Aguas Malas: el arsénico es invisible y afecta al 70% del territorio argentino

Chascomús está incluido
Una fundación recorre el país analizando la calidad del agua y dando talleres de capacitación en escuelas y centros comunitarios – El agua contaminada no tiene color, olor ni sabor y se calcula que afecta a 4 millones de argentinos.

La Fundación Aguas nació como proyecto hace cinco años, pero se constituyó como tal hace solamente uno. Es hija de Huerta Niño, otra fundación presidida por Felipe Lloverts que viaja por escuelas de todas las provincias enseñando a cultivar para producir alimentos. Recorriendo el país, se toparon con un obstáculo que parecía insalvable: en algunas escuelas directamente no había agua, por lo que la huerta no podía materializarse. Se recurría a cisternas, acopio de agua por lluvias y molinos.
«Nos encontramos con que, a veces, el agua era turbia y empezamos a hacer análisis microbiológicos. Pero entonces, vimos que el problema iba mucho más allá del color. Detectamos glifosato, sarro, flúor y arsénico. Distintos elementos estaban presentes en el agua, sobre todo en las comunidades rurales», dice Juan Lapetini, director de la Fundación.
El arsénico es particularmente difícil de detectar porque no tiene color, olor ni sabor. «El arsénico es la herencia de la cordillera, es parte de la conformación de los volcanes y circula a través de cuencas y canales subterráneos. Si se observa el mapa, casi el 70 por ciento del territorio argentino está contaminado. Aunque hay manchones, no es continuo. Pero la contaminación va de Santiago del Estero hasta el conurbano», aclara Víctor Jordán responsable del área educativa de la fundación.
Un ejemplo es la zona de Pergamino, en la provincia de Buenos Aires. Hay agrotóxicos en el agua por las fumigaciones de los sembradíos, pero también está presente el arsénico.
«Existe un filtro, inventado aquí en la Argentina por el científico Sergio Ferrari y producido por una empresa, que está siendo testeado en dos comunidades del Chaco y se usará también en Dock Sud, en Villa Inflamable. Cuesta 300 dólares y se necesita uno por perforación de agua. Hay que ver si las familias se acostumbran a su uso», señala Víctor.
Las comunidades no siempre tienen la percepción de que el agua es un problema. «Para ellos, el agua es buena o mala. A veces, nos dicen que siempre la han tomado y nunca les ha hecho nada. Y uno ve que los chicos tienen manchas en las manos y los pies, los adultos pierden piezas dentarias, tienen diarrea, hay problemas de aprendizaje…todo eso es consecuencia del arsénico», puntualiza Juan.
Cuando la Fundación hace al análisis de la calidad de agua, informa a los pobladores y hay un acompañamiento que genera una demanda. «No siempre hay una construcción colectiva, como la hay en Pergamino, donde nació un movimiento comunitario. Existen casos en los que la gente decide comprar agua envasada y otros donde, en cambio, reclama que el municipio acerque camiones cisterna, porque son conscientes de que el agua es un derecho», admite Víctor. «Pero lo primero es conocer el problema, para buscar la solución», agrega.
«Hay 7 millones de personas sin acceso a la red pública de agua», puntualiza Carolina Higgins, del área de Alianzas de la Fundación. «De esos 7, según el Ministerio de Infraestructura, 2 millones tienen que caminar 4 a 6 horas por día para tener acceso al agua.
La cercanía a la Capital no garantiza que el agua que se consume sea inocua. En un informe del entonces Ministerio de Salud, se reporta que los partidos de Mercedes, Chascomús (NR en nuestro distrito un proyecto ingresado al Concejo Deliberante hace algunos años para que se analizaran con distintos laboratorios los pozos de la red de agua potable, dado que eran malos los resultados que integran documentación oficial, fue enviado a archivo sin que se avanzara sobre el tema), Bragado, Brandsen y San Vicente padecen contaminación con arsénico. (Fuente TN – Miriam Lewin)