Nota de opinión – La transversalidad no es nueva, pero sí esencial para la política democrática de hoy

No son pocos los pensadores que aseguran que la verdadera paz no es simplemente la ausencia de tensión, sino la presencia de justicia. Y eso incluye la social sin dudas. Y allí nace el dilema de cómo alcanzarla. Los caminos no son muchos, y todos ellos conducen a la transversalidad de las ideas. Es así, por la simple razón de que debe involucrar a todas aquellas ideas que, aun siendo diferentes, tienen como fundamento la solidaridad y el humanismo. Para los peronistas, la transversalidad tiene origen en el movimiento justicialista mismo, cuando Perón convocó a Hortensio Quijano, radical y correntino nacido en Curuzú Cuatiá, quien fuera fundador de la Unión Cívica Radical Junta Renovadora; también fundador de la Sociedad Rural de Corrientes y presidente de la Sociedad Rural de Resistencia. Compartió la fórmula presidencial con Perón, siendo elegido vicepresidente en 1946. Fue protagonista de la fórmula Perón- Quijano que obtuvo el triunfo con el 62 por ciento de los votos el 11 de noviembre de 1952, no pudiendo asumir como vicepresidente por la misma razón que no permitió la fórmula Perón-Perón: el cáncer. Aquel que vivaban los mismos odios del hoy, que en aquel entonces se manifestaban a través de pintadas en los muros de la residencia presidencial posteriormente demolida, y que expresaban “viva el cáncer”.
En Argentina, la transversalidad como forma de gobierno constituyó no solo el proceso político impulsado por el mismísimo General Perón, sino más recientemente por Néstor Kirchner, antecedente que también debe ser rescatado como ideario político, más allá del “voto no positivo” de Cobos y de la Resolución 125 movilizada por el hoy “invisibilizado” Martín Loustau. La posibilidad de concertación del peronismo con sectores importantes del radicalismo y otras fuerzas políticas que rescaten el espíritu democrático parece ser inevitable (afortunadamente) en los tiempos en los que vimos surgir dirigentes de la antipolítica como candidatos potencialmente “presidenciables”. Son tiempos que se presentan enfrentando la irracionalidad con la racionalidad. Tiempos que son responsabilidad de la conducción política toda. Milei y sus consignas no nacieron de un repollo. Nacieron de la ausencia de políticas para todos, basadas en la inclusión y en la justicia social. Y en busca de las mismas, no hay que tener miedo al pragmatismo, debiéndose priorizar la capacidad de construir mayorías democráticas para gobernar y resolver los problemas. Una vez más, el peronismo tiene condiciones de liderar una coalición social y política amplia, pero como ya se dijo, no hay seducción posible de las mayorías si los dirigentes pragmáticos no son representativos del humor social. En los tiempos de hoy, dan muchas ganas de parafrasear a personas que de la exclusión marcaron historias de igualdad. Como ejemplo, basta mencionar a Martin Luther King que decía: “¡Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando! Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas”. Al modo argentino, eso me retrotrae a la expresión de un reconocido peronista como Antonio Cafiero, aquel que junto con Raúl Alfonsín compartía codo a codo el balcón de la Casa Rosada oponiéndose al regreso de los violentos “carapintadas”. Una expresión que Cafiero repetía con frecuencia, y que compartí aquí en Chascomús, en el más democrático de todos los ambientes de la democracia: el Honorable Concejo Deliberante. Dicha sentencia evidenciaba: “Quien sueña solo, solo sueña. Quien sueña con otros, puede cambiar las realidades.” Es bueno recordarlo siempre, y trabajar para que algunos hechos de odio e intolerancia recientes, solo sean el mal recuerdo de lo que nunca debió haber ocurrido.

Por Oscar A Ruiz
Ex presidente del Honorable Concejo Deliberante
de Chascomús