El Presidente ahora se recuesta en el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, y el embajador argentino en Estados Unidos, Jorge Arguello, para consolidar la política exterior de la Argentina
Alberto Fernández ya no confía tanto en la perspectiva geopolítica de Felipe Solá y decidió excluir al canciller de su agenda diplomática vinculada a América Latina y la Unión Europea. El Presidente no invita a Solá a ninguna de las llamadas telefónicas que cruza con los líderes mundiales y diseña su estrategia internacional con los consejos de Gustavo Béliz, secretario de Asuntos Estratégicos, y Jorge Arguello, embajador argentino en Estados Unidos.
Mientras tanto, el ministro de Relaciones Exteriores se dedica a organizar los viajes de los varados por la pandemia y a protagonizar actos institucionales que están lejos de Olivos y la agenda global.
Alberto Fernández tomo distancia del canciller después del affaire Mercosur. El presidente y Solá habían conversado sobre las diferencias que tenía Argentina con Brasil, Paraguay y Uruguay respecto a la posibilidad de cerrar acuerdos de libre comercio con Corea del Sur, Líbano, India y Canadá. Pero nunca se le ordenó al ministro de Relaciones Exteriores que pusiera al foro regional al borde de la ruptura institucional.
Alberto Fernández considera que el Mercosur es más que una unión aduanera imperfecta. El jefe de Estado asume que se trata de una institución multilateral que terminó con Brasil como hipótesis de conflicto de la Argentina y que marcó una secuencia de cooperación e integración regional que ratifica la importancia de la democracia como sistema de gobierno en el Cono Sur.
En este contexto, el Presidente fue sorprendido cuando la Cancillería decidió que la Argentina se iba de la mesa de negociaciones del Mercosur por un eventual tratado de libre de comercio con Corea del Sur. Alberto Fernández se juramentó que jamás dirá en público lo que le dijo a Solá e intervino el Palacio San Martín.
El pasado 18 de abril, Alberto Fernández mantuvo una larga conversación con Emmanuel Macron para analizar la agenda global y solicitar la colaboración de Francia en el Club de París, que es un antiguo acreedor de la Argentina. La llamada no fue sorpresiva y la línea argumental del Presidente fue diseñada con la colaboración de su ministro de Economía, Martín Guzmán, y Gustavo Beliz, secretario de Asuntos Estratégicos.
Solá no fue convocado a la reunión previa y tampoco estuvo en Olivos durante la comunicación telefónica entre el jefe de Estado y su colega francés.
Unos días más tarde, el martes de 28 de abril, Alberto Fernández habló con Alberto Luis Lacalle Pou, presidente del Uruguay. La noche anterior, Lacalle Pou había iniciado un chateo informal con Alberto Fernández, y allí acordaron la comunicación telefónica para enderezar la situación del Mercosur y tratar la agenda bilateral entre ambos países.
El canciller Solá no estuvo junto al Presidente durante la llamada a Montevideo. Se encontraba en el Ministerio de Relaciones Exteriores coordinando los viajes de los argentinos varados alrededor del mundo. En la foto oficial, distribuida después del contacto diplomático, aparecen el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y Julio Vitobello, secretario General de la Presidencia.
Ayer acerca del mediodía, Alberto Fernández se comunicó con Ángela Merkel, que atendió en su despacho de Berlín. La comunicación fue planificada con tiempo, y el Presidente y la canciller alemana trataron la situación del mundo y el futuro económico y social post pandemia COVID 19. En este contexto, el jefe de Estado solicitó a Merkel su apoyo para postergar un pago inminente de dos mil millones de dólares al Club de París.
Aunque no aparece en la foto junto al presidente, Gustavo Béliz estaba en Olivos cuando inició el diálogo cordial con la canciller Merkel. El ministro Solá, como sucedió con Sebastián Piñera, Macron y Lacalle Pou, quedó al margen por orden directa de Alberto Fernández.
El Presidente no tiene mala relación con el canciller. Pero ya asumió que su personalidad -explosiva e inesperada- conspira con la ejecución parsimoniosa de la agenda diplomática nacional.
Entre otros errores diplomáticos, Alberto Fernández aún recuerda con pesar la foto de Solá sonriendo al lado de Jair Bolsonaro. Sin olvidar el affaire del Mercosur que lo dejó en una situación incómoda frente a sus socios regionales y sus aliados globales.
Ayer a la tarde, cuando Alejandro Vanoli ya no era titular de la ANSES, se preguntó en Olivos qué podía suceder con el canciller Solá. La respuesta fue acotada y elíptica: “Alberto Fernández maneja los tiempos políticos. Y nadie más”, dijo a Infobae un funcionario que conoce de memoria la quinta presidencial. (Infobae – Por Román Lejtman)