Alberto Fernández siempre fue de visita al Instituto Patria. No tuvo, no tiene, ni tendrá oficina en ese espacio estrictamente cristinista aunque en el hall de entrada se imponga sobre una pared la foto de su amigo Néstor Kirchner con el pulgar en alto. Las flores blancas, el aroma a vainilla, la decoración minimalista y el espacio de arte hoy ocupado por cuadros y esculturas de Evita realizados por la artista plástica Nora Patrich son símbolo de un espacio enteramente ocupado por Cristina Fernández, Máximo Kirchner, sus más estrechos colaboradores como Oscar Parrilli y su equipo de comunicación, además de los espacios reservados en cada planta para reuniones y cursos.
En los próximos días el precandidato a presidente inaugurará su propio búnker que no será ni el departamento de Puerto Madero, ni su estudio en Callao ni la oficina prestada a metros de la 9 de Julio. México y Balcarce, en San Telmo, será el símbolo de su emancipación.
La internación en el Otamendi la semana pasada obligó a Fernández a postergar algunas reuniones y una visita a Rosario, y lo obligó a mostrarse y hablar para desalentar versiones sobre su salud. Hasta se habló de un paso al costado en favor de su compañera de fórmula.
Los que lo conocen y los que la conocen a ella se rieron y niegan el doble timón. Primero, dijo una importante dirigente a Infobae que «Cristina no se bajó de precandidata a presidenta a precandidata a vice porque nunca se había subido, aunque fuera la dirigente que más medía en las encuestas. No se bajó sino que se subió para acompañar a Alberto Fernández».
El argumento es la lógica que CFK no aplicó en 2015, cuando, según admitió en «Sinceramente», se ‘equivocó’ al no encabezar la lista de candidatos a diputados nacionales para ‘ayudar’ a Daniel Scioli como candidato a presidente. La misma amiga de Cristina conoce a Fernández aunque un poco menos. Desde lo político desalienta los análisis según los cuáles la ex presidenta manejará la campaña y un eventual gobierno en caso de ganar: «Alberto Fernández no es manejable, si lo fuera no se hubiera ido en 2018 cuando estaba vivo su amigo Néstor Kirchner y Cristina tenía todo el poder». Otros recuerdan: «Cuando ganó Néstor decían que lo manejaría Eduardo Duhalde y también decían que Cristina lo manejaría porque era más conocida. Y cuando ganó ella se hablaba del doble comando y nunca fueron reales ningunas de esas afirmaciones». Además, los que la frecuentan cuentan largas conversaciones que comparten con ella en Recoleta o en Congreso en las que la ven mucho más distendida y hasta aliviada de no cargar con todo el peso de la campaña que vendrá.