Por Andrés Lavaselli
Aunque la preocupación por la pandemia formatea los discursos públicos, el tic tac del cierre electoral que ya comenzó a correr explica parte de los movimientos fácticos de la política de estos días. De modo descarnado en PRO, donde la guerra por el liderazgo que libran Macri y Rodríguez Larreta con el territorio bonaerense como escenario se intensificó hasta un punto que quizá sea de no retorno. Pero también en el oficialismo, que discute cómo evitar que los precios se lleven puestos los logros en materia de vacunación.
“Horacio está cada vez más convencido de que si quiere ser candidato a presidente, no hay otra forma de dirimir ahora con Mauricio quién es el que manda en una interna”. Esa sentencia, que pertenece a un ladero bonaerense del jefe de Gobierno, explica el motivo real detrás de zafarrancho de declaraciones y contradeclaraciones que produjo el hecho político más importante en la oposición en semanas: La foto que Larreta y María Eugenia Vidal se sacaron el jueves en Tigre con la intención de blanquear, justamente, su disposición a ir a una interna contra el sector que apadrina Macri. Es decir, contra Macri.
El debate de fondo explica la virulencia de las respuestas del ala dura que Macri integra, no sin roces, con Patricia Bullrich y Jorge Macri de aliado flamante. Pero no es el único motivo. El juego de Vidal es otro dato importante. El pedido para que se define que la exministra le hizo a la exgoberandora parece corroborar las versiones sobre la elección de CABA como territorio por parte de Vidal. Es que Bullrich, ya lanzada allí, no quiere enfrentarla. El destino de Santilli está también atado a esa definición, y el de Pichetto, que juguetea con la provincia donde nación como opción.
El grado de apertura de PRO también está en juego. El polo duro sigue reacio a sumar peronismo, más allá de dirigentes aislado, como Pichetto o Joaquín De La Torre. Larreta y Vidal quieren lo contrario, como lo demuestra el almuerzo un almuerzo con Emilio Monzó de hace unos días.
El escenario, por lo demás, es de máxima dispersión. El liberal Espert viene empujando una interna “grande”, para participar y no producir un drenaje de votos “por derecha”. Pide que haya sistema Dhont en el reparto de la lista final, pero confiesa que todos lo reciben pero nadie define. Florencio Randazzo, afil de juego externo siempre de buen vínculo con Larreta, corre con la teoría de que traccionaría votos del massismo desencantado. Pero en PRO temen que se lleve algunos propios y no terminan de alentarlo.
Vacunas y algo más
En la vereda de enfrente, hay rosca de nombres aunque no habrá internas. Pero la discusión pasa por otro lado. Kicillof dio un golpe de efecto en el ítem número uno en las preocupaciones de la gente: Las vacunas. La compra de 10 millones de dosis de a la compañía india Bharat Biotech. Fue una negociación que se cerró en el máximo secreto por pedido del gobierno de ese país, que tiene cerrada las exportaciones y no quiere dar señales equívocas en su propio frente interno.
Kicillof, que viene de dos negociaciones secretas y fallidas con Pfizer, apresuró la forma porque Bharat es el único laboratorio –negocia con otros cinco- que le ofrecía disponibilidad este año. De hecho, si el gobierno indio da el ok, PBA podría hacer uso del total del cupo, porque el trámite en ANMAT ya está avanzado. El punto de Kicillof se da en un tablero más amplio. El gobierno nacional cree que pasado junio la pandemia comenzará a quedar atrás, lenta pero firmemente. Jamás lo dirá en púbico, porque los imponderables involucrados son muchos, pero confía en llegar a momento de las elecciones con la campaña de vacunación tan avanzada que se habrá convertido en un activo a favor.
El objetivo, ahora, es el segundo frente crítico: La economía. Nación, que erró feo al eliminar casi el gasto Covid del presupuesto 2021, viene de ejecutar un ajuste duro vía inflación: Los salarios cayeron toda la mitad del año y la ayuda no fue suficiente. Kicillof, también se equivocó: Supuso que la segunda ola ocurría con más vacunas aplicadas y que por lo tanto el parate económico sería menor. El punto, ahora, el debate por cómo frenar los precios. De eso (y de un respaldo nacional para destrabar créditos de organismo multilaterales) habló Kicillof con Guzmán el martes. El gobernador le transmitió la necesidad de que “la gente llegue con plata en el bolsillo” al momento de las elecciones. Es lo mismo que cree CFK. La dupla, dicen, tiene menos críticas al ministro de Economía que al de Producción, Matías Kulfas.