El norte, el sudeste y el nordeste bonaerense están entre las zonas más favorecidas, con registros que oscilaron entre los 30 y 50 milímetros, un «pequeño consuelo» para los productores.
Cada vez con más frecuencia, el común denominador en las conversaciones de cualquier productor agropecuario es la falta de precipitaciones. Desde finales del año pasado, esta tendencia se consolidó tras el inicio de la siembra de los primeros lotes de soja y maíz, y se extendió durante todo el período estival.
Estos cultivos atravesaron sus fases críticas de desarrollo con un escaso aporte hídrico, y esta situación se percibe en una constante baja en las estimaciones de producción. A esta altura de la campaña, nadie pone en duda que la próxima cosecha sufrirá una reducción considerable, y solo resta esperar hasta donde caerá el volumen cosechado de granos gruesos.
En este escenario, las lluvias que se registraron durante el pasado fin de semana en gran parte del territorio bonaerense constituyeron un pequeño consuelo para los productores agropecuarios. Entre las regiones más beneficiadas, en zonas del norte, sudeste y nordeste bonaerense se registraron lluvias que oscilaron entre los 30 y 50 milímetros.
De acuerdo a información suministrada por productores, se registraron lluvias de 37 milímetros en Chacabuco, 10 en Salto, entre 10 y 30 en Pergamino, 49 en General Belgrano, 25 en Balcarce y 18 en Saladillo, entre algunas de las cifras relevadas en la provincia de Buenos Aires.
Estas lluvias tienen un doble efecto, porque además de recomponer en parte los cultivos que esperan ser cosechados, los suelos se empiezan a recargar de humedad de cara a la siembra de los cultivos de invierno. Pero para que el llenado de perfiles sea efectivo, son necesarias nuevas precipitaciones.
Las estimaciones de cosecha en soja y maíz son preocupantes. De acuerdo al último informe elaborado por la Bolsa de Comercio de Rosario, la producción de la oleaginosa cerraría en 40 millones de toneladas, mientras que en el caso del cereal calcularon 32 millones de toneladas. A esta caída de volumen y rindes promedio, se debe tener en cuenta el impacto económico, que de acuerdo a la bolsa rosarina ascendería a 4.600 millones de dólares.
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