ROMA.- «Maradona fue un hombre frágil, pero en la cancha fue un poeta». A pocas semanas de la muerte de Diego Armando Maradona, el 25 de noviembre pasado, así se expresó el papa Francisco en una entrevista que concedió a la Gazzetta dello Sport, en la que el pontífice apasionado de fúbtol, hincha de San Lorenzo, habló a todo campo del deporte.
El diario deportivo más vendido de Italia, famoso por ser sus páginas color de rosa, recopiló, en efecto, el pensamiento del «Pontífice más cercano de siempre a ‘nuestro mundo'» en un pequeño librito, que regaló junto a la edición de hoy y que definió una «encíclica laica» sobre el deporte, con siete conceptos clave desarrollados: lealtad, compromiso, sacrificio, inclusión, espíritu de grupo, ascesis y rescate.
Pero hay más. Cuando el periodista Pier Bergonzi, que fue recibido semanas atrás en la residencia de Santa Marta, le preguntó al Papa qué representó Maradona para «su» Argentina, el exarzobispo de Buenos Aires recordó que lo conoció en 2014, cuando la Fundación Pontificia Scholas Occurrentes organizó un partido por la paz en esta capital. «Recuerdo con placer todo lo que Diego hizo por la Fundación Scholas Occurrentes, la fundación que se preocupa de los necesitados de todo el mundo», evocó. «En la cancha fue un poeta, un gran campeón que le regaló alegría a millones de personas, en la Argentina y en Nápoles. También era un hombre frágil», precisó. «Cuando me dijeron de la muerte de Maradona recé por él y le hice llegar a la familia un rosario con palabras de consuelo».
El papa Francisco también contó una anécdota personal del Campeonato Mundial de 1986, «el que la Argentina ganó justamente gracias a Maradona». «Estaba en Franckfurt, era un momento difícil para mí, estaba estudiando el idioma y recopilando material para mi tesis. No había podido ver la final del Mundial y sólo me enteré al día siguiente de la victoria de Argentina sobre Alemania, cuando un chico japonés escribió sobre el pizarrón ‘Viva la Argentina’, durante una clase de alemán. Personalmente, la recuerdo como una victoria de la soledad porque no tenía a nadie con quien compartir l alegría de esa victoria deportiva: la soledad te hace sentir solo, mientras que lo que hace linda la alegría es poder compartirla», afirmó.
El papa Francisco recordó que en su infancia junto a su familia iban a la cancha, a El Gasómetro. «Tengo especial memoria del campeonato de 1946, el que mi San Lorenzo ganó. Recuerdo esos días pasados viendo a los jugadores jugar y la felicidad de nosotros, los chicos, cuando volvíamos a casa: la alegría, la felicidad en el rostro, la adrenalina en la sangre», contó. «Otro recuerdo es la pelota de trapo: el cuero costaba y nosotros éramos pobres, la goma todavía no era habitual, pero a nosotros nos bastaba una pelota de trapos para divertirnos y hacer, casi, milagros, jugando en la placita cerca de casa», evocó.
Y reconoció que le decían «pata dura» porque no era bueno jugando al fútbol. «De chico me gustaba el fútbol pero no era de los mejores. Me decían ‘pata dura’ y por eso me hacían jugar en el arco. Pero hacer de portero para mí fue una gran escuela de vida. El portero siempre tiene que estar listo a responder a los peligros que pueden llegar de cualquier parte… Y también jugué al básquet, me gustaba el básquet porque mi papá era una columna del equipo de básquet de San Lorenzo», recordó.
Preguntado sobre algún hecho deportivo que lo hubiera impactado especialmente, el papa Francisco habló del legendario ciclista italiano, Gino Bartali, que, según le contaron cuando visitó en Jerusalén el Memorial de Yad Vashem, ayudó a miles de judíos a escapar, yendo y viniendo de Florencia a Asís, escondiendo en su bicicleta documentos que les servían para escapar. «Pedalaaba centenares de kilómetros por día sabiendo que si lo hubieran detenido hubiera significado su fin. Pero, así, ofreció una nueva vida a familias enteras perseguidas por los nazis, también escondiendo a algunos en su casa. Se dice que ayudó a unos ochocientos judíos a salvarse de la barbabarie. Decía que el bien se hace, no se dice, i no ¿qué bien es? El Yad Vashem lo considera ‘Justo entre las naciones’ reconociendo su compromiso», destacó. «Es la historia de un deportista que dejó un mundo un poco mejor de como lo encontró».
Por: Elisabetta Piqué (Fuente: Télam)