Alberto Fernández visitó por primera vez la CGT. Y su debut en el mítico edificio de la calle Azopardo fue como presidente electo.
Antes de participar del plenario en el salón Felipe Vallese, del segundo piso, Fernández se reunió durante algunos minutos dos pisos más arriba, en el cuarto, con el Consejo Directivo de la confederación.
No hubo anuncios de medidas ni la ratificación de algunos de los puestos claves del gabinete que el movimiento obrero espera con ansias. Aunque Héctor Daer pareció confirmar lo que el presidente electo piensa en torno a los colaboradores con los que se rodeará a partir del 10 de diciembre y que lo acompañan desde la campaña. “Futuros funcionarios”, dijo el sindicalista en tono jocoso en sus palabras de bienvenida, y dirigió su mirada a la primera fila en la que se habían acomodado Santiago Cafiero, Gustavo Béliz y Eduardo “Wado” de Pedro.
El ex jefe de Gabinete solo cruzó palabras de cortesía en la previa, en el cuarto piso. Y se abrazó con Daer y con Roberto Fernández, de UTA, con más énfasis que con el resto. Algunos de los sindicalistas que participaron de esa breve presentación, en la primera vez de Fernández en ese edificio, aseguraron a este medio que no hubo ni críticas, ni pedidos ni anuncios. Al mandatario electo y a la CGT les interesaba solo la foto que minutos después entregaron en el segundo piso.
Fernández destacó la función que cumplió Cristina Kirchner en el diseño de la estrategia electoral que permitió unir al peronismo y ganar las elecciones: “Este día es posible porque nos unimos. El secreto de este triunfo no es otro que la unidad y el esfuerzo particularmente de Cristina, porque ella es la esencia de este triunfo que hoy tenemos”.
En medio de aplausos y cánticos, Fernández recogió el discurso precedente de Daer, secretario general de la CGT –primero había hablado Carlos Acuña–, y prometió: “El movimiento obrero es parte del gobierno que se instalará en la Argentina desde el 10 de diciembre».