Carta del Lector
Es el momento de conformar una alternativa que garantice nuevas formas que puedan devolverle a la política su esencia natural.
Desde el regreso de la democracia en 1983 a la fecha muchas cosas han ocurrido. En muchos casos y sobre todo desde lo económico se han repetido sucesos como la inflación, el desempleo, los bajos salarios, los famosos bonos, los aumentos de sueldos fraccionados y la devaluación entre otros.
No debemos olvidarnos que también los perjudicados siempre han sido los mismos, principalmente los jubilados, las personas con discapacidad y las clases media y baja producto de la impericia para reorganizar un sistema de aportes justo y resolutivo.
¿Cómo podemos pensar en un sistema jubilatorio eficiente? cuando más de la mitad de quienes trabajan lo hacen sin aportes (trabajo en negro), ¿cómo podemos encontrar la salida para generar empleo? si el nivel de inserción escolar es bajo y avanza a pasos agigantados la falta de formación y capacitación de los ciudadanos (sin educación sin capacitación menos posibilidades laborales existen).
La pregunta es ¿cuál el rol que ocupa la política actual?
El gran cambio de la forma de hacer política llego con Carlos Menem. De esta forma pasamos de pensar en el Estado y la planificación (que desde allí se debía orientar para saber hacia dónde íbamos y de qué forma) a la venta del capital nacional para que las empresas extranjeras administren los servicios y el Estado solo se dedicara a verificar levemente que se garantizaran dichos servicios. Es difícil pensar en la política sin Estado (imaginemos estar en nuestra casa donde el mobiliario es ajeno y encima debemos pagar un canon para que todo funcione).
En algún lapso se intentó recuperar la militancia política pero de apoco se empezó a sumergir, esta intención, con la aparición de los videos, las selfies, los posteos en las redes sociales y la profundización del marketing y los gurúes de turno.
Todo esto comenzó a separar a los políticos de la sociedad (por eso se habla a menudo de clase política y gente) los timbreos eran falsos, los videos eran editados, las fotos solo son meras expresiones que intentan contagiar de alegría y mientras tanto hablar personalmente se ha convertido en una utopía.
La única salida para recuperar algo tan importante como la política es volver a lo vintage. Salir a caminar y hablar personalmente con los vecinos, ocuparse realmente de los problemas. Tener la valentía para decir que no sino se puede y resolver si está la posibilidad. Comenzar a recuperar a las instituciones políticas como los partidos políticos. Estos son los únicos que pueden conformar un plan de gobierno trabajado en forma colectiva por sus integrantes y que puedan liderar aquellos que naturalmente surjan.
Hay que volver al debate para que todos los que quieran y puedan participen y no sean solo llevados para ocupar una silla que sirva para el conteo de voluntades.
De la única forma que los partidos volverán a obtener valor estará dado por las voluntades que puedan integrarlos con nuevas miradas con ideas sencillas pero concretas y esto podrá ser el punta pié inicial para recuperar el trato personal, donde el político pueda desempeñarse donde siempre lo ha hecho y de esa forma evitar que lo reemplacen actores de reparto que hasta el momento han sido funcionales a intereses ajenos a lo que nos importa a la mayoría de los argentinos.
Chascomús es un buen lugar, por su historia por sus dirigentes y por su gente de encender esta llama para contagiar al resto y desplegar la mística de la cultura política, como en otros tiempos, como lo pudo hacer nuestro querido ex presidente, Raúl Alfonsín.
Por Flavio D. Ponce
Abogado radical