¿Vecinos del poder vs. dignidad y futuro?

Reflexiones sobre aspectos ideológicos de la UCR

Por Flavio Ponce


Recorrido ideológico y gobiernos Radicales.

Pasaron fechas importantes como la fundación de la UNION CIVICA RADICAL el 26 de junio de 1891, el derrocamiento de Arturo Illia el 28 de junio de 1966 y los fallecimientos de Leandro Alem, del cual  se cumplieron 124 años el pasado 1° de julio e Hipólito Yrigoyen el 3 del mismo mes.
La idea es compartir la necesidad de la reflexión en el lector radical repasando el contexto que motivó el nacimiento de la UCR y algunos aspectos relevantes de los gobiernos que tuvimos a lo largo de la historia Argentina.
Sabido es, que el partido tiene sus orígenes en la lucha contra el fraude y los negocios ejecutados por las familias que conformaban la dominación oligárquica, entonces en el poder (Roca, Juárez Celman, Pellegrini  entre 1880 y 1892). La UCR propuso garantizar  las autonomías provinciales y municipales en el marco de un sistema federal con sentido de unión nacional haciendo hincapié en la honradez en el manejo de la cosa pública, como uno de los postulados centrales.
El Radicalismo con Yrigoyen proponía las organizaciones gremiales y las jubilaciones de los trabajadores: marítimos, ferroviarios y bancarios  mientras  las clases altas de la sociedad definían a los radicales  “la obrería radical”.
Siguiendo la línea del Estado presente y el intervencionismo para regular la economía tanto Yrigoyen como  Alvear lograron poner en marcha  YPF, como modo de garantizar la gobernanza de los recursos estratégicos para los intereses nacionales.
Así las cosas podemos adelantar una idea de patriotismo, intervención del Estado y la permanente lucha por la libertad e igualdad. El propio Alfonsín nos motivaba a sostener las dos banderas, libertad e igualdad, enseñaba que sin libertad no puede efectivizarse la igualdad, porque se suprimiría al individuo en un sistema totalitario, en tanto que sin igualdad sería la “libertad del zorro libre en el gallinero libre, comiéndose a las gallinas libres”.
Don  Arturo Illía tenía como meta garantizar la paz y democratizar el país luego de largas contiendas en las internas del ejército y con Perón, desde exilio, quien supo instaurar la violencia para dirimir los disensos, fomentando la lucha armada de Montoneros.
Illia siguió esa línea con la creación del Salario Mínimo Vital y Móvil, la pelea con los laboratorios por los precios de los medicamentos entendidos como “bien social” a través de la Ley de Patentes Medicinales (también conocida como Ley Oñativia, en honor a su ministro de Salud) y logro la Resolución 2065 en la ONU con ningún voto en contra y 94 votos favorables para retomar la negociación sobre Malvinas.
El Radicalismo nace revolucionario porque procura la libertad y la igualdad. Los medios de prensa de la época respondían al “unicato” y manipulaban la opinión social. No obstante, el Radicalismo aglutinó  en sus  mitines  las voces contrarias  a las intenciones del gobierno de optar por la dependencia económica exterior y el libre mercado sin limitaciones ni regulaciones.
Esta línea de pensamiento se confirma con Alfonsín en el intento de la democratización de los gremios, en la coincidencia en la planificación de una educación eficiente y gratuita para todos y la siempre latente lucha contra la elite empresarial que no le interesa el sentido patriótico sino que admiran las palmeras de Miami, las playas brasileras y la cultura europea más elitista y sectaria. Siempre intentaron esconder y sin vergüenza el sentido nacional para proyectarse y/o integrarse en otro “mundo” de niveles glamorosos, en un individualismo exacerbado donde poco le interesa la suerte de muchos compatriotas que caen en la pobreza y la marginación.
Si de política exterior hablamos podríamos compartir estas palabras de Raúl Alfonsín: “…No podrá haber democracia, no habrá hombres realmente libres, en un país que no sea absolutamente independiente. Hemos comprobado en los últimos episodios que culminaron como resultado de esa expedición furtiva del norte contra el sur, que esta guerra no fue solamente del imperialismo inglés contra la Argentina, sino que fue del imperialismo del mundo contra América Latina. Es necesario, no por xenofobia, sino por nacionales, luchar contra el imperialismo. Es imprescindible asegurarnos de que las decisiones nuestras, son tomadas por nacionales al servicio de la Patria.
Ocupemos entonces el lugar que nos corresponde, poniendo nuestros ojos y el pensamiento en nuestra América pobre. Ubiquémonos mejor, sin actitudes vergonzantes y más cómodamente en el campo de los países No Alineados. Lo que nos ha sucedido últimamente no es nada nuevo. Yo no me inscribo entre los novatos del anti-imperialismo, que hasta hace poco nos sospechaban a los que hablábamos de él, y ahora hablan de la traición de Estados Unidos. Aquí no hay nada nuevo, señores, es la vieja historia de siempre…” o como manifestaba don Arturo Illia: “…Nos interesa, como auténtica expresión del realismo, que la República recupere su propia conducción. «(1966, 18/9)…”
Yrigoyen en 1918: varios países de América «abandonan su posición de neutrales, ya rompiendo sus relaciones o declarando la guerra». Esta situación obligó al gobierno a generar un ámbito donde estos países aun en opiniones «pero circunstancias adversas han impedido que ellos hubieran tenido el logro deseado. » (AL, 1918, 126).Este sentido distinto de las relaciones con América tuvo lugar en la convocatoria al Congreso de Neutrales, llamado por nuestro país y boicoteado por EEUU.
Marcelo T. Alvear en la VI Conferencia Panamericana: En este párrafo se observa claramente el principio de no intervención que generó en esa reunión un fuerte enfrentamiento con la delegación norteamericana pese a la mejora en las relaciones de comercio exterior y el crecimiento económico argentino.
Así las cosas el radicalismo históricamente ha mantenido el principio de neutralidad y no intervención respecto de los países dominantes como EEUU y otras potencias. Siempre impregnada de un racionalismo pragmático (según Simonoff en  UCR y Política Exterior).
El radicalismo, ya dijimos, tenía una visión intervencionista desde su concepción como rol fundamental del Estado para regular el mercado que permitiera la subsistencia de productores fabriles y rurales medianos y pequeños. De hecho el radicalismo es uno de propulsores de la revolución de los chacareros conocida como   “el grito de Alcorta” durante el gobierno de Sáenz Peña en 1912.
Ese rol intervencionista mediante los organismos de contralor del comercio, como lo fue la Junta Nacional  de Granos provocó el rechazo de la Sociedad Rural a las políticas del gobierno de Alfonsín.
Los sectores del “establishment”, voceros del liberalismo ortodoxo, que creían que había que terminar con el «intolerable» estatismo del gobierno de Illía y promovieron su caída, viéndose beneficiados con creces por la política económica de Onganía y Krieger Vasena.