El debate por el aborto llegó ayer al tedeum del 9 de julio, realizado como es habitual en la provincia de Tucumán, cuna de la independencia argentina.
El arzobispo local, Carlos Sánchez, pronunció una dura homilía durante la cual reivindicó la férrea posición de la Iglesia en contra del aborto y se pronunció en defensa de «las dos vidas».
«Hoy decimos que vale toda vida. Decimos que todo hombre es importante, que no hay sobrantes en la Argentina. Que la dignidad de todo ser humano ha de ser respetada desde su concepción hasta su muerte natural», aseguró.
Y agregó: «A los argentinos que estamos caminando este Bicentenario de la Patria nos toca edificar sobre la roca del respeto, de la custodia y la promoción de la vida, no de la muerte. El aborto es muerte del inocente, de un niño, de un argentino… Y nadie tiene derecho a eliminar voluntariamente la vida de un ser humano».
Sánchez aludió a los argentinos que se pronunciaron públicamente «a favor de la vida» y a los médicos y agentes sanitarios que adelantaron que no practicarán abortos por una decisión personal.
Las palabras del arzobispo de Tucumán toman especial relevancia en medio de la discusión que se realiza en el Congreso de un proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo. La iniciativa obtuvo media sanción de la Cámara de Diputados y se prevé que será debatida en el Senado el 8 de agosto.
«En este pedazo de historia que nos toca vivir, no podemos ser indiferentes, tenemos que ser valientes; sacrificados y apasionados defensores de la vida porque vale toda la vida. Los que tenemos responsabilidades públicas, con mayor entrega y sacrificio, con entusiasmo patriótico y valentía aunque se burlen y nos desacrediten», abundó Sánchez.
La presidente de la Cámara Alta y vicepresidente de la Nación, Gabriela Michetti, estuvo en la homilía realizada en la catedral en representación del gobierno nacional. Michetti es una de las principales voces oficiales que se expresaron en contra del proyecto de ley.
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