El pleito de los últimos días entre Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta por la habilitación de los comercios en la Ciudad terminó zanjado ayer cuando, al filo de los anuncios, el jefe de gobierno porteño resolvió dar marcha atrás con algunos de los permisos que había otorgado hace 15 días.
La aceleración de los contagios en la Capital Federal, argumentó Rodríguez Larreta, fue lo que derivó en la decisión de volver a cerrar algunas zonas comerciales que tienen alta circulación de personas.
En las reuniones tripartitas, Kicillof había machadado sobre su hipótesis: que la apertura de negocios en la Capital hizo que más gente transitara en la calle y entre ambas jurisdicciones de la zona metropolitana. El gobernador era de la idea de ir hacia un cierre más rígido.
Rodríguez Larreta no retrocedió con todas las habilitaciones que había otorgado. Esos permisos habían tenido, además, la aprobación de la Nación. Pero, en definitiva, lo que se resolvió para saldar la cuestión fue restringir al máximo la circulación.
A partir del lunes, solo podrán transitar de un lado al otro de la General Paz los trabajadores de actividades esenciales. Y tanto al interior del conurbano, como en la Ciudad, solo podrá viajar en transporte público el personal esencial, como ocurría en la primera etapa de la cuarentena.
«Axel tenía razón, lo que hay que evitar es el traslado de personas. Eso es lo que lleva el virus», comentó ayer un estrecho colaborador presidencial.
Fernández ayer también se ocupó de subrayar que la actividad comercial está, de todos modos, muy afectada por el confinamiento. «Las ciudades tienen en el comercio una parte muy importante de su economía. En las últimas semanas, la Capital Federal habilito el 60% de los locales. Decidió funcionar solo el 40% y, los que abrieron, vendieron solo el 30%. Lo que está pasando es que tenemos una retracción del consumo», alertó, casi como un botón de muestra de lo que vendrá.
Barrios vulnerables
El otro foco de tensión había estado en el crítico repunte de casos que se registró en los barrios vulnerables de la Ciudad. El Presidente había recibido en Olivos durante dos días consecutivos a referentes de la villa 31 y la 1-11-14. Visibilizó su reclamo.
Fernández dijo que en esos barrios los casos crecieron «desmedidamente», pero evitó entrar en controversia con el jefe de gobierno porteño. «Cuando escuché el problema que había en la villa 31 o en el barrio Mujica me ocupé de hablar con actores de esos barrios. Horacio hizo lo mismo que yo», dijo, siempre en un tono de concordia.
Fernández agregó que buscarán aumentar el testeo en esas villas y Rodríguez Larreta anunció que sumará sensores de fiebre y promoverá un aislamiento «más ágil» de los casos sospechosos.
Kicillof, más alarmista, a su turno comparó: «En la provincia no tenemos 18 barrios populares como en la Ciudad, tenemos 1800».
Fernández terció a favor de Rodríguez Larreta cuando dijo que en los próximos días «los casos van a subir porque ahora hemos detectado dónde está el virus». Kicillof había dicho, a la inversa, que «no es que cuando hay más testeos, hay más casos; sino que cuando hay más casos, aumentan los testeos».
El Presidente ironizó durante el anuncio conjunto: «Si yo le encomiendo a alguien que vaya a encontrar hinchas de Argentinos Juniors le va a acostar muchísimo. Si le digo que un domingo vaya a Juan Agustín García y Boyacá, va a encontrar a muchos».
El jefe de gobierno porteño le retrucó, irónico: «No puedo dejarle pasar esto Presidente, cuando uno busca hinchas de Racing hay muchos, pero cuando uno busca en Avellaneda hay muchos más». Una bocanada de complicidad para cerrar una semana que no dio respiro. (La Nación – Por: Maia Jastreblansky)