Amenazó con retirar a sus gremios aliados de la central, pero no cosechó adhesiones; la cúpula cegetista estuvo con Alberto Fernández y se diferenció al cuestionar la toma de fábricas de neumáticos y el ataque de militantes camioneros al dueño de una empresa de logística
Excluido de una reunión entre la cúpula de la CGT y el Presidente, Pablo Moyano echó a rodar la versión de que renunciaría al triunvirato de mando de la central obrera. Se lo comunicó a su padre y luego a sus aliados del Frente Sindical por el Modelo Nacional, a quienes les insinuó un retiro en tropa para acentuar la fractura.
La noticia corrió como reguero de pólvora y se hizo eco primero en los medios de comunicación afines al kirchnerismo. Moyano hizo suspender con un llamado telefónico un acto en el salón Felipe Vallese para evitar cruzarse con Héctor Daer, su rival interno en la pelea por el liderazgo cegetista, y convocó de urgencia a su aliados a la sede de Camioneros. Durante casi tres horas de debate, Moyano amagó con su salida con la intención de que los gremios propios siguieran sus pasos, algo que no sucedió.
Así, el camionero resolvió finalmente quedarse en la cúpula de la CGT, aunque es difícil imaginar un normal funcionamiento de la central entre tantas diferencias y tensiones con el sector mayoritario, el que comandan Daer y los autodenominados “independientes”.
De manera deliberada, Moyano fue excluido de la cena con Alberto Fernández, que se dio en uno de los quinchos de la quinta de Olivos y duró hasta casi la medianoche. La conversación entre el Presidente y los sindicalistas estuvo guiada por la escalada de conflictos sectoriales, aunque se profundizó, sobre todo, en dos de ellos: la toma por parte del gremio de las plantas de neumáticos y la agresión de un grupo de activistas de Camioneros que irrumpió a los golpes en una empresa de logística. Se trata de dos temas que diferencian al referente camionero de sus colegas, y que lo exponen por avalar métodos de protesta violentos.
Moyano resolvió su continuidad tras una charla con su padre y un tenso debate con sus aliados del Frente Sindical. Hubo críticas a “los Gordos”, el sector que encabezan Daer y Armando Cavalieri, pero también al Gobierno. “Me quedo y les voy a llenar la CGT con gremios de la CTA”, se lo escuchó decir en un rapto de furia, según reconstruyó LA NACION de un testigo. Entre los gremios que comulgan con el moyanismo están el Smata, Canillitas, Curtidores, Udocba, Vialidad, SOMU y el Vidrio.
La exclusión de Pablo Moyano, más una serie de desencuentros con sus colegas sindicales, avivaron la interna. “No fue invitado a la cena con Alberto, él se mueve con agenda propia. Ayer hizo un acto en homenaje a Rucci en la CGT y no avisó. Tampoco lo hizo cuando fue a ver a Cristina [Kirchner]”, justificó uno de los dirigentes que gestionó el encuentro con el Presidente.
El triunvirato de mando que integran Moyano, Héctor Daer y Carlos Acuña surgió el 11 de noviembre de 2021. El día de la asunción, el camionero se ausentó por un supuesto cuadro gripal. Jamás en sus diez meses de gestión el triunvirato actuó de manera coordinada. Quedó demostrado en la movilización del 17 de agosto pasado, cuando el camionero montó su propio acto y se desmarcó de sus colegas, incluso al trazar las perspectivas del reclamo de entonces, que era la escalada inflacionaria. El amago de renuncia de hoy agrietó aún más la frágil unidad sindical.
Puede tensar aún más la interna cegetista si es que se resuelve un comunicado para repudiar el ataque de militantes del Sindicato de Camioneros al dueño de una empresa de logística. También si es que la CGT expresa una postura orgánica sobre el conflicto del neumático. A diferencia del resto de sus colegas cegetistas, el dirigente camionero respaldó a Alejandro Crespo en su cruzada contra las tres fábricas del rubro.
El Sindicato del Neumático (Sutna) presentó por carta su pedido para ingresar a la CGT, pero nunca fue tratado. Crespo tendió puentes con Moyano, pero así y y todo su pedido no prosperaría ya que que el sector mayoritario, que integran “los Gordos” e “independientes”, rechazan su incorporación. Lo repitieron anoche delante de Alberto Fernández y Moroni mientras comían asado y degustaban ensaladas varias.
Tras la reunión con el Presidente, se debate internamente en la CGT enviar un mensaje público cuyo eje sería agotar toda instancia de diálogo antes de activar un conflicto. El sector mayoritario de la central obrera entiende que por la inflación las negociaciones paritarias se están reabriendo de manera masiva, incluso antes de lo previsto en sus cláusulas de revisión. Los gremios cuentan como aliado al ministro de Trabajo, Claudio Moroni, que anoche en Olivos les reforzó a los dirigentes su compromiso por habilitar las conversaciones salariales cuantas veces hiciera falta.
“La concertación y el diálogo es lo necesario para salir de este momento, y quien debe convocarlo es el Presidente. Alberto debe liderar esa convocatoria en el tiempo de mandato que le queda”, dijo uno de los siete dirigentes sindicales que estuvo anoche en Olivos. Asistieron Héctor Daer (Sanidad) y Carlos Acuña (Estaciones de Servicio), los compañeros de Moyano en el triunvirato de mando; el sector autodenominado “independiente”, integrado por Gerardo Martínez (Uocra), Andrés Rodríguez (UPCN) y José Luis Lingeri (AySA); Armando Cavalieri (Comercio), y Jorge Sola (Seguro). Ellos entienden desde años el sistema capitalista y promueven más el diálogo que el combate.
“Tenemos que ejercer nuestros derechos en paz, sin resignar el derecho a huelga ni el reclamo ni nuestras pretensiones. Lo que no se puede es quebrar las reglas”, dijo un jerárquico de la CGT, que apuntó a “medidas anárquicas”.
Daer, uno de los jefes, envió una señal de unidad en medio de las versiones de ruptura. Por redes sociales, celebró los 92 años que pasaron desde la fundación de la CGT.
“Fue una charla de amigos, sin agenda”, graficó uno de los comensales sindicales, quien además aseguró que se tocó de manera secundaria la posibilidad, “muy latente”, de que el Gobierno habilite por decreto a fin de año un bono no remunerativo por única vez para evitar una mayor caída del poder de los salarios.
El refuerzo salarial no debería alterar el normal curso de las paritarias sectoriales, pidieron los sindicalistas. Este es un punto en el que chocan posturas en la CGT: el moyanismo y los gremios más identificados con el kirchnerismo presionan desde hace meses por una suma fija, mientras que el sector más dialoguista apuesta por el marco paritario y un refuerzo a fin de año. (DIB)