Puntos en común y diferencias con la futura gestión demócrata
Creen que Alberto Fernández puede convertirse en su interlocutor en la región. Más cercanía en el discurso aunque no se hacen ilusiones en lo económico.
La confirmación del triunfo de Joe Biden tomó al presidente Alberto Fernández en los preparativos del viaje a Bolivia para la asunción de Luis Arce. Estos dos resultados electorales, más la amplia diferencia que consiguió el referendum a favor de la reforma constitucional en Chile y el muy probable retorno de correísmo al poder en Ecuador que se espera para los comicios de febrero, alentaban al Gobierno a pensar en una región con un perfil muy diferente a la que tenía cuando llegaron a la Casa Rosada hace un año. Tanto Fernández como la vicepresidenta Cristina Kirchner saludaron inmediatamente en Twitter la victoria del candidato demócrata. En el Gobierno imaginaban a Fernández cumpliendo un rol de interlocutor regional para la administración demócrata, luego de que el brasileño Jair Bolsonaro y el colombiano Ivan Duque decidieran jugar sus fichas abiertamente a la reelección de Donald Trump. Enumeraban temas y preocupaciones en común con Biden, pero no se hacían ilusiones en cuanto a las cuestiones económicas. Ahí tienen claro que entre demócratas y republicanos no hay grandes distancias.
Un artículo del Financial Times de la semana pasada calificaba como «izquierdista pragmático» a Fernández y anticipaba que podía ser el presidente de la región más beneficiado con la llegada de Biden a la Casa Blanca, con afinidades en sus agendas exteriores como la defensa de los derechos humanos o del medio ambiente. «Sin dudas, en lo discursivo y en lo gestual van a ser dos presidentes con muchas más afinidades que lo que fueron Fernández y Trump. Hoy, especialmente después de la elección en Bolivia, Alberto es un referente mucho más visible en la región y en Estados Unidos ya tienen en claro que el presidente argentino no es ‘chavista’ ni nada parecido», definía un diplomático que trabaja en la relación bilateral.
Dado el escándalo por la injerencia rusa en la campaña de 2016, desde el comando de Biden evitaron todo contacto con las representaciones extranjeras. Los diálogos que mantuvo el embajador Jorge Argüello y demás funcionarios argentinos en Washington fueron a nivel segundas líneas y mostraron una buena recepción. No hay pistas sobre quién conducirá el Departamento de Estado, pero las versiones indican que el ex presidente Barack Obama tallará en la línea política. Eso, en principio, podría significar una gestión menos agresiva hacia Cuba y Venezuela que la trumpista, que utilizó a la OEA como un ariete de la Casa Blanca.
Habrá otras diferencias notorias como la defensa al multilateralismo que plantea Biden, luego del período Trump donde ignoró a las Naciones Unidas y emprendió encarnizadas batallas contra algunos de sus organismos como la Organización Mundial de Salud. Trump es un negador del cambio climático mientras que Biden maneja las cuestiones ambientales como una de sus prioridades, un ítem que nunca falta en los mensajes de Fernández. La lucha contra el terrorismo y el uso pacífico de la energía nuclear suelen ser puntos de coincidencia bilateral. Es decir, ambos presidentes tienen terreno para avanzar y Fernández cuenta con posibilidades de convertirse en un referente de Biden para las conversaciones regionales. Por ejemplo, sobre Venezuela.
Pero en las cuestiones económicas, evaluaban en Cancillería, no esperaban mayores cambios. «Con George Bush a la Argentina y a la región le fue mejor que con Obama», es algo que se repite en el ambiente diplomático para relativizar la supuesta mejor predisposición de las administraciones demócratas. De hecho, la gestión de Fernández no tiene quejas para hacerle a Trump en lo que se refiere al trato bilateral, más allá del reciente escaramuza por la presidencia del BID. No fue algo específico de Trump contra la Argentina. Las conversaciones telefónicas que mantuvieron fueron amables y en lo que se refiere al FMI, donde Estados Unidos tiene un peso decisivo, se comportó de manera correcta, allanando la apertura de negociaciones. Justamente, el martes llegará al país una nueva misión para avanzar en un nuevo acuerdo.
Por otro lado, hay una visión de que algunas cuestiones promovidas por Trump llegaron para quedarse. Por ejemplo, la tensión con China y el progresivo repliegue de las fronteras comerciales, en defensa de la creación de empleo en Estados Unidos. «Hay intereses permanentes. No creo para nada que nos resulte más sencillo ingresar productos argentinos a Estados Unidos o que nos quiten los aranceles al biodiesel. Los demócratas no se van a apartar mucho en ese sentido de lo que expresó Trump, que después de todo lo mal que gestionó la pandemia igual tuvo un montón de votos. Eso quiere decir que estas políticas mantienen el apoyo de buena parte de la población y los demócratas las mantendrán», analizaba un diplomático argentino.
Pandemia de por medio, nunca se llegó a concretar el encuentro de Alberto Fernández con Trump. Con Biden, obviamente, no hay nada todavía. Es probable que el primer contacto personal lo tengan en la Cumbre de las Américas 2021, en la que Estados Unidos será anfitrión, obviamente, si la situación sanitaria lo permite. Allí Biden seguramente detallará cuál será su política para la región, que no suele estar dentro de las prioridades norteamericanas en materia exterior.(Fuente:Pagina 12)