El trastorno por videojuegos se define como un patrón de comportamiento caracterizado por una falta de control sobre la necesidad de jugar, como ocurre con los juegos de azar.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce desde hoy a la adicción a los videojuegos como un desorden mental al incluirla dentro de su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11).
La OMS publicó la undécima versión Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), que entra en vigor a nivel internacional para notificar las causas de muerte, pero también de enfermedad, incluidas las mentales.
El trastorno por videojuegos se define como un patrón de comportamiento caracterizado por una falta de control sobre la necesidad de jugar, dando cada vez más prioridad al tiempo que se pasa jugando a los videojuegos que desarrollando otras actividades e intereses que anteriormente sí eran importantes para la persona adicta.
Entre los desórdenes mentales considerados, la OMS incluyó, oficialmente, la adicción a los videojuegos dentro de la categoría de “uso de sustancias o comportamientos adictivos”, junto al trastorno por adicción a los juegos de azar.
La OMS reconoció el “uso peligroso de videojuegos” como uno de los factores que considera que influyen en el estado de salud, dentro de los usos peligrosos de sustancias, en la misma categoría que los juegos de azar, la falta de ejercicio físico o los hábitos de alimentación inapropiados.
“La adicción a videojuegos se caracteriza por un patrón de comportamiento de juego persistente o recurrente (a juegos digitales o videojuegos), que puede ser en línea a través de Internet) o fuera de línea”, explicó la OMS en la nueva lista de enfermedades.
Entre los rasgos que distinguen a las personas con este trastorno, se identificaron:
– la falta de control sobre el juego;
– el aumento de la prioridad sobre el resto de actividades vitales y la continuación o intensificación del juego a pesar de las consecuencias negativas en la persona.
La OMS explicó que el patrón de juego compulsivo “puede ser continuo o episódico y recurrente”, y que también puede ser resultado de angustia o deterioro en ámbitos importantes como el personal, familiar, social o educativo.