El diario La Nación y la seguridad en nuestra ciudad: Preocupación de vecinos: La vida tranquila se esfumó en Chascomús entre robos, venta de drogas y cazadores furtivos

Los habitantes expresaron su inquietud por la repetición de casos de violencia, tanto en el casco urbano como en el territorio rural – La Nación intentó conocer la posición de las autoridades municipales de Chascomús, pero no tuvo respuesta a las consultas

El diario La nación publicó una nota de investigación sobre la seguridad en Chascomús, que a continuación publicamos.
“Esta ciudad tiene casi 40.000 habitantes que estaban acostumbrados a la tranquila vida del interior bonaerense. Pero tal como ocurre en otros lugares, todo cambia también en Chascomús. Ahora preocupan aquí también episodios de violencia.
En noviembre del año pasado ocurrió un triple crimen cuando Francisco Reddy fue a la Estancia Los Pinos y mató a balazos a su padre, a su madrastra y a su hermano tras apropiarse de 20 vacas que vendió en el mercado ilegal. En enero, dos jóvenes asesinaron a Nicolás Ricardi, un chico de 16 años, en las inmediaciones de la laguna local para apropiarse de su mochila. Lo mataron a golpes con un hierro, que le clavaron en el corazón. También a mediados del mes pasado hubo un robo a un conductor en el tradicional parador de Atalaya sobre la Ruta 2, situación que terminó con un delincuente baleado por un policía. Tras esos episodios, el intendente Javier Gastón, declaró la emergencia en seguridad.
Los vecinos de Chascomús sienten que el delito los obliga a cambiar sus costumbres. “La tranquilidad de pueblo no la tenemos más. Ya no nos conocemos entre todos y hay más desconfianza. No podemos ir tranquilos a tomar mates a la laguna y nos preocupamos por nuestros hijos”, contó a la nacion Susana Guillemet, una docente de escuela primaria, que tiene 50 años y vivió siempre en esta ciudad. Agregó que ya no puede dejar sin llave la puerta de su hogar ni de su auto y que se vio forzada a poner alarma en su casa.
Agustina, una docente jubilada de 62 años, coincidió con la opinión de su colega: “Cuando no existía la droga era todo más tranquilo, pero ahora en los barrios marginales circula mucho. Ya no dejo ni los ventanales de casa abiertos. La inseguridad fue creciendo, todos los días pasa algo y las autoridades no hacen mucho”.
Luis, un comerciante de 66 años que hace 20 vive aquí también apuntó a la droga como la principal causa de violencia: “El condimento de la falopa es heavy, los pibitos están relocos. Hay fácil 35 kioscos donde venden droga por acá”.
En el café Teófilo comparten una mesa Mingo, de 86 años, Juan, de 75, Miguel, de 76, y Gustavo,de 68,todos nacidos y criados en Chascomús.
“Está complicado, como en todas partes, nos estamos conurbanizando”, dijo Juan. “Falta orden” sintetizó Mingo. “Falta trabajo, la Municipalidad es la principal fuente de laburo y además penetró fuerte la droga en el pueblo, hay mucho raterito, hay mucho robo de celulares, motos y bicicletas todos los días”, opinó Miguel.
Gustavo, por su parte, dijo: “Hubo varias usurpaciones de terrenos”. Juan agregó el problema de la “puerta giratoria, Te cruzas a gente en la calle que tiene que estar presa. Ya los conocemos. La comisaría está colapsada”.
Y recordaron un robo violento frente al Banco Nación ocurrido en diciembre pasado, cuando cuatro delincuentes chilenos que residían en Lomas de Zamora y un entregador local le robaron a una vecina.

Temor entre productores
En el ámbito rural el panorama que cuentan los habitantes de esta ciudad es alarmante. Los productores agropecuarios denunciaron invasiones recurrentes de cazadores furtivos y “galgueros”, saqueos de propiedades y cuatrerismo sumado a una patrulla rural de la policía ineficiente. Piden los vecinos postas fijas de control, mayor frecuencia de rondines y cámaras con mayor tecnología.
Una empleada administrativa de un campo en Cuartel VIII, a 50 kilómetros de Chascomús, parte de un grupo de WhatsApp de 350 productores y un foro de seguridad de ocho miembros, vive la problemática en carne propia. Observó animales de todo tipo colgados de alambrados completamente carneados y bandas de cazadores paseando impunemente por sus campos. “Está fuera de control. No hay respeto por la propiedad privada. Entran entre tres y 17 chicos con entre dos y tres galgos cada uno y corren lo que sea, matan lo que puedan y se lo llevan, incluso terneros. Esto pasa casi todos los días. Son violentos y peligrosos. Nos amenazan. Te hablan con el cuchillo en la mano, muchos están drogados, me han dicho ‘te vamos a matar y te vamos a violar’. Después, si aparece la policía, lo usan de remise… lo llaman así”. A eso se le suman los cazadores furtivos: “Entran de noche, disparan al lado de tu casa. Tuvimos caballos y vacas heridos con balas perdidas”.
La mujer explicó a La Nación que en la zona hay ciervos axis y gama -cuyas cabezas valen unos US$1200 dólares-, antílopes, ñandúes, jabalíes, carpinchos, entre otras especies cuya carne es muy valiosa y que los cazadores furtivos venden en el mercado ilegal, que sería el delito principal. Algunos animales están en peligro de extinción. “Muchos de los chicos, por edad, son inimputables y a veces hay mayores atrás que los comandan”. A ello se suma el maltrato animal porque ha visto como llevan varios galgos en baúles de auto con 40 grados y si alguno no les sirve más “lo dejan tirado en el campo”.
En tanto, un vecino con campo en Cuartel X dijo: “Enero y febrero suelen ser meses tranquilos. Ahora es el carnaval de la cacería Chascomús. No hay respuestas del Ministerio de Seguridad provincial…”. Y aseguró: “Acá si tenés 10 hectáreas es lo mismo que 10.000, se meten a cualquier campo. Entran con armas de guerra, fusiles. Esas balas llegan a tres kilómetros. Si no le dan al ñandú le dan a otra cosa lejísimos. En 2023 le desvalijaron la casa a tres vecinos. Cortaron candados, se llevaron todo. Estamos cansados “.
Indicó, además, que como represalias por los llamados a la policía les suelen balear ganado vacuno –cada cabeza vale 500 dólares– o caballos, y que incluso les dejan ciervos degollados en la puerta de sus casas, además de provocar quema de campos y roturas de silobolsas con pérdidas millonarias.
En una línea similar, una vecina de 70 años con campo en la zona de Don Cipriano comentó: “Los galgueros son terribles. Con excusa de cazar, entran y roban. La patrulla rural llega tarde y no los agarran. Nos robaron tres veces. Y también encontramos animales carneados. Es tierra de nadie. Como medida disuasiva pusimos cámaras y alarma”.
Miguel, productor nacido y criado en Chascomús, de 65 años de edad, está en el paraje Libres del Sur. En 2021 entraron a su propiedad y la saquearon. “No hubo ningún tipo de respuesta de la Justicia…”. El hombre vive a 80 kilómetros de la posta de patrulla rural en Gándara y cree que la gente no hace las denuncias porque “es perder el tiempo” debido a que no se investigan. “No mandan patrulleros. Te entran con armas, te matan un animal y lo carnean. Hacen inteligencia. Miran tus movimientos. Los chorros están más asesorados que nosotros. Y si los aprehenden, los largan. Estamos desamparados”, expresó.
Miguel amplió: “Degollaron a un tipo a fines del 2022 y lo calcinaron acá cerca. Queremos una posta policial y cámaras. El cazador de verdad te pide permiso para entrar. El galguero honesto sabe que no se mete en lotes con ganado. Los de ahora son dateros -sacan información para después robarte- con la excusa de los galgos, son malvivientes de Chascomús”.
SilverioFariña, nacido en Chascomús hace 72 años, explicó, por su parte, que en noviembre del año pasado le faenaron cuatro de los 30 animales que tenía en el campo alquilado. “Nadie hizo nada. Me es muy difícil mantener las vacas y me comieron dos de las mejores. La policía no está presente. Se me hace difícil trabajar con estas condiciones”.
A Teresa Hualde, de 78, le desvalijaron la casa en abril de 2022: “Tres delincuentes me sentaron y me ataron las manos y pies con alambre. Me taparon la cabeza con un repasador. Se llevaron todo. Dieron vuelta la casa. Nunca más se supo nada. No hubo justicia de ningún tipo”.
La policía de la patrulla rural, no da respuestas a los vecinos. “Desde que llamo, tardan entre cuatro y seis horas en llegar, la patrulla arranca a hacer su trabajo a las 10, es tarde. Uno los llama y hasta que llegan ya se fueron los transgresores” explicó una vecina de Cuartel VIII. Según la mujer, las soluciones brindadas por el municipio son “parches” que no resuelven la problemática de fondo. La municipalidad puso cámaras de vigilancia, pero las mismas carecen de inteligencia artificial para detectar movimiento, infrarrojo para filmar de noche, cuando suele ser el horario elegido por los delincuentes y no tienen conexión a internet para transmitir en vivo, entre otras fallas. La Nación intentó conocer la posición de las autoridades municipales de Chascomús, pero no tuvo respuesta a las consultas.
En la central de la Patrulla Rural en Gándara hay cuatro patrulleros –para 312.000 hectáreas de campo–, uno inutilizable. También dos corderos atados pastoreando y tres perros, uno de ellos, galgo. Las autoridades dijeron que aprehendieron a 23 personas en 2023 por intrusión y aseguraron que las incursiones de cazadores han disminuido entre un 50% y 80%. Pero los habitantes de Chascomús tienen otra mirada. “Necesitamos más postas, más patrulleros, cámaras con mayor tecnología, mayor frecuencia de patrullajes y que se investiguen las denuncias y los delitos a fondo”, dijo una vecina”.