El día que la embajada norteamericana tembló por «la bomba Nobel»

Según la última desclasificación de archivos que se realizó en el FBI, la CIA y el Departamento de Estado de los Estados Unidos existen unas 143 mil páginas referidas a la dictadura cívico militar argentina. Entre ese universo hay al menos trece documentos –elaborados por manos castrenses entre el 13 de octubre y el 10 de diciembre de 1980– que reflejan la reacción militar a la trayectoria de Adolfo Pérez Esquivel, el otorgamiento del premio Nobel de la Paz y también las discusiones dentro de la embajada norteamericana sobre la postura que debería tomar Estados Unidos en esos días que transcurrieron entre la nominación y la entrega del premio. En el día de los Derechos Humanos y a 40 años del otorgamiento del Nobel de la Paz a Pérez Esquivel, la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) difundió los cables que están en esos archivos, a partir del convenio con el National Security Archive (NSA) y la Universidad William & Mary. «Los documentos desclasificados en Estados Unidos permiten confirmar algunas dimensiones del accionar de la dictadura militar en relación al movimiento de derechos humanos», dijo a Página/12 Sandra Raggio, directora general de la CPM. «Una de ellas es la táctica comunicacional sostenida en desprestigiar a sus referentes clasificándolos como ‘subversivos’ para así legitimar su persecución, desacreditar las denuncias y ganar apoyo social», agregó Raggio. El 13 de octubre de 1980 el parlamento noruego anunció la distinción de Adolfo Pérez Esquivel como Nobel de la Paz. Fue una noticia de enorme respaldo a la lucha de los organismos de derechos humanos argentinos y la denuncia del plan sistemático de exterminio que aplicaba la dictadura militar. Desde el anuncio hasta la ceremonia de premiación del 10 de diciembre, la diplomacia estadounidense reportó toda nueva información y repercusión sobre el Nobel.

El histórico locutor de Radio Colonia, Ariel Delgado, dio la noticia el 14 de octubre y en todos los ámbitos de compromiso militante y resistencia contra el terrorismo de Estado corrió un aire fresco. Ese mismo día, la Junta Militar difundió un extenso comunicado en el cual admitió la sorpresa en la opinión pública por la nominación y advirtió sobre el uso de “la nominación como una condena del PRN (Proceso de Reorganización Nacional)”. La traducción de fragmentos del comunicado militar es el primero de los documentos producidos por la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires y enviados al Departamento de Estado en Washington. Los escribas castrenses aseguraban que Argentina vivía «una guerra que comenzó en 1969 con la teoría guevarista del foquismo y que la Junta Militar tomó el poder en 1976 de manera transicional para ‘restablecer un auténtico sistema democrático y republicano, y el Estado de derecho’”. Respecto de Pérez Esquivel justificaban su detención y se atribuían haber ordenado su liberación.

Según la Junta Militar, a pesar de sus intenciones, “las actividades de Pérez Esquivel, mientras el país atravesaba una intensa lucha contra el terrorismo, se utilizaron para obtener la inmunidad de miembros de varias organizaciones terroristas”.

Guerra sucia

“Los esfuerzos argentinos por desacreditar su reputación no sorprenden. Su caso claramente socava la propaganda del GOA (Gobierno de Argentina) de que sólo terroristas violentos fueron víctimas de la ‘guerra sucia’”, escribió R. Cohen del departamento de Asuntos Humanitarios en un memorándum del 20 de octubre de 1980. Había pasado una semana desde el anuncio de la premiación de Pérez Esquivel. Cohen hizo una sugerencia y expresó que fue premiado por su militancia por la no-violencia, “por las mismas razones y porque fue un caso de alto interés deberíamos reconocer este papel y no dudar en darle un reconocimiento”, recomendó.

Los funcionarios estadounidenses informaron ese mismo mes sobre los comentarios de Jorge Rafael Videla, que califican como una “alusión amarga” al ganador del Nobel: “Los que llevaron la paz a Argentina, lo hicieron sin el apoyo de un comité de derechos humanos ni necesitaron un premio para merecer nuestro respeto”, tal como había declarado el 28 de octubre el dictador Videla. La Junta Militar hizo todo lo posible por desprestigiar la decisión del Comité Nobel y atacar la imagen de Pérez Esquivel, pero la diplomacia norteamericana no compró el paquete. En otro memorándum, el consejero de seguridad nacional Zbigniew Brzezinsky informó que “el gobierno ha sugerido indirectamente que puede haber contribuido al terrorismo. Nuestra Embajada no tiene conocimiento de información que corrobore el cargo. De hecho, es un firme defensor de la no violencia ghandiana”.

 

«Luz en la noche profunda»

Ya en 1977 cuando Pérez Esquivel fue secuestrado, la embajada de Estados Unidos consideró su detención como un “caso de alto interés”; además hubo senadores y congresistas que intercedieron públicamente para reclamar su libertad. El dirigente de derechos humanos fue detenido el 4 de abril de 1977 y encarcelado sin proceso judicial, fue torturado y sobrevivió a los vueltos de la muerte. El 5 de mayo lo trasladaron al aeródromo de San Justo y lo subieron a un avión que sobrevoló el Río de la Plata. «Adolfo conocía los vuelos de la muerte, los había denunciado ante la Organización de Estados Americanos (OEA). Una orden de último momento hizo que el avión cambiara de rumbo, cuando aterrizó fue puesto prisionero bajo disposición del Poder Ejecutivo Nacional en la Unidad 9 de La Plata; fue liberado el 25 de junio de 1978, cuando se disputaba la final del Mundial de fútbol, pero permaneció otros 14 meses en libertad vigilada», recordó la dirección de Comunicación de la CPM, a cargo de Diego Díaz.

En el anuncio del premio, el Comité Nobel dijo que “Pérez Esquivel es uno de los argentinos que han aportado un poco de luz a una noche profunda, a través de una política de no violencia». De hecho, esa semana en sucesivas conferencias de prensa habló de la necesidad de aclarar el destino de todos los desaparecidos y asegurar el fin de todas las violaciones a los derechos humanos.

“La bomba Nobel” fue el título del informe de la Embajada con el contenido de esos discursos públicos de Adolfo y otras reacciones ocurridas en los primeros días, tales como el beneplácito de los activistas de derechos humanos que hablaron de “otro giro de tornillo en la presión internacional a la dictadura” y de “un brillante golpe político”. Ese informe daba cuenta de la convicción del gobierno militar de que el premio era parte de un intento internacional por desestabilizarlo.

 

 

Que sí, que no, que dónde

Pérez Esquivel viajó a Estados Unidos antes de ir hacia Oslo a recibir el premio. Allí se reunió con las autoridades de la Asamblea General de Naciones Unidas. La Oficina de Washington para América Latina solicitó un encuentro del secretario de Estado con Pérez Esquivel. El memorándum del 18 de noviembre elaborado por la subsecretaria para los derechos humanos y asuntos humanitarios Patricia Derian y el subsecretario para asuntos interamericanos William Bowdler da cuenta del dilema sobre cuál debía ser la posición oficial del país del Norte. En consonancia con su actitud de denunciar las violaciones a los derechos humanos en la Argentina, Derian era proclive al encuentro porque sostenía que “tendría un significado simbólico importante para afirmar nuestro apoyo continuo a los derechos humanos», y que “recibirlo confirmaría nuestro apoyo a la acción constructiva de la OEA en Argentina”.

Para Bowdler, el gobierno argentino veía la visita de Pérez Esquivel y exiliados como “parte de los esfuerzos internacionales para desestabilizar al gobierno” y creía que una reunión con Pérez Esquivel, en ese contexto, “aumentaría la polarización en la Asamblea General de la OEA y podría contribuir a que el gobierno cumpliera con su amenaza de retirarse”. Así, Bowdler le recomendará al secretario de Estado no reunirse con Pérez Esquivel hasta que se trate en la Asamblea General el informe de derechos humanos que elaboró la CIDH tras su visita en 1979 y hasta que se sepa más sobre la política y los puntos de vista del Nobel. Ese último reparo tenía que ver con las expresiones públicas de Pérez Esquivel repudiando la intervención militar de Estados Unidos en El Salvador.

 

Poco días antes del 10 de diciembre cuando sería la premiación, un informe de la embajada de Estados Unidos en Oslo informaba sobre el intento del gobierno argentino de boicotear la ceremonia. «En tanto, en el país la prensa no se hacía eco de la premiación, pero cientos de militantes se reunieron en Plaza de Mayo e impulsados por la repercusión internacional volvieron a pedir por los desaparecidos y desaparecidas; la manifestación fue reprimida y terminó con 27 personas detenidas», recordó la CPM.

La directora Raggio afirmó que «para la CPM es muy relevante seguir trabajando en ese inmenso corpus de documentos y darlos a conocer para seguir avanzando en el esclarecimiento y comprensión de lo sucedido durante el periodo más oscuro de nuestra historia. De ahí la importancia de trabajar de manera conjunta con el NSA y la Universidad de William and Mary, y promover una lectura cruzada entre estos documentos y los de la ex Dippba (Dirección de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires)». La CPM –organismo provincial donde Pérez Esquivel es uno de sus presidentes– gestiona desde 2001 los archivos de la ex Dippba en la que supo revistar el represor Miguel Etchecolatz en tiempos del genocida Ramón Camps.

 

 

(Fuente:  Página 12)