«Si queremos que en marzo inicien las clases normalmente, tenemos que extremar los cuidados hoy», dijo el jefe de gabinete, Santiago Cafiero, el viernes pasado en conferencia de prensa desde la Casa de Gobierno, y desató una polémica que sembró incertidumbre sobre el inicio del ciclo lectivo. Cinco días después, el ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, explicó que, si bien trabajan para generar un consenso entre los gobernadores que garantice la presencialidad, cada provincia tomará la decisión final para decidir la modalidad de clases que crea más conveniente.
Así como con las restricciones de circulación nocturna, que funcionan como una recomendación para los gobernadores, quienes definen finalmente de qué modo se implementarán en cada distrito, Trotta señaló, en diálogo con LA NACION, que «hay pautas nacionales para la vuelta a clases, pero las decisiones de cada regreso las tienen las diferentes jurisdicciones».
En 2020, muchas regiones del país que no tenían circulación comunitaria de coronavirus perdieron casi un año de clases presenciales, porque la indicación del Ministerio de Educación de la Nación fue suspender las actividades en todas las instituciones académicas, sin importar la situación epidemiológica. A partir de la experiencia, que alejó a muchos estudiantes del acceso a la educación por la falta de recursos para garantizar la enseñanza virtual, Trotta argumentó que se trató de una enseñanza: «Para nosotros es importante entender que muchas de las decisiones de 2020 son parte de la evidencia del marco de la pandemia e implican un aprendizaje».
Para evitar cerrar escuelas donde no hay riesgo de contagio de coronavirus, el plan del Gobierno es adecuar una modalidad particular de clases que se adapte a cada situación epidemiológica del país. Sin embargo, según el ministro, el objetivo es «construir consensos en las 24 jurisdicciones para promover la presencialidad a partir de distintos esquemas de presencialidad creciente». Desde el Gobierno esperan unificar las posturas para garantizar la presencialidad.
«Si tenemos realidades diferentes, tenemos que dar respuestas distintas. A la diversidad de realidades le respondemos con abordajes distintos. En aquellos lugares donde la realidad epidemiológica sea óptima vamos a intensificar la presencialidad», sostuvo Trotta.
Con el objetivo de conseguir un consenso nacional que permita «lograr maximizar la presencialidad» en la mayor cantidad de jurisdicciones, el ministro está recorriendo el interior para «promover el regreso seguro a la presencialidad» y dialogar con los gobernadores y ministros de educación de cada provincia.
«Nosotros hemos planteado como agenda que la presencialidad volviera a ser el ordenador de nuestro sistema educativo», dijo el ministro, consultado por la posibilidad de que el ciclo lectivo no empezara dentro de las aulas. Pero pese a la voluntad del Ministerio, la última definición se verá reflejada en las decisiones de cada jurisdicción.
Algunos gremios docentes vinculan la presencialidad con la eventual inmunidad de los docentes, en un escenario difícil de proyectar por las dudas que rodean la provisión de dosis de las vacunas contra el coronavirus, y advirtieron que no van a empezar las clases si las condiciones sanitarias no están dadas. Además, exigieron la vacunación para los docentes como uno de los requisitos fundamentales para volver a enseñar; a pesar de que «el inicio de clases no está asociado a la vacuna», según explicó Trotta.
«La vacunación para los docentes comenzará en febrero, pero no vamos a lograr vacunar a todos antes del inicio de las clases. El proceso no terminará rápidamente. Vamos a mantener los protocolos necesarios para conseguir un regreso seguro a la presencialidad», agregó el ministro. Será un recurso más para fortalecer el regreso a las aulas y estará articulado con las provincias.
(Fuente: LA NACION/ Por: Bárbara Epsztein)