Nota de opinión
Permanentemente se ven los trabajos de asesores en imagen para humanizar personas que no están aptas para la actividad política.
Pero además el trabajo es arduo porque los gurúes modifican las insignias de los partidos, se planifica la música de fondo, la pilcha que tienen que usar, la forma en la que deben hablar y evitar cierta gestualidad en muchos casos.
El neoliberalismo penetró en la actividad como nunca porque los humanos que no necesitaban de un gurú fueron arrasados por los empresarios que se metieron en política. El argumento que sustenta las candidaturas es “no vino a robar porque tiene plata”.
Mientras tanto el humano que se involucra en política es desfinanciado por quienes armaron empresas en lugar de partidos políticos. En otros tiempos se elegía al que más capacitado se consideraba y la dirigencia hacia aportes (la famosa vaquita) para solventar la campaña.
Raúl Alfonsín se paraba arriba de cajones de manzanas y con un megáfono transmitía la idea a los ciudadanos. Alem en el mismo escenario pero sin megáfono se dirigía a los esclavos que llegaban de Europa y se encontraban contenidos por el líder radical.
Una campaña política hoy consiste en dinero para combustible, comida para reuniones, cartelería en la vía pública, tv, radio y redes sociales y en cada rubro hay un asesor que pagar. Todo esto se engrosó cuando los neoliberales solo precisaron de dinero para desalentar o dejar sin posibilidades a los políticos.
¿Quién comprobó que el mundo político actual es mejor que el anterior? Raúl Alfonsín e Illia combatieron ideológicamente al imperialismo norteamericano y a los organismos que se sostienen estafando económicamente a los pueblos pobres del planeta.
Pensar que lo viejo era corrupto y que lo nuevo es alegre y desinteresado nos ha mostrado que ese desinterés radica en la falta de estudio y de investigación que requiere una persona si pretende ejercer la política. Es fundamental saber claramente si se van a parar en defensa de los derechos sociales y laborales o si piensan que es más importante tener más policías que educación.
Hoy nos encontramos sumergidos en discursos ambiguos donde pocos se juegan y prefieren callar porque el objetivo no es el bienestar común sino llegar para el bienestar familiar y emplear amigos desocupados para transformarlos en milicia partidaria.
Quizás un cambio de estilo donde se comience hacer cosas por convicción y no por especulación sería la mejor entrega política que un humano pueda dar. La política se ha dañado porque vinieron a dañarla y muchos se subieron a ese micro porque ese discurso era efectivo.
Lamentablemente cuando acceden al poder se convierten en políticos con la gran responsabilidad de seguir respondiendo a los cerebros de la antipolítica y de esa forma se siguen menoscabando las instituciones públicas y la sociedad toda.
Cuando me dicen “yo no vengo de la política” utilizándolo como sinónimo de buena gente pienso que ese discurso es el más efectivo porque quieren ser elegidos.
Los cambios en política se darán cuando se vuelvan a valorar y reconstruir los partidos que son los que sostienen la institucionalidad de las ideas y dejemos el seguidismo de promesas de líderes que han sido puestos para construir el imperio de otros en desmedro la sociedad.
Flavio Ponce, Abogado