El pasado sábado 13, en nuestra ciudad, se realizó un encuentro político con la presencia de dirigentes de casi todas las secciones electorales de la Provincia, quienes reafirmaron su identidad Justicialista y bonaerense.
El encuentro contó con sendos homenajes y reivindicaciones al General Juan Perón y a Eva Perón, a Alberto Balestrini, José María Macaya y a José Manuel De La Sota, in memoriam.
Tras casi tres horas de debates e intercambios de opiniones, se puso énfasis en la necesidad de unidad en búsqueda de la reafirmación de la identidad doctrinariamente peronista y enfáticamente bonaerense; desdeñando la posibilidad que candidatos ajenos a la Provincia de Buenos Aires se avoquen a pretender gobernarla desconociendo su idiosincrasia, su cultura y su sentir.
Así también se ponderó la realización de un diagnóstico de la situación desde la autocrítica y el análisis de los errores pasados, amén de la condena a las defecciones de algunos que borocotizaron la política con su accionar, en detrimento del pueblo peronista y bonaerense.
Los dirigentes bonaerenses, entre los que se destacan, Miguel Otegui, José Luis Pérez, Carlos Martínez, José Tagliafico, Jorge Scocia, José Carabajal, Carlos Cruz, Mara Jimenez, además de Raúl Álvarez Echague que hizo llegar su adhesión, acordaron reuniones periódicas quincenales.
Así también se consensuó publicar el siguiente documento:
Ante la polarización de los fracasos
En el año 2001 el País se sumergía en una de las peores crisis a nivel institucional, social, económico, cultural y político de su historia.
Ordenado el estado y encauzada la economía, la ciudadanía eligió autoridades gubernamentales, en un marco de gran expectativa.
Durante los primeros años de gobierno, se obtuvieron algunos logros, tales como el superávit gemelos, que no se conocía desde décadas atrás, generación de empleo e incremento del consumo. También podemos destacar el fortalecimiento del sistema científico-tecnológico, generando entre otras cosas la repatriación de un número importante de investigadores.
En la segunda parte del gobierno, sumado a la baja de precios de los productos exportables del sector agropecuario, se sumó un incremento de los gastos del estado, especialmente en lo que hace a subsidios a la energía, donde en lugar de subsidiar a la demanda, que lo requiere por sus bajos ingresos, se subsidió a las empresas y en consecuencia a sectores de la sociedad con clara capacidad contributiva. Este despilfarro junto a la expansión de la base monetaria, fue el comienzo de una evidente erosión de la economía lo que sumado a la poca transparencia en el uso de los recursos del estado, trajo inevitablemente un desgaste en la confianza del gobierno, que se puso de manifiesto en el proceso electoral.
El pueblo con su voto produjo el advenimiento de un nuevo gobierno que con sus promesas preelectorales, colmaba a la sociedad de expectativas de cambio, progreso y bienestar.
A tres años, nuevamente la sociedad vuelve a sentirse defraudada, no solo por los políticos, sino por la totalidad de los grupos de poder, que parecen vivir de espaldas al pueblo y a un país agobiado por la crisis y el fracaso.
La suba de las tarifas en los servicios de luz, agua, gas y transporte.
Un endeudamiento externo escandaloso.
Insoportable presión fiscal, falta de crédito, tasas usurarias impagables, ponen a las PYMES ante una crítica situación que incrementa el cierre de comercios e industrias, generando el aumento del índice de desempleo, que llega a alcanzar los dos dígitos.
Falta de crecimiento. Se creció sólo en uno de los años, se retrocedió en dos y se pronostica una caída para el año en curso.
La inflación, que no se sabe combatir, sigue angustiando al pueblo y hundiéndolo en la pobreza; el 50% de nuestros pibes son pobres e indigentes.
Retroceso en la promoción de la investigación y conocimiento científico.
Políticas educativas que no satisfacen la necesidad de la sociedad y el país.
Falta de respeto y poco apego a la norma en casos como la condenación de la deuda al Correo Argentino, o el permiso por decreto presidencial, para que familiares de funcionarios blanqueen sus activos.
La plata de secretarios y ministros guardada fuera del país en paraísos fiscales.
La búsqueda de subordinación de la justicia, en la intención de nombrar jueces por decreto.
La indignante política previsional que somete a nuestros padres y abuelos, no les reconoce el esfuerzo realizado, a la vez que pone en riesgo a todo el sistema jubilatorio.
Todo esto hace necesario y urgente responder al requerimiento de la Patria, que nos pide esfuerzo y trabajo.
La experiencia lamentable que estamos padeciendo junto con la cíclica historia pasada, nos
exime de mayores comentarios.
HOY SER PERONISTA ES UN DEBER.
Queremos restaurar la política como medio para lograr la grandeza de la Patria y la felicidad del Pueblo y, no como un fin que sirve para engrosar el patrimonio de quien la ejecuta.
Reafirmamos nuestros principios policlasistas y frentistas para lograr la unidad y pacificación nacional, como base fundamental del desarrollo integral y sostenido.
En el marco de un mundo globalizado producto de las nuevas tecnologías, proponemos el crecimiento con Justicia Social.
Proyectamos recuperar la identidad bonaerense para impedir que vuelvan a convertir a Buenos Aires en un coto de caza, que otorga premios consuelo a políticos que fracasaron en otras jurisdicciones y vienen a gobernar nuestra provincia sin conocerla, integrando el gabinete con funcionarios que ni siquiera viven en suelo bonaerense.
Instamos a quienes aspiran a conducir el país a que abandonen toda excesiva valoración sobre sus personas, que dejen de lado los apetitos desordenados de ser preferidos y que presten una desinteresada atención al prójimo.
El peronismo aparece hoy por hoy como la única posibilidad cierta que busca superar esas concesiones falsas, trasnochadas, injustas y opresoras que nos han gobernado en los últimos años.