El ritmo de compra de divisas es mucho más lento que en mayo, cuando se registró un récord de intervención. A partir de julio baja sensiblemente la liquidación de los exportadores sojeros y crecen las compras ante la cercanía de las elecciones
Quizás antes de lo esperado, el ritmo de compra de dólares por parte del Banco Central se desaceleró significativamente en el arranque de junio. En los primeros siete días hábiles del mes, la intervención logró sumar sólo USD 292 millones, es decir una caída de 67% respecto al mismo período de mayo, que finalmente resultó un mes récord por los ingresos de los dólares del complejo sojero.
El BCRA precisa acumular todo lo posible y prepararse para un segundo semestre que será desafiante. Por eso, lo conseguido en lo que va del año tiene sabor a poco. Ocurre que el volumen de compra de divisas que viene efectuando en el año no terminan de fortalecer significativamente el nivel de reservas. Sobre USD 6.000 millones que adquirió en lo que va del año, en realidad el stock aumentó sólo USD 3.200 millones. El resto se fue en pagos a organismos, intervención en el mercado cambiario para que no se dispare la brecha cambiaria y algo de atesoramiento de particulares (aunque el dólar “solidario” es el más caro de todos).
Las reservas netas vienen aumentando lentamente aunque de manera persistente. Según estimó el economista Fernando Marull, pasaron de poco más de USD 4.000 millones a principios de año a poco más de USD 7.200 millones luego de las intervenciones de los últimos meses. La capitalización que realizará el Fondo vía Derechos Especiales de Giro aumentaría esa cifra cómodamente a más de USD 11.000 millones. Por otra parte, el stock de reservas bruto (que informa diariamente el Banco Central) se ubica en USD 42.720 millones.
De esta forma, el titular del Central, Miguel Pesce, busca llegar más fortalecido al segundo semestre, que tiene varios desafíos por delante. El primero es que a partir del mes próximo se reduce significativamente el volumen de liquidación de divisas por motivos estacionales. Eso implica que la capacidad de compra de divisas caerá sensiblemente.
El Central tendrá que “devolver” parte de los dólares que acumuló en los últimos meses, ante la mayor demanda que se espera para los meses preelectorales. El objetivo será que no se siga agrandando la brecha cambiaria, que ahora supera el 70%
Pero lo más relevante es que en períodos preelectorales aumenta la demanda de dólares por cobertura. Esto podría incluso acentuarse en estas legislativas, ante la posibilidad de que el Gobierno consiga mayorías en ambas cámaras. Además, con las PASO en septiembre seguramente el proceso se adelante mucho antes que la elección, que pasó para mediados de noviembre.
El gran peligro es que esa incertidumbre aumente la presión sobre la brecha cambiaria. Ahora la diferencia entre el dólar oficial y el contado con liquidación ya está por encima del 70% y podría seguir ensanchándose a medida que se acerquen las elecciones. Por eso, lo más probable es que el Central se vea obligado a “devolver” parte de los dólares que viene acumulando en estos últimos meses.
Desde octubre pasado, el cálculo es que el Banco Central vendió aproximadamente unos USD 800 millones para contener el dólar financiero. Y logró el objetivo, teniendo en cuenta que el tipo de cambio cayó de $195 hasta rozar los $140, aunque ahora rebotó hasta la zona de $165.
Otra de las incógnitas es qué sucederá con el tipo de cambio oficial luego de las elecciones. El Gobierno decidió “planchar” el ritmo de aumento mensual a apenas 1,3% por mes, bien por debajo de la inflación. Pero por ahora esto no ha generado un mayor atraso cambiario, debido a que las monedas emergentes también se revaluaron.
Sin embargo, se trata de una política que se mantendrá hasta noviembre. Luego de las elecciones se descuenta que el ritmo de devaluación volverá a incrementarse. El equipo económico busca descartar del escenario la posibilidad de un salto brusco del dólar oficial post elecciones, tal como sucedió en el segundo gobierno de Cristina Kirchner (saltó de $ 6,50 a $ 8 en enero de 2014). Pero en esta ocasión el tipo de cambio no luce tan atrasado como en aquel momento y además cualquier salto discreto automáticamente provocaría más inflación. Por lo tanto, cualquier movimiento se efectuará en forma gradual, aunque de seguro será a un ritmo más acelerado que el actual.
(Fuente: Infobae)