El organismo subraya que, a diferencia de otros virus como la influenza, los niños no desempeñan un rol importante en la transmisión del SARS-CoV-2.
La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) publicó un extenso documento a modo de asesoramiento o guía para diseñar estrategias sanitarias seguras para una vuelta a la escolaridad presencial.
El texto destaca que “las escuelas son fundamentales para el desarrollo y el bienestar de los niños, niñas y adolescentes” ya que “no solo brindan instrucción académica, sino también habilidades sociales y emocionales, la seguridad, nutrición y oportunidades para la actividad física, entre otros beneficios”. Asimismo, agrega que “las escuelas también sirven como centros críticos en las comunidades al apoyar diversas actividades así como garantizar lugares seguros para que los niños y adolescentes puedan permanecer mientras los padres o tutores trabajan, lo que a su vez apoya la economía local”.
No obstante, y tras un análisis minucioso de cómo deberían ser las medidas de higiene para prevenir contagios en aulas, baños cocinas y espacios comunes -se desprende que la dinámica del recreo desaparecería, por ejemplo- el comunicado expresa que “el retorno a las aulas debe ser un proceso ordenado, en el que se cumplan todas las recomendaciones destinadas a proteger la salud, la seguridad y el bienestar de los estudiantes, de los maestros, de todo el personal escolar, sus familias y comunidades”.
Siguiendo todas las recomendaciones planteadas, no parece tarea fácil un regreso a clases seguro y en el que los estudiantes puedan cumplir trayectorias y procesos educativos reales, sobre todo teniendo en cuenta la matrícula que tienen algunas escuelas y las paupérrimas condiciones edilicias. Asimismo, implicaría un reordenamiento de las pautas institucionales intrínsecas del ámbito escolar, creadoras de hábitos y dinámicas, muy difíciles de transformar en lo experiencial.
De todas maneras, desde lo estrictamente ligado a la medicina, el informe es claro en un aspecto: entre el 80 y el 90% de los niños presentan cuadros leves o asintomáticos de Covid-19 y, a diferencia de otros virus como la influenza, no desempeñan un rol importante en la transmisión de la infección del SARS-CoV-2.
En cuanto a los síntomas, los chicos “presentan fiebre y tos seca, un porcentaje menor presenta síntomas respiratorios altos como rinorrea, congestión nasal y dolor de garganta, y aproximadamente 15% de los pacientes tienen síntomas gastrointestinales, como dolor abdominal vómitos y diarrea”.
El documento agrega que “en general los niños tienen una evolución clínica favorable y se recuperan en 1 ó 2 semanas desde el comienzo de la enfermedad”.
En tanto, el texto también aclara que “los datos más recientes sugieren que los niños mayores de 10 años pueden transmitir el SARS- CoV-2 tan eficientemente como los adultos, y esta información debe ser parte de las consideraciones tomadas para determinar cómo abrir escuelas de manera segura y efectiva”.
“Mitigar, no eliminar riesgo”
La SAP también apunta en el texto a que “las políticas de COVID-19 tienen como objetivo mitigar, no eliminar, el riesgo”. En esa línea, agrega que “ninguna acción o conjunto de acciones eliminará por completo el riesgo de transmisión del SARS-CoV-2, pero la implementación de varias intervenciones coordinadas puede reducir en gran medida ese riesgo”.
En ese sentido, es crucial el contexto al que pertenecen las comunidades educativas, y en ese sentido, la información y posibilidades de implementación de cuidados que tengan todas las personas que formen parte de ella.
“La transmisión del SARS-CoV-2 en las escuelas puede reflejar la transmisión en la comunidad circundante”, expresa el documento, y advierte que “a la hora de tomar decisiones acerca de cuándo abrir las escuelas para reanudar las clases presenciales, es importante comprender la transmisión del SARS-CoV-2 a nivel comunitario para determinar el posible riesgo de introducción y transmisión del SARS-CoV-2 dentro de la escuela”. (DIB) ACR