La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) publicó un informe en el que desestima el consumo de cannabis, ya sea en forma recreativa o medicinal, en situación de embarazo o lactancia, ya que contiene sustancias que repercuten directamente en el desarrollo embrionario.
El trabajo “Cero Marihuana durante el embarazo y la lactancia” se sumó así a un debate público sobre el consumo de cannabis durante la gestación surgido en medios de comunicación luego de las declaraciones de la periodista Julia Mengolini, quien afirmó que en su embarazo la marihuana la ayudó en algunas situaciones.
El informe de la SAP precisó que “el cerebro humano desde que comienza a formarse en el embrión, presenta receptores para cannabinoides involucrados en el desarrollo neurológico” por lo que al consumir marihuana durante el embarazo se generan “cambios en las diferentes etapas de la vida embrionaria y perinatal”.
En el caso de la lactancia, “se observa la presencia de componentes psicoactivos del cannabis en la leche materna, identificándose también en las heces y orina de recién nacidos y lactantes”.
En tanto, como cualquier sustancia que se fume “genera monóxido de carbono que disminuye el aporte de oxígeno al feto con aumento de afinidad por la hemoglobina fetal generando hipoxia (falta de oxígeno)”, remarcó la investigación. Además, “a nivel placentario disminuye la circulación a través de la arteria uterina modificando el aporte de nutrientes”.
En caso de que el consumo esté asociado al de tabaco, el informe indicó: “Asociado a tabaco se registran alteraciones múltiples en placenta y feto, generando retraso del crecimiento intra uterino, amenaza de aborto, prematurez y riesgo de muerte súbita del lactante”.
Otras manifestaciones generadas por el consumo en el embarazo y la lactancia indican variaciones en el tamaño cerebral en la primera infancia, alteraciones de la conciencia y deterioro en el proceso de succión y de la tonicidad muscular. Incluso por el consumo de cannabis en el primer mes postparto se detectaron alteraciones del desarrollo motor al año de vida.
Todas estas consecuencias “se explicarían por la disrupción del sistema endocannabinoide en las etapas tempranas del neurodesarrollo” e “incluso a nivel inmunológico se observa mayor susceptibilidad a infecciones en la vida adulta”, continuó el trabajo.
En relación a los aceites artesanales, asociados al uso medicinal del cannabis, el estudio señaló que “tienen un riesgo adicional“, ya que además de desconocer la composición, no poseen control de calidad, “no se sabe a ciencia cierta la concentración de cannabinoides o si están contaminados con plaguicidas, metales o restos de otras sustancias inherentes al proceso de producción”. (DIB) ACR