“Vacunación VIP”, una cuestión moral más que legal

Carta del Lector
Las vacunaciones de privilegio siguen dando que hablar. Muchos funcionarios “estratégicos”, así como sus familiares y otros favorecidos por el poder que “se saltaron la fila” aparecen en las redes sociales mostrando, sonrientes, sus certificados de vacunación. Algunos prefieren obviar la simpática fotografía.
El listado de los denominados “vacunados VIP” del Ministerio de Salud, es por más elocuente.
En muchas ciudades del país sucedió lo mismo.
Probablemente, nunca tengamos la oportunidad de conocer el listado de los que “se saltaron la fila”, y quizás nunca lo conoceremos. El abuso del paraguas de la confidencialidad de los datos vinculados a la salud de las personas seguirá siendo usado para mantener el velo (más allá de que la información relativa a si un funcionario público ha recibido una vacuna contra el COVID19 es considerada información pública de acuerdo a lo que dispone el Decreto 206/17 y la Resolución 48/18 de la Agencia de Acceso a la Información Pública, como bien es sabido por todos los funcionarios remisos a entregar información).
Pero lo cierto es que el verdadero problema trasciende lo legal. La cuestión de fondo es de índole moral.
Los que se vacunaron “salteándose la fila” o apelaron a su carácter de “personal estratégico” sin serlo, no tienen evidentemente ningún remordimiento ni sentimiento de culpa por haberlo hecho. Es que están absolutamente convencidos de estar en su derecho.
Están convencidos que “saltarse la fila” es una práctica permitida para quienes ejercen el poder y sus allegados
Están convencidos de su carácter de “personal estratégico”, y por eso merecen ser vacunados primero.
Según sus convicciones morales, lo que hicieron fue justo e irreprochable.
Eso no es más que la clara comprobación de que en nuestra sociedad existen múltiples convicciones morales.
Algunos creemos que “saltarse la fila” y ser ventajeros está mal, que usar el poder o las influencias para obtener un beneficio indebido, por muy legal que sea, es incorrecto.
Algunos creemos que “personal estratégico” son los que operan la Central Atucha, o la represa de Salto Grande, por poner algunos ejemplos, y no un simple burócrata de escritorio.
Para ser indulgentes, quizás en estos últimos casos, “personal estratégico” identifique a quienes les flaqueo el coraje. Puede que el temor a contagiarse de COVID y morir les haya hecho obtener su vacuna a cualquier costo. Si así fuera, sería una verdadera muestra de renovado coraje admitir el temor que sufrieron y que los llevó a usar su poder e influencia para obtener la vacunación antes que otras personas de riesgo.
Entonces llegamos, en definitiva, a la pregunta final, ¿en qué categoría encuadraremos a los vacunados VIP?, ¿justos e irreprochables o ventajeros y cobardes?
Para buscar la respuesta, cada uno tendrá que encontrarla en sus propias convicciones morales.
Aníbal José Maffeo
DNI 25.679.507