Horas después de que venciera el plazo del canje de deuda, el presidente Alberto Fernández ratificó esta mañana que «la negociación sigue, nada está cerrado» y anticipó que «puede haber contraofertas en los próximos días», mientras sigue la puja con los grandes fondos de inversión que tienen en su poder bonos bajo legislación extranjera con el objetivo de evitar la cesación de pagos. «Nadie quiere caer en default», dijo el mandatario.
Antes de desayunar con el ministro de Economía, Martín Guzmán, para evaluar cómo sigue la reestructuración, el mandatario expresó en diálogo con la radio Futurock: «Esto es una negociación con personajes muy singulares del mundo de las finanzas. Ahora vamos a ver bien cuántos aceptaron la oferta, si hubo contraofertas. Tengo noticias de que puede haber contraofertas en los próximos días. La negociación sigue, nada está cerrado».
«Espero que entiendan. Yo tengo mucha firmeza en lo que hemos propuesto. Esta vez tenemos una suerte de principal auditor de las finanzas mundiales, que es el Fondo [Monetario Internacional]. Nuestra propuesta guarda en un 100% el criterio de sostenibilidad que el Fondo ha propuesto. Espero que esta vez entiendan y nos acompañen», expresó el mandatario.
Se espera que tras la reunión entre el mandatario y Guzmán, el Gobierno anuncie cuál fue la aceptación final de la oferta argentina, que tuvo el respaldo del Fondo Monetario Internacional (FMI), de todo el arco político y empresario local, y de varios economistas de prestigio global. Fuentes del mercado mencionaron hoy a LA NACION que la adhesión a la propuesta estaba muy por debajo de lo esperado por el Gobierno.
En la entrevista de esta mañana, Fernández recordó una conversación que mantuvo con el economista estadounidense Jeffrey Sachs: «Me dijo ‘no te preocupes tanto por el default porque el mundo está en default, no vas a hacer el único que esté en default’. Y yo le decía que no quería estar en default».
«Nadie quiere caer en default. Tanto no queremos caer en default, que hacemos una oferta para no caer en default», subrayó el jefe de Estado.
Además, destacó que con la oferta argentina, «los acreedores no pierden, solamente ganas menos… en un momento en que no ganan». «Hay una quita de capital del 5%. En los intereses. uno dice ‘ahí la quita es sustantiva’. Claro, pero la tasa promedio da más o menos siete puntos. Y lo estamos bajando a un promedio de dos puntos. Dicen ‘no, pierdo cinco puntos de interés’. Sí, es cierto. Pero te pago dos en un mundo que paga cero», explicó.
Críticas a los empresarios
Fernández volvió a criticar a los empresarios argentinos, esta vez en el marco de la renegociación de la deuda. » Ahí está la parte penosa del empresariado argentino. Porque dicen ‘pagale a cualquier precio, pero no me dejes afuera del bloque’ y vos le decís ‘pero si yo le pago a cualquier precio no vamos a tener a comer nosotros'».
«Todo esto es un problema también de cultura… de la perversa cultura del empresariado argentino. De una parte del empresariado; hay parte que se ponen del lado nuestro. Esa dependencia intelectual que tienen con los centros del poder», agregó.
En el Gobierno anticiparon a este medio que dejarán abierta la posibilidad de una contrapropuesta a la oferta argentina hasta las 9 del lunes, más allá de que las negociaciones continuarán hasta el 22 de mayo, cuando se vencerá el período de gracia por el pago de intereses de los bonos globales. Ese día, si no hay un acuerdo, llegará una nueva cesación de pagos. Un mes después, podría declararse el cross default, la cesación de toda la deuda.
La deuda
La deuda elegible para el canje es de US$68.842.528.826. Este año quedan vencimientos de esos papeles por unos US$3300 millones.
El Gobierno presentó una oferta pública de la que surgen una estructura de bonos amortizables con tasas escalonadas nunca mayores al 5%, quitas de capital que van de entre 12% y 18% para los papeles más cortos según la moneda, un esquema de «opcionalidades» para elegir los nuevos papeles y diluir el poder de los bonistas, y vencimientos hasta 2047.
La oferta argentina a los bonistas implica una reducción en la carga de intereses de 62% (US$37.900 millones), un alivio en el stock de capital (5,4% o sea, US$3600 millones) y un período de gracia por tres años, hasta 2023. (La Nación)