La circulación de variantes de Covid-19 con mayor poder de transmisibilidad fue una razón clave para definir las restricciones en todo el país; en una semana el promedio de muertos diarios aumentó un 16%
Las nuevas restricciones llegaron en el peor momento de la pandemia de Covid-19. Las señales se activaron a fin de marzo y se coronaron en una semana dramática con récord de contagios y fallecidos en todo el país. Con picos que rozaron los 40.000 nuevos enfermos y más de 700 muertes diarias, el promedio de la última semana tuvo un 40% más de infectados y un 16% más de fallecidos respecto a la anterior, datos que resultaron clave para cerrar el país hasta el próximo domingo.
Las nuevas variantes del virus, más contagiosas, y la lentitud en la vacunación también pivotearon en favor del nuevo confinamiento. El consenso de los gobernadores y de la Ciudad fue una muestra de la preocupación en todo el país con ciudades que empiezan a trasladar pacientes a otros distritos por no tener camas disponibles.
La ocupación de las salas de terapia intensiva (UTI), casi al límite de su capacidad en todo el país, fue uno de los factores que estuvieron en análisis durante los encuentros de la semana y donde los expertos que asesoran al Presidente pusieron el ojo. Todos coincidieron que debido a la meseta alta de casos el sistema sanitario tenía poco margen de maniobra y podía llegar el tan temido colapso.
La mayor cantidad de contagios, de muertes y de ocupación de camas de cuidados críticos se explica, según los expertos consultados por LA NACION, en la mayor circulación de las nuevas variantes de Covid-19 (sobre todo la de Manaos y la británica) que cuentan con hasta un 70% más de transmisibilidad y comportamientos diferentes entre los enfermos. La campaña de vacunación, que aún no alcanzó a un porcentaje considerable de la población como para afrontar con tranquilidad los próximos meses, y el relajamiento en los cuidados sociales hicieron el resto para quedar inmersos en una situación crítica de la que parece difícil salir. Hasta ayer apenas 8.638.944 de personas (el 19% de la población) habían recibido al menos una dosis y habían sido distribuidas 12.607.551 de vacunas en todo el país.
“La muerte es el episodio final, pero habla a las claras de que hay aumento de casos y que las cepas tienen mayor riesgo de muerte porque los casos son más graves. La media móvil [el promedio de los últimos siete días] el 14 de mayo era de 426 fallecidos y el 20 de mayo, de 493. En contagiados, fueron 20.932 y 29.277, respectivamente. Con esos datos se explica la decisión que tomamos”, sostiene el infectólogo Eduardo López, jefe del Departamento de Medicina del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.
“La curva de muerte está muy inclinada hacia los adultos mayores, a pesar de la vacunación. Los mayores de 60 años fallecidos representan el 82% del total, en cambio el 43% de los casos en la Argentina son en personas de entre 20 y 39 años. Los adultos mayores se enferman menos, pero siguen teniendo mucho impacto en las muertes porque hacen cuadros graves. El caso de los adultos mayores se planteó muy claro”, agrega López que participó en las reuniones vía Zoom junto a otros especialistas y funcionarios nacionales como el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y la ministra de Salud, Carla Vizzotti.
“Los números en la última semana se pusieron más difíciles, con dos o tres días con más de 30.000 casos y la mortalidad en aumento”, admite el doctor Luis Cámera, secretario de la Sociedad Argentina de Medicina y asesor presidencial. “Las variantes nuevas están siendo significativas por lo que los contagios son mayores que el año pasado. Otra cosa que tuvimos en cuenta fue la progresión de ocupación de las camas UTI con un nivel de ocupación alarmante. Además, notamos una falta de decisión en varios distritos que no lograron aplicar el semáforo sanitario en zonas de alta circulación del virus”, enumera como las razones que llevaron a tomar la decisión de imponer nuevas restricciones.
Hace aproximadamente un mes la curva de casos comenzó a bajar en todo el país, principalmente en el área metropolitana, pero tuvo un ascenso brusco en los últimos días con más de 30.000 casos diarios. “Con esa escalada era imposible mantener un sistema sanitario. Hacer una meseta en 36.000 casos significaría un virtual colapso, hay que bajarlo aún más al máximo posible. Por eso se produce el cambio y se recomienda el cierre de las actividades”, opina el infectólogo Ricardo Teijeiro.
Contagios diarios en el país
A pesar del escenario adverso que se enfrenta por delante, tanto Cámera como Teijeiro coinciden en que la letalidad está bajando respecto a lo ocurrido el año pasado, a pesar de que en número absolutos los fallecidos son más. En 2020 esa variable se encontraba en el 2,2% de los infectados y en los últimos tres meses oscila el 1,5%, quizás sostenido en que la mayor cantidad de enfermos de Covid-19 son más jóvenes y en los primeros impactos de la vacunación en adultos mayores. Sin embargo se mantiene muy alto el índice de positividad, otro aspecto determinante en la decisión de restringir circulación y actividades.
De acuerdo a los datos analizados por LA NACION, la positividad, es decir, la cantidad de contagiados que se detectan en los hisopados que se realizan, de la última semana alcanzó el 38% en todo el país, mientras que en le provincia de Buenos Aires fue del 37% y en la Ciudad del 27%; hace un año era del 14%, del 17% y del 36%, respectivamente. En cuanto a los testeos diarios, el promedio de la última semana fue de 47.800 en todo el país, 17.768 en la provincia y 8000 en la Ciudad.
“La positividad entre 30% y 40% tiene su explicación. Hay un aumento sostenido de casos en una meseta muy alta y sin descensos porque la circulación es la misma. La gente no se aísla y la vacunación no está funcionando cómo debería. La preocupación es creciente sobre que en una semana a diez días no tengamos más camas UTIS disponibles en ciudades grandes. Algo había que hacer para frenar el virus”, argumenta la infectóloga Elena Obieta, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI).
Entre 1000 y 1500 hisopados diarios se analizan en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y en el procesamiento de los datos surgen conclusiones preocupantes que podría haber servido para apoyar aún más el golpe de timón que tomó el Gobierno. “Firmamos planillas con hasta un 40% de positividad. Eso significa que se están testeando a personas con franca sintomatología por lo que quedan afuera los que no tienen una sintomatología significativa. Hay que estudiarlo, pero de cada cifra diaria por lo menos hay un 20% a 40% más de infectados. Por ejemplo, si hay 35.000 hoy, en total habrá 50.000 o más en todo el país”, analiza el doctor en Bioquímica, Jorge Geffner, titular de la cátedra de Inmunología de la UBA.
Sobre la base de su experiencia, Geffner sostiene que el cierre se debería haber producido antes de Semana Santa para evitar que la curva bimodal crezca en forma exponencial. El concepto explica cómo se desarrollan las olas de contagio: al igual que en 2020 los brotes comenzaron en el área metropolitana y tiempo después, cuando empezaron a disminuir los contagios, el repunte se inició en el interior del país, sobre todo, en las provincias con mayor cantidad de población.
Vacunas aplicadas en la Argentina
“El diagnóstico es sumamente más complicado que el año pasado cuando al virus pudimos haberlo dominado, pero no lo logramos. La prueba evidente es que ese mismo virus hoy ha sido desplazado por las nuevas variantes. El virus del año pasado era de crecimiento exponencial y las nuevas cepas arrasaron al virus original siendo, además, 30% más letales”, diagnostica el infectólogo de la Universidad Nacional de Córdoba. Hugo Pizzi.
“Cambiaron las fotografías de las UTIS: el año pasado teníamos obesos, hipertensos, con comorbilidades, ahora encontramos cuerpos atléticos de hombres y mujeres con respirador. Las UTIS son como las camas calientes de los hoteles alojamientos: cuando se muere la gente, ahí se desocupan las camas”, relata Pizzi crudamente.
¿Qué pasará luego de los nueve días de confinamiento estricto? De acuerdo al Decreto de Necesidad de Urgencia presidencial las medidas se levantarán el 31 de mayo, pero se repetirán el fin de semana del 5 y 6 de junio. Después de allí, todo dependerá de la situación epidemiológica. En el Gobierno evaluarán el impacto de las medidas para luego trazar una estrategia federal, principalmente viendo la evolución de las curvas, de contagio y de muertes, y de ocupación de camas UTI. En la Ciudad, en tanto, harán un mismo análisis, aunque de la mano con las conclusiones de Nación. Vizzotti ya anticipó que puede haber cierres intermitentes en caso de ser necesarios.
“La estrategia a seguir es vacunar. Los cierres y aperturas eran para el año pasado, pero ahora necesitamos la vacuna, no hay otra alternativa más efectiva. El plan B sería mantener los cierres y seguir hundiéndonos en la pobreza y en las muertes”, alerta la doctora Silvia González Ayala, titular de la cátedra Infectología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional La Plata (UNLP).
“La clave es tener vacunas, provocar un shock de vacunación. De base necesitaríamos 15.000.000 más de vacunas para adultos mayores, otros 10.000.000 para personas con factores de riesgo y las necesarias para fuerzas de seguridad y otros grupos de riesgo. Recién hay poco más de dos millones de personas con dos dosis [2.319.715 en total] y necesitamos que todas tengan las dos dosis”, advierte.
En las próximas horas se espera la llegada al país de 204.000 dosis provenientes del fondo Covax, otras 500.000 de Sputnik V en uno de los dos vuelos programados hacia Rusia (se espera que el restante traslade otras 500.000) y 843.000 de AstraZeneca desde los Estados Unidos. Con estos cargamentos y algunos más a la espera de confirmación, el Gobierno prevé arrimarse a los 4.000.000 de dosis. “Con esa cantidad estaríamos cerca de alcanzar a todos los mayores de 60 años. Sumado al cierre, debería haber una bajar significativa en el número de casos, por lo menos de 20.000. Se tiene que sentir el impacto”, analiza Geffner.
Para el doctor en Bioquímica, con al menos 10.000.000 millones de dosis del primer componente que protege hasta un 80% “alcanzaría para bajar dramáticamente el nivel de mortalidad y de ocupación de camas UTI”, aunque todavía se estaría lejos de alcanzar la inmunidad que protege al resto de la población. “Con el 65% a 70% de la gente vacunada, al menos con una dosis, más el 10% a 15% de personas ya infectadas, habría una inmunidad de rebaño”, argumenta.
La otra estrategia que podría ir en simultáneo con una campaña de vacunación fortalecida es la del martillo y baile, u ON/OFF, de aperturas y cierres periódicos o en zonas específicas del país. Aunque los expertos consultados coincidieron en que por sí sola no sería una herramienta efectiva si no se acompaña con mayor cantidad de testeos, rastreo de contactos estrechos y aislamientos de posibles contagiados.