La pulseada contra el Procurador es un tema central de la transición: un sector quiere que Vidal se haga cargo de ordenar la situación que generó poniendo a un hombre de su máxima confianza para avanzar contra jueces díscolos. Ahora se supo que además de las críticas que llueven desde la oposición, existe malestar entre funcionarios de Vidal que entienden que Conte Grand jugó en la última etapa reportando más a Carrió que al Ejecutivo bonaerense
Además del nuevo gobernador, la elección de octubre en la Provincia abrió la puerta a un pase de facturas que se cocinaba lento, y empieza a romper hervor: el malestar contra el Procurador de la Corte, Julio Conte Grand, no sabe de la división de Poderes. Lo quieren fuera del cargo vastos sectores del Poder Judicial, con el mismo entusiasmo con el que la dirigencia política apila pruebas para destituirlo.
En las últimas horas, además, trascendió cierto malestar entre sus propios aliados, dentro del ejecutivo vidalista. Interpretan que el Jefe de los fiscales volvió sobre el final a reportar a su origen, la controvertida diputada nacional Elisa Carrió. Así leen la avanzada contra algunos intendentes del peronismo, que –se sabe- suelen tener cuentas para saldar que se discuten en Tribunales. En calle 6 sospechan que esa maniobra, que ahora amenaza volvérsele en contra, respondió más al deseo de Carrió que a la predisposición del Ejecutivo provincial, más reacio a avanzar en una pulseada judicial contra los alcaldes del peronismo.
En ese marco, en las últimas horas trascendió que el nombre del Procurador sonó en las negociaciones de transición en el ámbito de la Provincia. La idea es atender la lluvia de reclamos contra el Jefe de los fiscales. Los rumores de malestar interno en sus propias filas, abonan la posibilidad de que se transforme en carta de negociación entre la administración saliente, y la próxima gestión provincial.
Durante la gestión de María Eugenia Vidal, el Procurador se transformó en un celoso ejecutor de los deseos de la Gobernadora. Sobre el Jefe de los fiscales llueven denuncias de presuntos aprietes en el ámbito judicial, para alinear la Justicia con el Ejecutivo. Las denuncias contra magistrados que terminaron con destituciones en algunos casos y suspensiones en otros, fue la estrategia para sacarse de encima jueces molestos, pero también para aleccionar al resto del plantel de magistrados de la Provincia. La maniobra operó con castigos, pero también premiando. Hubo jueces que “hicieron los deberes” y cobraron con la vista gorda del verdugo que utilizó criterios poco meticulosos para analizar presuntas objeciones contra jueces ‘amigos’, comparado con la rigurosidad con la que avanzó contra los díscolos.
Un caso de estos últimos incluye a una jueza recientemente apartada “por parcialidad manifiesta” de una investigación que apunta contra funcionarios de la gestión anterior, incluyendo al propio Daniel Scioli. Una sala de Casación Penal advirtió serias fallas en las resoluciones de la jueza que hubiesen motivado una denuncia en su contra, si la investigación apuntaba intereses vinculados al oficialismo. La situación de las unidades de la AFI instaladas en la Provincia es otro capítulo que promete.