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En la madrugada de ayer (18 de abril) murió Jorge Nimo a los 82 años de edad. Había llegado a Chascomús, con sus padres siendo adolescente. Su papá había venido en su condición de Cocinero para prestar servicios en el más famoso parador de la Ruta 2, y años después, dio muestras de su sapiencia y eficacia en Fomento y Turismo, en tiempos en los que era concesionario Pacho Etchegaray… Tuve la suerte de trabajar entonces ahí… Por entonces a Jorge lo conocía de vista… por esos días era secretario del Concejo Deliberante… Después, empecé a militar en la Juventud Radical, aunque el golpe del 66 obligó a que fuera en la clandestinidad… una atracción más para mis dieciséis años, sumarle al interés por la política, el sabor de lo prohibido… Yo era el más chico del grupo que más frecuentara, porque Cacho Olivera me llevaba cinco, Bartolo creo que nueve y por lo que veo, Jorge 12 años… Terminé la Escuela Secundaria, tuve una incursión en La Plata y el regreso a casa y desde entonces una relación permanente de amistad con varios de ellos, otros y otras a través del tiempo y con el Gordo en particular, porque coincidimos en varias instancias y circunstancias… dentro y fuera de la política…
El último punto de encuentro ha sido El Cronista, adónde publicaba cada sábado una columna de opinión. Hace días, telefónicamente, lo noté caído… Yo ya no estoy en el diario y hoy en casa tuvimos una mañana atareada, recibiendo las provisiones, desinfectando paquetes, sanitizando alimentos, y, francamente no había mirado el diario que, pueden saberlo, es lo primero que hago cada día… Cuando a las tres de la tarde Chichilo me avisó lo de Jorge… me dije a mi mismo… ¿justo hoy no leí el diario?… me hubiera dado cuenta que no estaba su nota con la que no recuerdo que Jorge haya fallado alguna vez… Un rato más tarde cumplí en horario vespertino con ese rito matinal y me encontré en la página dos, como cada sábado, con la nota ¿Y si todavía nos falta lo peor? que es el título que eligió para su última columna en el diario… Y cuando los lectores leían su nota no sabían que su vida se había apagado…La Unión Cívica Radical fue sin duda otro de sus desvelos y militante incansable, más allá de cualquier cálculo material u oportunismo, que nunca fueron alimento para su quehacer. Antes que eso y en cambio, fue su voluntad permanente la de mantener vivos los valores y las ideas, los ideales y la decisión inquebrantable de servir y no servirse. Y quizá en ello radique el más valioso legado para sus hijos y nietos, de lo que podrán dar testimonio sus amigos, me anoto, que podrán dar cuenta de su fidelidad a esos principios, tanto como de su lealtad en el territorio de la amistad…
José Eduardo Bonavita