Felipe Solá inició las conversaciones durante una llamada que mantuvo con el secretario de Estado, Antony Blinken, quien se comprometió a una rápida respuesta frente a la segunda ola de COVID-19 que amenaza a la Argentina
Alberto Fernández recibió en su WhatsApp una noticia que no esperaba: Joseph Biden había decidido donar a México y Canadá cuatro millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca que Estados Unidos aún no autorizó para su aplicación contra el COVID-19. El Presidente asumió que se trataba de un movimiento sanitario atado a las relaciones diplomáticas que unen a los tres socios del NAFTA 2.0, pero después de ciertas consultas informales en Buenos Aires y Washington comprendió que tenía una posibilidad por afuera de las negociaciones que ya había emprendido con Pfizer, Moderna, COVAX, China y Rusia.
“No quiero una donación. Las quiero comprar”, dijo Alberto Fernández cuando comentó la decisión de Biden en la intimidad de Olivos.
AstraZeneca tiene en West Chester -Ohio- y Baltimore depósitos con más de 50 millones de dosis que se pueden utilizar y aún aguardan el permiso de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, su sigla en inglés) para su aplicación masiva en los Estados Unidos.
La Casa Blanca privilegió la distribución de las vacunas Pfizer-BioNTech, Moderna y Johnson & Johnson, y no autorizó la exportación de las millones de dosis de AstraZeneca que se fabrican en su territorio y quedan depositadas sin utilizar cuando América Latina y Europa sufren un fuerte desabastecimiento frente a la irrupción de la segunda y tercera ola del COVID-19.
La estrategia de Biden destinada a concentrar millones de vacunas en Estados Unidos para abastecer su plan nacional de vacunación causó cuestionamientos en Europa, América Latina y en la comunidad científica mundial. Se considera lógico que el líder demócrata garantice la salud de su propia población, pero ese reconocimiento se transformó en una fuerte crítica diplomática cuando se comprobó que Estados Unidos guarda un número incalculado de dosis contra el COVID-19 que jamás utilizará para enfrentar la pandemia.
En este contexto, Washington abrió la mano y anunció la donación de 2.5 millones de dosis para México y 1.5 millones de dosis para Canadá. Todas son vacunas de AstraZeneca, y aún quedan millones en los depósitos de Ohio y Baltimore.
Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Justin Trudeau hablaron sobre este asunto con Biden, y el Presidente de los Estados Unidos se mostró proclive a multiplicar las donaciones en toda la región como ya hizo con México y Canadá.
Alberto Fernández instruyó a Jorge Arguello, embajador argentino en DC, y a Solá para que encuentren un camino hacía la adquisición de las vacunas de AstraZeneca que no se aplican en Estados Unidos. Ese trabajo conjunto desembocó en la conversación que el canciller mantuvo con Blinken, una pieza clave de la administración de Biden.
El diálogo entre Solá y Blinken sucedió el viernes pasado, y además de repasar la agenda bilateral, se avanzó sobre la posibilidad de acceder a los millones de vacunas de AstraZeneca que permanecen inmóviles en los depósitos de Ohio y Baltimore. Blinken escuchó con atención al Canciller y quedó en contestar lo más rápido que se pueda.
Biden tiene posiciones encontradas respecto a la agenda geopolítica de Alberto Fernández. Comparte su mirada sobre la necesidad de apoyar el Acuerdo de Cambio Climático de París, y enfrenta su perspectiva laxa sobre el régimen populista de Nicolás Maduro. El Presidente de los Estados Unidos considera que Maduro es un dictador y que no puede participar de la transición democrática en Venezuela.
Alberto Fernández logró millones de dosis de las vacunas Sputnik V y Sinopharm por sus negociaciones directas con Vladimir Putin y Xi Jinping, los dos principales adversarios geopolíticos de la Casa Blanca. Biden pretende que Rusia y China retrocedan en América Latina, y su diplomacia de la vacuna le puede servir para proteger con más certeza esa área de influencia regional de Washington.
Este escenario de balance de poder puede facilitar las negociaciones de la Argentina con Estados Unidos. A Biden no le interesa si se pagan o no las vacunas: busca aliados en América Latina y no exige un juego de suma cero.
El mensaje de Solá ya llegó al Salón Oval. Será una larga negociación, pero todo es posible en un mundo distópico e incierto. Argentina necesita las vacunas, y Estados Unidos contener a Rusia y China. (Fuente: Infobae)