Además de médicos, enfermeros, trabajadores de la salud y agentes de las fuerzas de seguridad, hay otras personas que desempeñan trabajos considerados esenciales para la comunidad
Cuidados extremos y cambios en la manera de desarrollar las tareas son algunas de las características de las nuevas rutinas de los trabajadores esenciales, quienes mantienen en funcionamiento los comercios y otros servicios básicos, al conmemorarse mañana el 1 de mayo.
Además de médicos, enfermeros, trabajadores de la salud y agentes de las fuerzas de seguridad, que realizan tareas en hospitales o en el control de tránsito en todo el país y son reconocidos por gran parte de la sociedad, también hay otras personas que desempeñan trabajos considerados esenciales para la comunidad.
Desde el 20 de marzo, cuando fue decretado por el presidente Alberto Fernández el aislamiento social, preventivo y obligatorio por la pandemia de coronavirus, muchas personas modificaron las formas de realizar sus tareas y también son muchas las que aún no pudieron volver a ejercer su oficio o profesión.
Una de las personas que se vio obligada a cambiar en su trabajo es Nicolás González, de 35 años, quien se desempaña como inspector en la Dirección Nacional de Migraciones y que desde que se dictó la cuarentena fue enviado a los pasos fronterizos de Paso de los Libres (Corrientes) y Gualeguaychú (Entre Ríos).
Nicolás trabajó hasta el 20 de marzo en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, en el control de ingreso y egreso de pasajeros al país.
«En estos casi dos meses estuve en Paso de los Libres haciendo el control para el ingreso de repatriados argentinos y el transito comercial, que son los camiones. También estuve en el puente San Martín, el cruce entre Gualeguaychú y Fray Bentos. Tengo la sensación de ayudarlos a volver a casa», sostuvo al cronista de Télam.
Como contra, Nicolás aseguró sin dudas que es estar lejos de su hija Pilar, con quien cada día se comunica por videollamada.
«Es triste porque estábamos acostumbrados a vernos varios días por semana y los fines de semana. Trato de pensar que es por un bien y que todo pronto va a pasar», agregó.
Según datos de la Secretaría de Innovación Pública de la Nación, a cargo de la Jefetura de Gabinete de Ministros, hasta el viernes 23 de abril se habían registrado cerca de tres millones y medio de solicitudes para circular por la vía pública.
Voceros indicaron a Télam que en su mayoría son pedidos de la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires.
Fuentes de la Secretaria de Innovación y Transformación Digital porteña, en tanto, agregaron que, al 27 del corriente, se confeccionaron 1.030.521 permisos activos, de los cuales 322.690 (el 30%) corresponden a «Personal de Salud, Fuerzas de Seguridad, Fuerzas Armadas, actividad migratoria, servicio meteorológico nacional, bomberos y control de tráfico aéreo».
Uno de los rubros que estuvieron exceptuados, es decir habilitados para funcionar desde el primer día en que el presidente Alberto Fernández decretó la cuarentena, fueron las ferreterías.
Joel Linares, de 21 años, atiende un histórico comercio de ese rubro en el barrio porteño de Parque Chacabuco.
«Desde que está la cuarentena ahora sólo abrimos hasta el mediodía porque también trabaja gente mayor en el local», aseguró el joven.
Y agregó: «En cuanto a los cuidados, colocamos una lona transparente en el mostrador para la atención al público, trabajamos con guantes de látex, tenemos a disposición alcohol en gel y redujimos a dos personas el ingreso al local».
Joel dijo que los vecinos siguen yendo a comprar «porque siempre hay algo para arreglar en una casa».
Otro de los casos es el de Lucía Andrada, de 27 años, que trabaja en el sector de limpieza del Tren Roca.
Lucía, que vive con sus padres y su hermano, señaló a Télam que desde que se conoció el coronavirus comenzaron a ser más puntuales en la limpieza de las estaciones de tren.
«La empresa nos pidió desde que está la cuarentena que nos enfoquemos en la desinfección de molinetes, baños y todo lo que implica la estación. Nos mandan productos especiales, además de barbijos, guantes y un mameluco», explicó.
En tanto, para su cuidado, Lucía cuando regresa a su casa higieniza sus zapatillas con agua y lavandina y deja la ropa en una bolsa para lavar por separado de la del resto de la familia.
La mujer, que trabaja hace cinco años en la estación de Villa España, aseguró: «Los pasajeros reconocen mi trabajo y están agradecidos y conformes con los cuidados que se están tomando porque saben que es por el bien de todos». (Telam – Por Emmanuel Dalbessio)