Un informe de la Red Argentina de Investigadoras e Investigadores de Salud advierte que los números de ocupación de camas que se reportan diariamente en los informes oficiales pueden dar una falsa sensación de seguridad
Un informe preparado por la Red Argentina de Investigadoras e Investigadores de Salud advierte que los números de ocupación de camas que se reportan diariamente en los informes oficiales pueden dar una falsa sensación de seguridad y que en realidad, si se contempla la tasa de transmisión del virus y el número de casos que se registran diariamente, el sistema sanitario ya está alcanzando niveles de saturación.
«El sistema sanitario creció un montón por la incorporación de camas e infraestructura, pero el porcentaje de ocupación de camas está en continuo aumento -dice Soledad Santini que firma el documento junto con Nasim Iusef, ambos investigadores del Conicet-. Si bien en la Provincia de Buenos Aires, por ejemplo, entre diciembre de 2019 y agosto del 2020 la cantidad de unidades de terapia intensiva del subsector público pasó de 883 a 1989 (es decir, que se incrementó un 125%), es fundamental entender que el sistema de atención es un recurso limitado».
Enio García, jefe de asesores del Ministerio de Salud de la Provincia, coincide con la llamada de alerta: «Sí, estamos de acuerdo -afirma-, aunque en su análisis no consideran la expansión que seguimos haciendo en camas de cuidados intensivos, en un momento ya está, no vamos a poder expandir más».
En el Área Metropolitana de Buenos Aires vive alrededor del 35% de la población del país (aproximadamente 15 millones de personas, según el último censo). Esta concentración aumenta la probabilidad de contacto entre personas, y por lo tanto permite que la circulación del SARS-CoV-2 sea mayor que en otras partes de la Argentina, escriben los científicos. Pero pese al gran esfuerzo que se hizo en aumentar la dotación de camas y otro equipamiento, los datos de los meses de julio y agosto muestran que la cantidad de camas totales (en PBA) aumentó un 6,4% y la ocupación, un 16,1%, destaca Santini. «Esta diferencia indica que por más que siga creciendo la cantidad de camas, en un momento no alcanzarán, y es ahí cuando la mortalidad causada por el virus puede multiplicarse», dice.
Y agrega: «Si bien puede haber un aumento de la tasa de duplicación de casos en días, si todo sigue igual, el crecimiento diario sostenido llevará a un colapso del sistema».
De acuerdo con García, en Provincia todavía se siguen agregando camas a las terapias intensivas. «Nosotros solo las damos de alta como operativas cuando hay profesionales que pueden hacerse cargo de las mismas -subraya García-. Y eso sigue creciendo. Ya reconvertimos cirujanos y cardiólogos en terapistas. La otra semana reconvertimos unidades de cuidados intensivos pediátricos en salas para adultos».
Signos visibles
Pero para distintos especialistas, los signos de la saturación ya se están haciendo visibles precisamente en los integrantes del equipo de salud. La semana última, durante el informe matutino de Covid del Ministerio de Salud de la Nación, el especialista en terapia intensiva Arnaldo Dubin, docente de la Universidad Nacional de La Plata, lo expresó con crudeza: «Hubo una carrera para asegurarse camas y respiradores, pero el cuello de botella del sistema no es ningún equipo físico o tecnológico, sino el recurso humano -destacó-. La triste situación que se está viviendo en Jujuy desnuda esa realidad: hay camas y respiradores, pero no hay personal de salud (.). Los médicos estamos sobrecargados, extenuados física y psicológicamente, cometemos errores».
Un infectólogo de un importante hospital porteño que prefirió no revelar su nombre ofrece un testimonio que agrega otros aspectos al problema: «En muchos lugares el sistema ya está saturado -dice-. Fijarse exclusivamente en el porcentaje de camas libres como único indicador puede conducir a interpretaciones equivocadas. Es engañoso: cada vez hay más camas ocupadas pero se ‘inventan’ otras en cualquier lado. Eso da una falsa sensación de seguridad. Saturación no es solamente que se muera gente en la puerta de los hospitales. Los pacientes con cuadros de Covid graves son realmente complejos; no pueden ser manejados por médicos que no estén especializados. Por otro lado, si uno tiene tres camas libres en otros tantos hospitales ubicados cada uno en un extremo de la Capital, no se los puede trasladar una hora en una ambulancia».
Y más adelante añade: «Además, es grave la situación del equipo de salud. Hay gente que está trabajando al 120%, sin descanso, desde hace más de un año. No es humano. Casi no pasa un día sin que uno se entere de que un compañero o compañera se infecta, hay médicos ‘ventilados’, jóvenes; es duro ver morir a tus compañeros de trabajo. El agotamiento lleva a la pérdida de la empatía, a dejar de entender el sufrimiento del otro, a que todo te dé lo mismo. Eso también es saturación del sistema de salud. Llega a tal punto que hay gente que dice ‘ojalá me agarre Covid así me puedo quedar dos semanas en casa'».
Como informa el Ministerio de Salud de la Nación, con escasas excepciones, el número de camas ocupadas por pacientes con Covid sigue creciendo. El bioinformático Santiago Olszevicki explica que esto «indica que la cantidad de pacientes graves nuevos supera a los dados de alta cada día. Si esta tendencia en la que las bajas superan a las altas se mantiene, el único desenlace es la saturación, es matemática básica. Sabiendo que un porcentaje relativamente estable de los casos requiere internación, la forma de evitar el colapso es controlando esa cantidad. Con menos casos, tendríamos menos cuadros graves y, por lo tanto, menos ingresos a terapia intensiva. En la Argentina, aproximadamente la mitad de los pacientes con coronavirus que son admitidos en terapia intensiva sobreviven a la enfermedad. De perderse la capacidad de atención por saturación del sistema sanitario, la letalidad de estos cuadros aumentaría considerablemente».
«Llamamos a la sociedad civil a que se cuide», destaca Santini. Y coincidió Dubin: «Si existe un riesgo de colapso, no es por falta de equipos, sino por falta de personal. La única posibilidad de evitar el colapso del sistema es que la enfermedad no siga creciendo, que nos cuidemos». (La Nación – Por Nora Bär)