacer realidad a una de esas sociedades tan reclamadas en la Selección, hasta que un acción rudimentaria del central boliviano, Carrasco, le dio el empate a Lautaro Martínez cuando se venía el descanso. Y con ello, la imagen fue otra, algo más maquillada para la ocasión.

Cuando se esperaba otra cosa, Bolivia casi que resultó una sombra en el ST, y con ello Argentina descansó según el plan trazado para la altura: manejar la pelota en tiempos pausados que le permitieran no desgastarse y recuperar oxígeno.

Faltaba algo. Faltaba decisión de ir a buscarlo, de despojarse de los miedos que la altura desparrama. Scaloni echó mano a la gente fresca pero sin desarmar el andamiaje elegido y poco a poco fue emergiendo el emblema. Es que Messi fue encontrando espacios y eco en Lautaro, en el Tucu Correa, en Palacios para darle forma a un equipo en bloque.

Las chances se dieron una cita en el arco de Lampe, pero faltaba la estocada, que en definitiva se encargó de aplicarla Joaquín Correa con un zurdazo exquisito, luego de un invento de Messi y Lautaro. Luego de muchos tropezones y de golpes duros, esta vez la Selección venció a la altura como para que se entienda que hubo mucho de causalidad en el resultado. (Fuente: Osvaldo Alvarez La Prensa)