Los especialistas Ernesto Resnik, Mario Lozano y Daniela Hozbor explican cómo funciona la inmunidad por vacuna y por virus
“Como sabemos, la gente responde de modo distinto: hay individuos, cuyas defensas son tan fuertes, que ni siquiera advierten que tuvieron la enfermedad; mientras que hay otros que se pasan meses en el hospital luchando porque su inmunidad arranque y logre vencer al patógeno”, dice Ernesto Resnik, biólogo molecular y biotecnólogo argentino que reside en Estados Unidos. “La inmunidad por vacuna no es diferente a la inmunidad por el virus cuando nos enferma. Lo que se espera es que genere una protección que sea capaz de vencer al coronavirus. Si lo neutraliza, en teoría, ese individuo no debería contagiar a otros porque al vencerlo lo que logra es impedir su reproducción”, agrega.
Para el virólogo del Conicet Mario Lozano, “los cambios se producen de diferente manera en cada persona. Así, habrá algunas que responden bien y están completamente protegidas a la semana de la inoculación y otras que demoran más. Se supone que a las tres semanas hay una excelente protección”. “Con una dosis de Sputnik V se alcanza un 80 por ciento de eficacia. Ello no nos permite afirmar que todos dejarán de infectarse, pero sí que solo el 20 por ciento desarrollará algún síntoma luego del contagio. Lo que también se sabe es que aquellas personas que desarrollen síntomas lo harán de forma leve y no requerirán internación”, subraya.
El alcance de las dosis
Cuando el virus se neutraliza, no puede ingresar a las células y si no lo hace, no se reproduce en millones de copias al interior del organismo. En efecto, la carga viral de un vacunado debería ser menor y, como resultado, infectar menos a otros. “Por lo que estamos viendo, en base a los datos compartidos desde Israel y algo de Gran Bretaña, eso es lo que finalmente ocurre. Sin embargo, no hay que desestimar que habrá personas que desarrollen una respuesta inmune leve y, potencialmente, al recibir el virus luego de ser inmunizados puede que lo contagien. Al menos en proporciones menores”, explica Resnik. Es por este motivo, esencialmente, que de acuerdo a lo que suelen afirmar los especialistas, la vacuna es una herramienta medular pero no es la única que debe emplearse al momento de combatir la pandemia. Los cuidados básicos ya internalizados (higiene de manos, barbijo y distancia), más aquellas pautas que se están imponiendo (la ventilación cruzada de espacios, la medición de CO2) se ubican como claves. Cuando el virus se propaga, las restricciones al movimiento deben incrementarse.
“Diferir la segunda dosis es una decisión epidemiológica que implica que más gente reciba una. Con esa única dosis lo que se evitan son los casos graves de enfermedad. Que la gente deje de ir a terapia y deje de morir por tener inmunidad es realmente un montón”, apunta Daniela Hozbor, bioquímica e Investigadora Principal del Conicet en el Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de La Plata. “Es muy fuerte el hecho de pensar que una tecnología como la vacuna pueda ayudar tanto para combatir la pandemia. También se está reuniendo evidencia científica que apuntaría a asegurar que con una sola dosis, en buena parte de los casos, se evitaría la infección. Pero todavía falta información como para poder asegurarlo”, agrega. El impacto de una dosis es muy positivo, pero con la segunda se completa el esquema. Así es como se robustece la respuesta inmunológica, mejora la calidad de los anticuerpos neutralizantes del virus y se prolonga la protección en el tiempo.
¿Se puede contagiar alguien vacunado?
Con los casos en alza y con las variantes de Manaos y Gran Bretaña (probablemente) empujando una propagación más veloz del virus, puede existir el caso de personas que tras recibir la primera dosis se infecten antes de las tres o cuatro semanas, es decir, cuando los anticuerpos aún no están en condiciones de evitar la infección. “Si uno se contagia a los diez días de vacunarse la infección funciona como un refuerzo. Esto es, se complementa con la primera dosis y se genera una respuesta de inmunidad de memoria. Sin embargo, si me agarro coronavirus inmediatamente después de recibir la primera dosis, el efecto protector puede que no llegue a actuar como sí lo hace tres semanas después de la inoculación”, apunta Hozbor.
“Si una persona se infectara diez días después de vacunarse, es probable que todavía no tenga suficiente protección y que pueda afrontar una enfermedad con síntomas, pero de seguro, esos síntomas serán más leves respecto de lo que en promedio se observa con la población en general”, refuerza Lozano.
Resnik detalla que con su equipo «lo hemos comprobado en roedores». La primera semana hay muy pocos anticuerpos, en algunos casos, prácticamente no son detectables; en la segunda ya comienzan a verse aunque se registran niveles bajos, y en la tercera existe un salto cualitativo muy grande. Un comportamiento muy similar se observa en humanos: diría que entre el día 10 y el 20 las defensas empiezan a producirse en masa”, relata. Después completa: “Una vez que el sistema inmune detecta el virus o la vacuna, se desata toda la cascada de señales que provoca que ciertas células se preparen para hacer lo que tienen que hacer y nos defiendan”.
«Una mezcla» de inmunidad
De este modo, si alguien se infecta con el coronavirus unos días después de ser inoculado, se producirá “una mezcla” de inmunidad debida a la proteína de la vacuna y al virus. “Obviamente, la situación para enfrentar al patógeno es mejor si ya te diste la vacuna porque tuviste tiempo de, al menos durante unos días, de ir produciendo las defensas. Como mínimo, aquellos que ya se vacunaron y se contagian al poco tiempo consiguen acortar los lapsos de la enfermedad. No hay muchos datos de gente que se contagió días después de vacunarse, realmente son muy pocos”, destaca Resnik.
El hecho de pasar de no tener defensas a desarrollar una inmunidad total remite a un proceso que se produce de forma gradual. “Una dosis es suficiente y, de manera abrumadora, debiera prevenir casos graves. Pero, de nuevo, para todo hay excepciones. Quizás haya algún algún individuo que, pese a ser inoculado, afronte un cuadro de severidad. Podría pasar pero serán los menos”, remata Resnik.
pablo.esteban@pagina12.com.ar