Teletrabajo, distanciamiento social, fin de los viajes laborales; trabajo por objetivos son algunas de las tendencias que los analistas avizoran que permanecerán luego del Covid-19
La conmemoración del 1 de mayo, Día Mundial del Trabajador, tuvo este año un condimento especial. El coronavirus COVID-19 y las medidas de aislamiento obligatorias que rigen en todo el mundo -en algunos lugares, ya con algo de flexibilidad- modificaron, a la fuerza, las políticas a las que el mercado laboral venía acostumbrado. Trabajo remoto en muchas actividades; protocolos y y esquemas de distanciamiento físico; menor movilidad por viajes, reuniones y eventos; y extremos cuidados sanitarios son algunos de los cambios más notorios que se produjeron en el mundo del trabajo, y que, según coinciden muchos analistas, llegaron para quedarse.
“En un contexto en el que se extiende el aislamiento preventivo y obligatorio, donde muchas empresas están imposibilitadas de operar o debieron modificar radicalmente sus pautas de funcionamiento, con muchos trabajadores confinados en sus hogares y teniendo que conciliar su vida profesional y laboral en un mismo espacio, y muchos otros sobre-exigidos por prestar servicios en actividades consideradas esenciales, es indiscutible que el mundo del trabajo ya no será el mismo y todo indica que algunos cambios llegaron para quedarse”, destaca un informe realizado por Randstad, compañía global de servicios de recursos humanos.
Andrea Ávila, CEO de la firma para la Argentina y Uruguay, dijo a Infobae: “de un día para el otro se armó el mayor experimento mundial de home office que ni la mente más visionaria pudo imaginar jamás, y eso no tiene vuelta atrás, muchas cosas no volverán a ser como antes en el mundo del trabajo cuando la cuarentena termine y volvamos a una cierta, y nueva, normalidad”.
Al respecto, desde la Organización Internacional del Trabajo (OIT) advirtieron sobre los riesgos de esa “nueva normalidad” y plantearon que, como sucedió en otras crisis globales, “se requiere de una respuesta internacional que sea integral y coordinada y que tenga como eje prioritario a las personas”, aseguró, ante la consulta de Infobae, el director de la OIT Argentina, Pedro Furtado de Oliveira.
“Necesitamos dejar atrás la desigualdad, la falta de garantías y de acceso a derechos, con sistemas más amplios de protección social, entendiendo que la seguridad y la salud en el trabajo son derechos, apostando a una transición justa, el aprendizaje permanente y una mayor formalización. Hoy 6 de cada 10 trabajadores del mundo están en la informalidad”, aseguró Oliveira, al agregar que “la experiencia de 2008 muestra el riesgo que existe al final de la catástrofe, de restablecer una normalidad que ya era injusta«.
“Por esto, cuando superemos esta crisis, debemos procurar que esta experiencia nos deje como legado una mejor normalidad, que elimine las injusticias reveladas por la COVID-19 y nos dé herramientas para construir un futuro del trabajo más inclusivo y sostenible”, remarcó el titular de la OIT en el país.
Los expertos de Randstad aseguran que las principales tendencias que sentarán las bases de un nuevo escenario laboral a nivel mundial cuando pase la pandemia son las siguientes:
1) Pautas de distanciamiento en oficinas, plantas y ámbitos laborales
El estudio sostiene que, aún cuando se levante de cuarentena y se reanude la actividad productiva, habrá que seguir conviviendo con los protocolos de distanciamiento físico que afectarán sustancialmente la forma de vinculación en los distintos ámbitos laborales. Las empresas deberán esforzarse para generar ambientes de trabajo seguros para los trabajadores, adecuando sus instalaciones, procesos y estándares de trabajo en línea con los nuevos parámetros de distanciamiento. Así, mamparas divisoras, zonas de seguridad y circulación monitoreada, estaciones de sanitización, kits de elementos de protección personal y estrictos protocolos de ocupación en espacios comunes serán protagonistas de la nueva normalidad en el trabajo, creen en Randstad.
2) Home Office y trabajo remoto
La situación de aislamiento preventivo obligó a muchas organizaciones a generar las condiciones para que sus colaboradores realicen teletrabajo, incluso cuando la cultura predominante se orientaba hacia el trabajo presencial, el control y el cumplimiento de horarios. “Lo positivo de esta situación forzada es que colaboró para derribar barreras culturares, prejuicios y mitos en relación al trabajo remoto y la productividad, la autogestión y el compromiso de los colaboradores. Es altamente probable que después de haber transitado esta experiencia, muchas empresas no quieran volver a tener a todos sus trabajadores en sus oficinas frente al escritorio como antes, e incluso habrá muchos trabajadores que tampoco quieran hacerlo”, dice el informe.
3) Desplazamientos, viajes, eventos y reuniones
La pandemia COVID-19 paralizó el mundo de los viajes y el turismo y se espera que sea una de las industrias que más demore en recuperarse. Esta situación, trasladada al mundo del trabajo, impactará directamente en la organización de convenciones, congresos, capacitaciones y otros eventos corporativos que dejarán de ser presenciales y pasarán a entornos virtuales. Lo mismo ocurrirá con los formatos típicos de reuniones cotidianas en las organizaciones, que mutarán a videoconferencias para sostener el distanciamiento físico que será norma en adelante.
Por otra parte, dice la consultora, “las empresas deberán adaptar con creatividad y flexibilidad los esquemas de horarios laborales para evitar el traslado de los trabajadores en transporte público en horas pico”, así como implementar días alternativos de concurrencia y otras estrategias que permitan cumplir con el distanciamiento de seguridad entre personas en los distintos espacios de trabajo.
4) Se consolida el trabajo por objetivos
El teletrabajo instaurado masivamente por las circunstancias sanitarias tuvo como efecto secundario que muchas empresas se den cuenta de que no requieren basarse en el control de horas para asegurar la productividad de su fuerza laboral. Muchas organizaciones con culturas de gestión que desconfiaban de los formatos de trabajo flexibles, que priorizaban el “estar” por sobre el “hacer”, han podido vivir la experiencia empírica y comprobar que el presentismo no es garantía de resultados. La confianza en el desempeño a distancia y la productividad sostenida durante el aislamiento han puesto en evidencia que el trabajo por horas está quedando obsoleto y va ganando terreno el trabajo por objetivos.
5) Crece el trabajo freelance y otras opciones de formatos de trabajo flexible
Con una menor dependencia de la presencialidad, mayores posibilidades de trabajo remoto y la consolidación de la gestión por objetivos, el mundo del trabajo post COVID-19 ofrecerá mayores posibilidades para formatos y experiencias de trabajo más flexibles y la inclusión de los freelancers como parte del pool de talento de las organizaciones, aseguran los analistas de Randstad.
Con la tecnología como facilitadora, se verá un nuevo crecimiento de la “Gig Economy”, como se denomina la nueva economía del trabajo móvil, remoto, a demanda e independiente. En este sentido, dado que la especialización y el conocimiento no reconocen formatos de contratación, la incorporación de talentos en formato freelance, por proyecto o part-time crecerá de la mano de un contexto en el que las organizaciones necesitarán más que nunca ser competitivas para recuperarse del impacto económico que dejará la pandemia, plantea el informe.
El abogado laboralista, vicepresidente de la UIA y titular de la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios (Copal), Daniel Funes de Rioja, coincidió en que el mundo del trabajo sufrirá transformaciones, que ya se venían gestando desde antes de la COVID-19 por el cambio tecnológico.
El sector de la alimentación fue considerado esencial desde un primer momento y tuvo que adecuar las jornadas de trabajo para respetar la distancia social, ajustar la producción al nivel real de demanda, y contratar personal eventual o dar horas extras por todos los trabajadores que por ser mayores o ser “de riesgo” no asisten a sus lugares de trabajo, además de aplicar todos los protocolos sanitarios correspondientes.
Según Funes de Rioja, “esto no es un viento zonda que pasó; hay cosas que no volverán a ser como antes”. Planteó dudas sobre cómo se reactivarán rubros como el turismo, la gastronomía, las companías aéreas: “En primer lugar, no sé cuándo pasará esto. Estoy monitoreando 16 países emergentes y desarrollados y coinciden que no será en menos de seis meses. Segundo: esas actividades no sé si levantarán la cabeza como lo hacían antes”, dijo.
También planteó el dirigente de la alimentación y vicepresidente de la Unión Industrial Argentina la posibilidad de que se reduzcan los viajes corporativos para participar de congresos o conferencias. “¿Cuántas demostraciones estamos teniendo de que las cosas se pueden hacer distintas?«, se preguntó el abogado, al remarcar que se la pasa conectado a videoconferencias por trabajo.
En las fábricas, en tanto, Funes de Rioja imagina “turnos más rotativos para evitar grandes concentraciones urbanas”. “Esta situación nos vino a plantear alternativas que tal vez sean mejores, por ejemplo, para evitar el hacinamiento”, dijo. Con respecto al teletrabajo, afirmó que “tiende a expandirse”, aunque habrá que ver luego en qué tipo de actividades tendrá mayor participación.
Matías Cremonte, presidente de la Asociación de Abogados Laboralistas, es “escéptico de que después de la pandemia pueda llegar algo bueno”. “¿Realmente el teletrabajo, si vino para quedarse, va a mejorar las condiciones laborales y el trabajador va a disponer más de su tiempo? Le ahorrás al empleador el alquiler de un lugar, los servicios, y la persona se paga su Internet, su teléfono. No hay una regulación en la Argentina del teletrabajo; y veo relativo eso de que la tecnología llegó para mejorar la sociedad”, manifestó el abogado.
Por otra parte, agregó Cremonte, hoy se están firmando acuerdos de suspensiones con reducciones del 25% de los ingresos, por lo que será difícil recomponer el mercado de trabajo una vez que pase la pandemia. “Cuando los trabajadores vuelvan al mercado, lo harán con salarios del 2019 y una importante pérdida real; en algunos casos, inclusos con bajas nominales. Entonces, ¿cómo se regenera el consumo?, y si no hay demanda, ¿cómo abren las empresas?”, se preguntó. Un factor positivo que consideró que podría permanecer es que por la pandemia algunas actividades tuvieron que incorporar elementos de prevención y eso funcionó muy bien donde existen comité mixtos de seguridad e higiene.
“Creo que esta pandemia va a acelerar muchos cambios que estaban ya en curso. En primer lugar, hubo una aceleración de los procesos de digitalización masiva. Los gobiernos de la región están operando en remoto diariamente. Y muchas empresas han reorganizado sus operaciones. Y por otra parte, se abre una oportunidad para cambiar modelos de negocio, el consumo y la producción, hacia sistemas sustentables desde el punto de vista del medio ambiente», aseguró el economista y ex director de la Argentina en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Federico Poli.
Poli sostiene que los grandes rescates públicos pueden incluir condicionalidades verdes y que al tener un escenario de hasta dos años con movilidad controlada y medidas de seguridad, habrá que repensar organización del trabajo y movilidad, lo que podría permitir romper las barreras existentes.
“Además, la digitalización junto con la presión para el cuidado del medio ambiente permitirían modificar el modo de producción (con la trazabilidad de la producción y la exigencia de formas de producción cuidadosas del medio ambiente y de standards laborales) y al mundo del trabajo (con mayor uso del teleworking y las reuniones virtuales)”, añadió.
Está claro que la pandemia y los efectos que está generando en la economía no se resolverán en tres meses, y quizá tampoco en seis, como avizoran en muchos países. Y que el mundo laboral, que ya venía cambiando por el avance tecnológico, será diferente. El desafío será compatibilizar las nuevas formas de trabajo que se avecinan con la necesidad de los trabajadores de contar con una mayor protección social. (Infobae – Por Natalia Donato)