El monóxido de carbono es un gas incoloro, inodoro, insípido producido mediante la combustión de gasolina, madera, propano, carbón y otros combustibles, puede que se acumule hasta alcanzar niveles peligrosos.
Cuando este elemento se acumula en el aire y pasa al torrente sanguíneo, producto de los aparatos eléctricos y motores que no se ventilan de forma adecuada, el cuerpo reemplaza el oxígeno en los glóbulos rojos con este gas y esto puede generar un daño grave en el tejido, o incluso la muerte.
Entre los signos y síntomas de la intoxicación se pueden incluir dolor de cabeza, debilidad, mareos, náuseas o vómitos, falta de aire, desorientación, visión borrosa y pérdida del conocimiento.
Asimismo, se recomienda usar los dispositivos a gas según sus indicaciones y nunca utilizar una cocina u horno de gas para calefaccionar la casa. Solamente se debe usar calefacción de combustible cuando alguien está despierto para controlarla y si las ventanas y puertas están abiertas para que entre aire.
Cabe destacar que los conductos de las chimeneas, deben mantenerse en buen estado y limpiarse como mínimo, una vez al año.
De esta manera, prestando la debida atención a las instalaciones de gas y de los artefactos del hogar de esta clase, evitaremos serios inconvenientes en la salud de nuestras familias.