La bioquímica e investigadora del Conicet, Débora Marcone, despejó dudas sobre el desarrollo de las vacunas específicas para atacar virus y habló de sus beneficios directos e indirectos.
Lo que el mundo espera para los dos últimos meses de 2020 -que ya se empiezan a transitar- es leer en portales de Internet y placas de noticieros la siguiente frase: “Ya está lista la vacuna contra el coronavirus y comenzará a ser aplicada en forma masiva”. Del deseo al hecho, todavía hay dudas, investigaciones en marcha aún no concluyentes y algunos prejuicios sobre la posible efectividad de una vacuna que se desarrolló más rápido de lo que se acostumbra según los protocolos científicos.
“Después del acceso al agua potable y segura la vacunación es la intervención del hombre que más ayudó a prevenir enfermedades y disminuir la mortalidad en el mundo”, expresó en una charla con DIB la bioquímica Débora Marcone, especialista en virus respiratorios, investigadora del Conicet e integrante la Cátedra de Virología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA. “Si no existieran las vacunas no existiría el mundo como lo conocemos hoy en día. La viruela fue erradicada del planeta gracias a la vacunación y estamos cerca de erradicar al polio virus, que ha causado enfermedades con secuelas discapacitantes”, precisó la bioquímica.
“Existe mucha información científica que describe las ventajas de las vacunas y hoy en día los procesos de fabricación son muy estrictos. Los controles de seguridad de eficacia también lo son, llevan años, por eso hay que atravesar diferentes fases y en cada una se van cumpliendo diferentes objetivos”, explicó Marcone sobre el desarrollo de estos productos científicos que ayudan a controlar la transmisión y la manifestación grave de diversas enfermedades. “Para afrontar esta pandemia se están llevando adelante muchos desarrollos de vacunas en todo el mundo con el fin de poder administrarlas a los grupos de riesgo, al personal de salud, que está en contacto con este nuevo virus el SARS. Toda la comunidad está a la espera de que estas vacunas nos permitan volver a la vida normal o al menos a como se describe a la vida pre pandemia”, añadió Marcone.
Fases en simultáneo
Acerca de los tiempos y las fases, la bioquímica apuntó que “si bien se están acortando los tiempos para tener una vacuna aprobada y lista para aplicar a la población, en realidad lo que se está haciendo es llevar las distintas fases en simultáneo, lo que no se está haciendo es terminar una fase para comenzar con la siguiente. Pero los estudios de seguridad y eficacia, que hay que llevar a cabo, se están realizando”.
Sobre las vacunas que se aplican para combatir virus, como es el caso del SARS-CoV-2, Marcone señaló que hay varias formas de desarrollarlas. “Se pueden utilizar virus inactivados, esto quiere decir que no producen ninguna infección en la persona que se está vacunando, porque los virus inactivados no son capaces de replicar, son pedacitos del virus que se inoculan para generar esa respuesta inmune”, indicó, y explicó que “también existen partículas virales vacías, que es como si fuera la cáscara del virus, sin el material genético y sin las proteínas que puede llevar dentro, para que el sistema inmune reconozca estas proteínas de la superficie viral”. En esa línea, describió que “existen otros tipos de vacunas basadas en vectores virales, en las que se va a utilizar algún virus y se va reemplazar alguna versión de su genoma con el material genético de la proteína que queremos que se sintetice en el individuo para que se genere la respuesta inmune”, y agregó que “las más novedosas son vacunas ADN o ARN que codifican para que las proteínas del virus se puedan sintetizar dentro del individuo y se monte la respuesta inmune contra estas proteínas”.
En la población, los beneficios de las vacunas son directos o indirecto, y en esta categorización aparece la idea tan replicada de la “inmunidad del rebaño”. “Los beneficios directos de la vacunación incluyen disminuir la gravedad de la enfermedad y también la propia enfermedad, porque lo que se va a tratar es de prevenir la enfermedad en los individuos que se vacunen y bajar la incidencia de la enfermedad en la población”, indicó Marcone. “Además, como beneficio indirecto, aparece un beneficio para aquellas personas que no están vacunadas, y es que ocurra la inmunidad de rebaño o de grupo, donde se va a reducir la probabilidad de contacto y se va a romper la cadena de transmisión. Al haber más gente protegida, el patógeno no va a encontrar estos individuos susceptibles y se corta la cadena de transmisión de la infección”, subrayó la especialista.
Los antivacunas
En los últimos tiempos han surgido grupos de personas que se han manifestado abiertamente en contra de la aplicación de vacunas para prevenir o aplacar la manifestación de enfermedades. “A pesar de la utilidad de las vacunas debo reconocer que existen personas que se manifiestan en contra de su uso muchas veces sosteniendo información que no es verdadera o apoyándose en trabajos que han sido eliminados de revistas científicas debido a la manipulación de loso datos”, remarcó Marcone.
“Hay un caso famoso que quiso vincular autismo con la vacuna Triple Viral pero toda la información había estado manipulada por esta persona. Casualmente, este médico había desarrollado una patente para reemplazar la Triple Viral”, contó la especialista. “Fue sancionado, pero el movimiento antivacunas sigue a esta persona y lleva como emblema este artículo que ha sido eliminado. Encontraron ahí una justificación para el movimiento que toda la comunidad científica ha rechazado”, concluyó. (DIB) AR