El sector donde se concentran los gobernadores y los principales legisladores apuesta a reorganizar el partido y acercar posiciones con el ala identificada con Martín Lousteau y Alfredo Cornejo
“Hay que ordenar la tropa y tener una estrategia común. Si no el PRO nos come la cancha”. La reflexión corta pero contundente salió de la boca de uno de los dirigentes de la Unión Cívica Radical (UCR) más importante del país. Su preocupación es la que tiene la gran mayoría de los hombres de peso del partido. Deben replantearse el rol que cumplen en Juntos por el Cambio para no quedar sepultados bajo la enorme influencia del partido fundado por Mauricio Macri.
En el radicalismo está viva la necesidad de reorganizarse, limar asperezas entre los propios para unir lo que está dividido, y ganar espacio y poder dentro de la coalición opositora. Al menos, de un sector importante del partido. Otra fracción apuesta a liderarlo a fuerza de votos y elecciones en los comité del país. Dos miradas distintas bajo un mismo techo.
Durante los cuatro años del gobierno de Cambiemos los radicales tuvieron un rol secundario en las decisiones de gestión y en el armado político. También en la diagramación de las estructuras del Estado. Fueron un partido sin ambición de poder. Pero la horizontalidad que genera estar afuera de la Casa Rosada les dejó servida la posibilidad de discutir el poder, con más ambición, dentro de Juntos por el Cambio.
En la actualidad hay dos facciones bien definidas dentro de la UCR. De un lado están los gobernadores Gerardo Morales (Jujuy) y Gustavo Valdés (Corrientes), los presidentes de los bloques radicales en el Congreso, Mario Negri y Luis Naidenoff; el ex senador Ernesto Sanz, el presidente del bloque de diputados bonaerense, Maximiliano Abad; el presidente de la UCR de Buenos Aires, Daniel Salvador y un grupo grande de diputados e intendentes.
En la otra facción se aglutinan el presidente de la UCR Nacional, Alfredo Cornejo; el senador Martín Lousteau; los diputados Carla Carrizo y Emiliano Yacobitti, y el intendente de San Isidro, Gustavo Posse. Cerca de ese espacio se mueve el gobernador de Mendoza, Rodolfo Suárez y un puñado de intendentes del interior de la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, este sector es menos orgánico que el otro. Lousteau y Cornejo se llevan bien pero no trabajan en dupla. Incluso tienen marcadas diferencias de estilo.
En el comienzo del año electoral el sector referenciado en Morales, una de las voces más combativas dentro del partido, pretende empezar a discutir una reorganización del espacio político. ¿El objetivo? Fortalecer la UCR en la interna de Juntos por el Cambio y pelear por compartir el liderazgo de la coalición, que en la actualidad está en manos de los dirigentes del PRO.
Además, quieren comenzar a construir un candidato nacional que pueda competir en la interna opositora en el camino hacia el 2023. “Horacio no va a ser el único candidato dentro de la coalición”, le aseguró a Infobae un dirigente muy influyente del radicalismo. Quieren dar pelea en todas las provincias y solidificar la estructura partidaria, para eso necesitan tener un candidato propio que comparta cartel dentro de la coalición.
En ese sector del radicalismo asumen que los liderazgos públicos de Juntos por el Cambio están íntimamente asociados al PRO. El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta; el ex presidente Mauricio Macri; la ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich; y la ex gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, forman parte del mismo partido y son los líderes más claros que tiene la coalición. En paralelo, la figura de Elisa Carrió se mantienen indemne como referencia de la Coalición Cívica.
Lo que notan los radicales es que la posición de Rodríguez Larreta como potencial candidato presidencial de la coalición, y la popularidad en alza del discurso más duro contra el oficialismo que tiene Patricia Bullrich, presidenta del PRO, deja al radicalismo afuera de la competencia por influir en la opinión pública.
Si no intentan ganar terreno en la escena pública, terminarán siendo un partido que acompaña el camino marcado por el PRO. Es decir, volverán a recorrer la misma ruta que transitaron entre el 2015 y el 2019.
El primer paso para discutir el posicionamiento en la coalición lo quieren dar en una reunión que está pautada para el próximo miércoles a las 17 en la Capital Federal. En principio, sería en la Casa de Corrientes. La idea es que algunos de los dirigentes estén presentes y otros vía zoom, debido a que muchos estarán en sus provincias. La movida está impulsada por Morales y Valdés y tiene un segundo objetivo después de ordenar a los propios: acercar posturas con la línea donde militan Cornejo y Lousteau.
Los gobernadores entienden que para fortalecer el radicalismo es necesario ordenar internamente el partido y eso conlleva un movimiento más: unificar el espacio. Es decir, acercar posturas entre las dos facciones, dar una discusión integral del rumbo que deben seguir para liderar la coalición o, al menos, compartir ese liderazgo y definir una estrategia común. Además, pretenden ordenar el armado nacional y evitar que hayas fugas del partido en el medio del año electoral.
Una vez que se orden, la discusión pasa a la superestructura política. El radicalismo quiere establecer reglas claras dentro de Juntos por el Cambio para poder tener mayor influencia en el armado de listas para las elecciones de este año. Sin embargo, hay algunos dirigentes que piden profundizar la autocrítica. “La pandemia retrasó el proceso de mirar hacia adentro y preguntarnos el porqué de la derrota. Tenemos que tener una propuesta moderna, si no, no alcanza”, reflexionó un diputado nacional.
En el sector donde están los gobernadores creen que a Juntos por el Cambio lo une, en gran medida, el antikirchnerismo y que ese posicionamiento lo absorbe el PRO. En consecuencia, la identidad de la coalición está basada en la mirada que le da el partido fundado en la Capital Federal. Para dejar atrás la lógica de la antinomia es necesario construir un nuevo mensaje partidario e influir con mayor decisión en el relato opositor.
Por otra parte, asumen que el Gobierno ya eligió un rival y es Rodríguez Larreta. Como cuando Cristina Kirchner eligió a Mauricio Macri como contrincante. Esa confrontación le dio buenos réditos. La grieta. “Eligieron un adversario y le dieron volumen nacional. Es inentendible lo del Gobierno”, precisó un reconocido legislador frente a Infobae. Forman parte de la misma coalición pero asumen que en la carrera interna por ganar influencia, la decisión del oficialismo de elegir un contrincante del PRO, les juega en contra.
Uno de los nombres que viene creciendo dentro del ala que está enfrente a la de los gobernadores es Martín Lousteau. El senador conduce el espacio Evolución, que está dentro de la UCR y que ganó mucho terreno en la Ciudad de Buenos Aires. El foco actual del ex ministro de Economía está puesto en la elección interna que el 21 de marzo tendrá el radicalismo en la provincia de Buenos Aires. ¿Por qué tanto interés? Porque considera que el resultado de esos comicios tendrá un impacto directo en la reorganización del partido a nivel nacional.
Lousteau apoya la candidatura del intendente de San Isidro, Gustavo Posse, que enfrentará al legislador bonaerense Maximiliano Abad en las elecciones internas de la UCR provincial. Abad tiene el apoyo de María Eugenia Vidal y el esquema de los gobernadores y presidentes de bloque. Posse juega en sintonía con Evolución y los dirigentes históricos como Federico Storani o Juan Manuel Casella.
“Si ganamos la elección en Buenos Aires el mapa nacional del radicalismo se modifica”, sostienen cerca de Lousteau. Entienden que un potencial triunfo en territorio bonaerense tendrá un valor simbólico muy grande. En definitiva, se enfrentan las dos facciones en las que hoy está separado el partido.
El senador tiene mucho interés por las internas radicales en Buenos Aires, CABA y Córdoba. Entre esos tres distritos se elige el 70% de los convencionales nacionales, que son los que levantan la mano y deciden el rumbo institucional del partido. Tiene un objetivo claro y es conducir la UCR y renovar la estructura partidaria. En esa dirección dirige cada una de sus acciones.
Quienes acompañan a Lousteau en la gira política por la provincia de Buenos Aires, que promociona la campaña de Posse, dicen que el ex ministro está encabezando “una revolución silenciosa” dentro de la UCR donde Franja Morada y la Juventud radical son los andamiajes de un proyecto con aspiraciones nacionales.
Lo que todos tiene en claro en el radicalismo es que el partido pasa por un momento de reacomodamiento interno. Todos quieren más poder. Dentro del partido, pero también en Juntos por el Cambio. Esa puja genera tensión. Es inevitable. El sostén de sus ambiciones es la UCR. Ordenar el partido le servirá a todos como una plataforma donde mostrarse y una base territorial en la que apoyarse.
La discusión radical tendrá en el centro a Rodríguez Larreta, el candidato a presidente que no se candidateo. Una muestra clara del crecimiento del jefe de Gobierno porteño dentro del escenario político nacional. En Juntos por el Cambio suelen jactarse de la unidad que mantuvieron después de dejar el gobierno. Ahora afrontan un nuevo desafío. Mantener esa unidad mientras los partidos que la integran empiezan la batalla por influir en la conducción nacional. (Fuente: Infobae)