La supresión de las primarias del 2021 no quedó solo en un proyecto de un puñado de diputados. Las verdaderas razones para acotar las próximas elecciones
El presidente Alberto Fernández busca afianzarse sobre los gobernadores e intendentes para poder tener una base más firme que no lo haga bailar cada vez que su vicepresidenta habla. Y para ello busca satisfacer un doble deseo de los primeros mandatarios de cada provincia: la eliminación de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) y el retorno de las reelecciones indefinidas para los municipios de la provincia de Buenos Aires, donde se concentra casi el 40% del padrón electoral argentino. Hay fecha para tratar la modificación a la ley electoral: en las sesiones extraordinarias de enero y de febrero.
Con las legislativas a la vuelta de la esquina, que se celebren o no las PASO es el plato fuerte. La pretensión de los gobernadores respecto de las primarias tiene una versión oficial coral y una no tan mencionada, aunque más terrenal. La oficial repetida por casi todos reza que en tiempos de pandemia no es conveniente la movilización de todo el país en dos ocasiones consecutivas. Algunos incluso apuntan al alto costo para un Estado deficitario en un contexto económico que no ayuda.
Por lo bajo, las mismas voces manifiestan el temor a derrotas anticipadas, algo que también se escuchó mencionar en los jardines de la Quinta de Olivos. No es temor a la derrota en sí, si no al adelantamiento de la misma, algo similar a lo ocurrido en 2019, cuando la gestión de Mauricio Macri se vio duramente golpeada dos meses y medio antes de las elecciones definitivas. Si bien en 2021 se renuevan bancas en la Cámara de Diputados y muchas provincias renuevan también senadores, algo que los oficialismos locales siempre necesitan conservar: son dos senadores para quien sale victorioso, uno para la primera minoría, en una cámara en la que los gobernadores pesan en la toma de decisiones legislativas.
En sentido inverso, una mala performance en las legislativas no afecta solo al presidente de la Nación, sino que los gobernadores se ven duramente golpeados y con menos poder dentro del esquema político nacional.
Veintiuno
Alberto Fernández no solo ve con buenos ojos la eliminación de las PASO sino que lo desea y empuja para que ocurra. Si bien no lo hizo directamente, afirmó que “está en manos del Congreso” en alusión al proyecto encabezado por veintiún diputados de veintiún provincias, encabezado por Pablo Yedlin, uno de los alfiles del gobernador tucumano Juan Luis Manzur, quizá el más albertista de los mandatarios provinciales.
Sin embargo, todos parecen querer forzar a Alberto Fernández a cargar con el costo interno de suprimir unas elecciones que siquiera cuentan con popularidad en el electorado, como lo demuestran los bajos niveles de participación. Los partidos políticos casi no las usan, las coaliciones de vez en cuando, y el electorado refleja lo que los políticos hacen o dejan de hacer.
Una de las causalidades que empujarían al Presidente a mover más piezas de las que tenía planeado en un principio es que la prórroga de las sesiones ordinarias está próxima a vencer y la iniciativa que más madura está en la Cámara de Diputados es la nueva fórmula de movilidad jubilatoria.
A Sergio Massa, presidente de Diputados y una de las tres patas del Frente de Todos, la supresión o no de las PASO le da igual. Al menos públicamente. No tiene intenciones de antagonizar y, aunque su postura personal está más cerca de la de Alberto Fernández, se desconoce el contenido de las reuniones que mantiene a solas en su despacho con Máximo Kirchner.
Cerca de Massa afirman que el tigrense cree que, si el Presidente tiene interés en que se apruebe la modificatoria de la legislación electoral, debería acompañar el decreto que ordena las sesiones extraordinarias con una carta de los veintiún gobernadores para que no lo dejen pedaleando solo. Los gobernadores, luego de ver que el tiempo de las ordinarias se evapora en los escasos días de sesiones que le quedan al año, desean que se trate en extraordinarias. Y como según nuestra legislación, los temas a tratar en sesiones extraordinarias solo pueden ser determinados por el Presidente, si Alberto accede al pedido de los gobernadores –que él comparte– de borrar las PASO, no le quedará otra que solicitar su tratamiento por escrito y poner su firma. La carta de los gobernadores estará a su disposición.
Factor Cámpora
Entre los que no quieren saber nada con la supresión de las PASO se cuenta a la organización comandada por Máximo Kirchner, Andrés Larroque, Eduardo De Pedro y Mayra Mendoza. Al igual que lo ocurrido con el apoyo de Alberto Fernández a la reelección indefinida de los intendentes bonaerenses, La Cámpora ve que se le escapan posibilidades de ganar terreno a nivel municipal y en los armados de listas.
Sin embargo, quienes impulsan el proyecto tienen un argumento que es difícil de rebatir: estamos atravesando una pandemia y las PASO se celebrarían en agosto, pleno invierno. “Ir en contra de una cuestión de salud pública sería pegarse un tiro en los pies”, afirmó a Infobae uno de los armadores del Frente de Todos.
Así y todo, y aunque suene un poco inverosímil, dentro de La Cámpora se plantea un debate aún mayor respecto de las PASO que tiene que ver con banderas. Incluso los que entienden que es mejor no llevarlas a cabo y hacer valer el peso de la militancia –como ya lo dejó en claro Máximo Kirchner en un discurso vía zoom de más de una hora– también pesa “el legado de Néstor”. Y es que las PASO fueron impulsadas por el expresidente luego de la derrota legislativa de 2009. Aquella ley 26.571 no solo instalaba las primarias abiertas, sino que modificaba el financiamiento privado de los candidatos.
Por fuera de la estructura de La Cámpora pero aún en el riñón del “segundo kirchnerismo” –como definen los albertistas y massistas a quienes se sumaron al movimiento durante el segundo gobierno de Cristina– se escucharon las palabras la diputada Cecilia Moreau, quien aseguró no haber visto “ningún proyecto” en el bloque para suspender las PASO. No es menor, dado que Moreau es la vicepresidente de la bancada K, por lo que sus palabras fueron tomadas como una minimización de la movida de los gobernadores. Por si faltara más, Moreau agregó: “No tenemos en agenda la suspensión de las PASO para estos próximos días, he escuchado algunas declaraciones pero no me parece que pueda tener un debate exprés”.
A resolver
“Lo mejor de ayer fue que hubo seis discursos y cualquier de nosotros podía firmar el discurso del otro, porque no hubo planteos disruptivos, diferentes, distintos”, dijo el Presidente en declaraciones radiales el día después del acto en el todavía Estadio Único de La Plata, en una muestra más de su intención de bajarle los decibeles a las palabras de Cristina. Lo cierto es que sí hubiese sido él quien hubiera dicho “a los que tengan miedo de ser ministro que vayan a buscar otro laburo”, hoy estaríamos en un vendaval periodístico en la búsqueda de tratar de entender qué tan grave es la crisis institucional.
Cristina nuevamente marcó la cancha y dijo todo lo que le gustaría que el Poder Ejecutivo haga, con lo cual volvió a romper el pacto tácito según el cual Alberto ejecuta, Cristina legisla. Hasta no hace mucho, todo proyecto de ley que le interesara al Presidente debía ser consensuado previamente con su vice. Cuando esto no ocurrió, la mano de Cristina hizo lo suyo, como lo ya detallado con la reforma judicial, o las cláusulas introducidas en la fórmula jubilatoria que reventó los planes de reducción del déficit de Martín Guzmán. Y con el proyecto enviado por Alberto en el que cual Cristina no pudo –todavía– hacer nada, pidió la cabeza de su autora, Vilma Ibarra, por cuestiones netamente personales.
En ese delicado punto se encuentra hoy el Presidente para decidir qué hacer con las PASO. Por un lado tiene la esperanza puesta en que continúe la subida de los precios de la soja a nivel internacional en un 2021 en el que se postergaron casi todos los pagos de deuda. Para que eso se traduzca en mejora perceptible por el ciudadano común, pueden pasar varios meses. Y no es que sea volver a los variables de bonanza, pero después de estar en el infierno, cualquier brisa da fresco. El presidente apuesta a que el humor social puede estar mucho mejor en octubre que en agosto.
Por otra parte, sabe que en su delicada legitimidad de origen –cuántos votos aportó cada miembro de la coalición para el triunfo– es crucial fortalecer su vínculo con los gobernadores y con los intendentes. Contrariamente a lo esperable, la eliminación de las PASO no habilitaría a una pelea interna entre los sectores más cristinistas y el resto del peronismo, sino que permitiría que los gobernadores jueguen mucho más fuerte.
Alberto confía más en el diálogo con los gobernadores, a quienes no tiene que desmentir ni suavizar y que no le piden públicamente la cabeza de sus ministros de mayor confianza.
Finalmente, quienes conocen las prácticas del sistema parlamentario argentino, apuestan a una salida desapercibida. No son pocas las fuentes del legislativo que afirman que en el DNU que habilitará las sesiones extraordinarias del 3 de enero al 28 de febrero esté el tratamiento de supresión de las PASO dentro de un proyecto más abarcativo y general. Mientras, Alberto estará expectante a si sale, si no sale, si sale como él quiere o si se llega a las sesiones ordinarias sin ley.
Después de todo, como afirman desde uno de los despachos del Poder, “lo bueno de una coalición es que hay equilibrio; lo malo es que hace todo demasiado lento”. Por ahora, no solo se ve la lentitud en los proyectos que le interesan al Presidente, sino que además se nota una pérdida de equilibrio discursivo que Alberto, empujado por los gobernadores, busca revertir. (Fuente: Infobae)